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Explosión de toma clandestina de gasolina pone el foco en el plan de México para evitar robos de combustible: ya hay 79 muertos

En diciembre López Obrador lanzó un programa para cerrar una red de distribución ilegal de combustible, que roba 3.000 millones de dólares anuales a la petrolera estatal Pemex.

Personas llevándose la gasolina del oleoducto Tula-Tuxpan. © Captura de video en Youtube
Personas llevándose la gasolina del oleoducto Tula-Tuxpan. Foto © Captura de video en Youtube

Este artículo es de hace 5 años

TLAHUELILPAN, México, 20 ene (Reuters) - Una explosión en un oleoducto en México que mató al menos a 79 personas, ha renovado la atención sobre la estrategia del gobierno para detener el robo de combustible, mientras que familiares de las víctimas dijeron que la escasez de combustible derivada del plan fue lo que les llevó a arriesgar sus vidas.

Los ladrones de combustible perforaron el oleoducto Tula-Tuxpan, a pocos kilómetros de una de las principales refinerías de México el viernes. Según las autoridades, hasta 800 personas se reunieron para llenar los contenedores de plástico del géiser de gasolina de 7 metros que se produjo a continuación. Un par de horas después, explotó.

El secretario de Salud, Jorge Alcocer, informó el domingo que 79 personas habían muerto y 66 permanecían hospitalizadas, algunas de ellas con quemaduras en más de un 80% de su cuerpo.

Media docena de personas entrevistadas por Reuters el sábado dijeron que sus familiares fueron al oleoducto con fugas en el distrito de Tlahuelilpan, en el estado de Hidalgo, porque intentaron encontrar combustible en otros lugares, y estaban desesperados por llenar sus vehículos para ir a trabajar o gestionar sus granjas.

"Vinieron muchas personas inocentes, tal vez su coche no tenía suficiente gasolina para mañana, y dijeron que solo tomarían unos pocos litros", dijo el agricultor Isidoro Velasco, de 51 años, que esperaba noticias de su sobrino Mario Hidalgo, a quien creía probablemente muerto. Hidalgo cumplió 34 años el sábado.

A finales del mes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un programa para cerrar una red de distribución de combustible ilegal, que arrebata aproximadamente 3.000 millones de dólares en combustible anualmente a la petrolera estatal Pemex.

El plan, que consiste en cerrar tuberías en las que una red de delincuentes instala válvulas para extraer el combustible, provocó escasez generalizada de gasolina en el centro de México en enero, incluso en Hidalgo, al norte de la Ciudad de México.

El sábado, la mayoría de las estaciones de servicio en Tlahuelilpan estaban cerradas.

VIGILANCIA

Las encuestas muestran que las medidas han gozado hasta ahora de un apoyo público bastante amplio, a pesar de las dificultades y las largas colas en las estaciones de servicio.

El desastre en Tlahuelilpan, sin embargo, ha provocado un renovado escrutinio sobre la estrategia. López Obrador ha enfrentado repetidas preguntas sobre el desastre, exigiéndole que explique por qué los soldados desplegados para proteger el conducto no alejaron a las personas de la fuga, y cómo de rápido se cortaron los suministros al conducto después de que Pemex detectara la fuga.

El director general de Pemex, Octavio Romero, dijo el sábado que se había cerrado una válvula en la tubería tras notarse una caída en la presión de la fuga, pero no dijo a qué hora sucedió. El combustible brotó de la tubería durante aproximadamente dos horas antes de que explotara, sin pérdida visible de presión.

Romero dijo que el equivalente a alrededor de 10.000 barriles de gasolina de alto octanaje estaban en el tramo de la tubería entre la refinería de Tula y la aldea, cuando explotó el viernes.

El ministerio de Defensa y López Obrador dijeron que solo había 25 soldados presentes y que el Ejército no quería reprimir a la multitud. Los críticos dicen que las autoridades deberían haber sido más firmes en controlar a la multitud y sellar el área y deberían haber pedido refuerzos.

"Parte de la culpa es de la gente (en la tubería rota), pero la culpa mayor es de las autoridades, que los dejaron sabiendo que era peligroso", dijo Velasco.

El ducto Tula-Tuxpan distribuye combustible a otros estados centrales, lo que aumenta la posibilidad de que el cierre para repararlo después de la explosión pueda empeorar los problemas de suministro de combustible, incluso en el centro automotriz de Guanajuato.

Romero dijo que el oleoducto había estado fuera de servicio desde finales de diciembre, cuando el gobierno intentó protegerlo de los grupos que lo habían atacado 10 veces en el municipio de Tlahuelilpan. Desde que comenzaron a reabrirlo el 16 de enero, había recibido cuatro ataques.

En respuesta a una pregunta sobre si los cárteles presentes en Hidalgo, que incluyen a Los Zetas y el Cartel de Nueva Generación de Jalisco, podrían haber causado el desastre en venganza por la represión, el presidente dijo que todas las posibilidades estaban siendo investigadas.

Sin embargo, una fuente de la Policía federal en Hidalgo dijo que creía que el agujero en el oleoducto fue hecho por gente local y no por grandes cárteles.

López Obrador dijo que el desastre había endurecido su decisión de combatir el robo de combustible y que el gobierno estaba buscando formas de reemplazar las tuberías viejas, para hacer que sea más difícil extraerles el combustible ilegalmente. Mientras tanto, dijo, México estaba comprando más camiones cisterna para la distribución por carretera.

"Aunque es muy doloroso, tenemos que continuar con el plan para acabar con el robo de combustible", dijo. (Información adicional y escrito por Frank Jack Daniel; editado por Janet Lawrence, traducido por Andrés González)

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