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Entrenador de Javier Sotomayor quiere seguir aportando al atletismo cubano

Guillermo de la Torre fue entrenador de Javier Sotomayor durante 12 años

El entrenador cubano Guillermo de la Torre junto a Javier Sotomayor © CiberCuba
El entrenador cubano Guillermo de la Torre junto a Javier Sotomayor Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

En mi larga carrera tuve la oportunidad de relacionarme con muchos deportistas y entrenadores, y siempre supe valorar las características de cada cual a la hora de hacerles una entrevista o pedirles una opinión.

Los había clásicos “fastidiadores”, que podías entrarles en cualquier momento; los había que, aunque ganaran, no les gustaba hablar en cámara; los había serios, respetuosos, siempre dispuestos a contestar y de paso, ofrecerte una clase magistral de la especialidad de la que se tratase.

Bueno, pues en este último grupo, se halla mi entrevistado de hoy: el profesor Guillermo de la Torre, hombre cuya sapiencia en el salto de altura lo sitúa como uno de los mejores técnicos de esa modalidad en el planeta en todos los tiempos.

Guillermo de la Torre / Cortesía

Nacido hace 76 años en el municipio capitalino de Centro Habana, licenciado en Educación Física en 1977 y de profesor en 1968, en aquella primera e histórica graduación del Fajardo, de la Torre es un libro abierto.

“¿Mi historia? ¿Tienes tiempo, espacio, paciencia? Oye, porque es larga mi vida, esta vida que he dedicado en cuerpo y alma a mi amado deporte, a mi país”.

Comencemos, pues, maestro.

¿Recuerda cuándo yo llegaba con mi camarógrafo, generalmente Ángel Melis, e interrumpíamos el entrenamiento del Soto, y usted jamás se molestó, por el contrario, siempre, nos apoyó? Incluso, lo que sé del salto de altura es, fundamentalmente, por usted y el profe Godoy.

“Siempre me gustó enseñar. En 1968, estudiando yo el segundo año del Fajardo, les impartía clases a los de primero. ¿Sabes quiénes estaban en ese grupo?, pues Ricardo Guadarrama, Milán Matos, Jesús Mirabal, todos posteriormente preparadores del seleccionado nacional.

“A la par que les impartía la teoría, los entrenaba y así fue que Milán Matos (después prestigioso entrenador del fenómeno Iván Pedroso y la triplista Yargelis Savigne) es captado para el equipo Cuba tras saltar 7 metros 50 centímetros, una buena marca para la época”.

Me imagino que tras graduarte pasaste a la selección nacional.

“Me licencio en 1968 y, en efecto, me escogen como entrenador. Fue una etapa en la que nos lanzamos a buscar nuevas figuras, tarea impulsada por el querido Jesús Molina, Humberto Arrieta (quien después pasó a trabajar con el béisbol) y el entonces titular del INDER, José Llanusa”.

Cómo entrenador, ¿siempre el salto de altura?

“Fíjate que no; lo primero que hice fue adiestrar a los especialistas en eventos múltiples: ellos, el decatlón; ellas, pentatlón (después crecería a heptalón). O sea, soy un pionero en esas multi pruebas.

“Ricardo Guadarrama, Jesús Mirabal, Ramón Díaz, Abilio Martínez. Abelardo Pacheco y después, Juan Hernández Clark fueron alumnos míos. En 1970, Mirabal y Ramón hacen el uno-dos en los Centrocaribes de Panamá. Con estos resultados logro incorporar a Daysi Echevarría en pentalón. Estaba feliz, pero en 1971, sufro mi primera gran decepción”.

¿?

“Nada, sencillo: me separan del equipo así de ram pam pam, hablando en cubano, me enviaron un año de ayuda técnica a la provincia de Pinar del Río, pero tras cumplirlo, no fui aceptado de nuevo en la selección. En total fueron seis los años, pues estuve alejado y hasta tuve que incorporarme como profesor en la EIDE del Comodoro.

Me enviaron un año de ayuda técnica a la provincia de Pinar del Río, pero tras cumplirlo, no fui aceptado de nuevo en la selección. En total fueron seis los años, pues estuve alejado y hasta tuve que incorporarme como profesor en la EIDE del Comodoro

“Es ahí donde doy mis primeros pasos como técnico del salto de altura con la atleta Reina Ana Mateu, con quien logré el récord juvenil centroamericano en 1976 (1 metros 76 centímetros).

“Ese resultado me devuelve al seleccionado nacional y me dan el salto de altura, damas, y el pentatlón, con dos discípulas: Elida Aveillé, en pruebas múltiples y María Luis Betancourt, en la altura (1,78).

“En 1978 entra el fenómeno Silvia Costa que entrenaba con Guadarrama eventos múltiples, y como saltaba 1,78 yo le planteé a la comisión que ella podía ser una excelente saltadora de altura”.

Y fue cierto, porque no ha habido en Cuba mejor saltadora que ella en la altura.

“Así es. En 1979, con apenas 15 años, rompió el récord nacional que estaba en poder de la Carbonell, al sobrepasar el listón a 1,85; con 16 se gana el derecho ir a los Juegos Olímpicos de Moscú al brincar de 1 metro 90, pero los 'especialistas' dijeron que era muy joven y la privaron de ese derecho”.

Recordemos que la alemana federal Ulrike Meyfarth había ganado los Juegos Olímpicos de Münich 72 con esa edad, 16 años, con 1,92. O sea, que la Costa perdió tres posibilidades de asistir a la magna cita cuatrienal, si tenemos en cuenta las ausencias de Cuba a Los Ángeles 84 y Seúl 88.

“No te puedo contar lo que para la adolescente Silvia Costa significó que, ganándose el derecho, le impidieran competir en Moscú, pero poco a poco logré ir sacándolade ese bache”.

Guillermo, además de Silvia Costa, obtuviste buenos resultados con Elida Aveillé, que de paso era tu esposa.

“Entre 1980 y 83, Elida quiebra en seis ocasiones el récord nacional, primero del pentatlón y luego del heptatlón. Así se ubica tercera en los Panamericanos de Caracas 83, en esa disciplina y en los 100 con vallas. En esos propios juegos, Silvia y Jorge Luis Alfaro fueron segundos. O sea, ahí aporté como entrenador cuatro medallas.

“En la cita regional Habana 82, Silvia y Elida habían logrado los cetros en altura y heptatlón, respectivamente”.

En ese momento, una de las figuras cuyo futuro se avecinaba más promisorio, la pinareña Silvia Costa, rompe por tres ocasiones la plusmarca mundial juvenil con 1,96; 1,97 y 1,98. Con este último salto se ubicó segunda detrás de la estelar soviética Tamara Býkova en la Universiada de Edmonton.

Es entonces que el profesor de la Torre se enfrasca en la tarea de preparar a su alumna para quebrar el récord mundial en 1984 (año de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles).

“Así fue, pero sucedió lo imprevisto: un entrenador venezolano, cuya atleta siempre perdía con Elida, quiso tener un gesto conmigo y me obsequió un pequeño televisor de 14 pulgadas, hecho que motivó mi separación, mi segunda separación del equipo nacional”.

Un entrenador venezolano, cuya atleta siempre perdía con Elida, quiso tener un gesto conmigo y me obsequió un pequeño televisor de 14 pulgadas, hecho que motivó mi separación, mi segunda separación del equipo nacional

¿¿¿¿????

“Nada, su gesto fue mal interpretado; fue considerado 'una desviación ideológica'. Además me plantearon que escogía muchas competencias en países capitalistas. Quiero dejar en claro que eso no fue un problema del país ni de la Revolución, sino de una persona en específico que tenía todo el poder para hacer lo que hizo en ese momento”.

¿No fuiste a otro nivel para defenderte?

“Mira, en esos momentos, cuando te colgaban ese San Benito, recoge y vete. ¿Te imaginas mi frustración cuando yo tenía hecho el plan de entrenamiento, adecuado a sus características, capacidad física para lograr el primado del universo”.

¿No planteaste eso mismo?

“Claro que sí, incluso dije que me dejaran hasta la competencia y después yo acataba la sanción, pero nada. A ella le asignaron a Guadarrama, y a Elida, que había seguido mejorando año tras año su récord nacional en el heptalón y estaba muy bien en los 100 con vallas, la separaron de la selección por ser mi esposa”.

A Elida, que había seguido mejorando año tras año su récord nacional en el heptalón y estaba muy bien en los 100 con vallas, la separaron de la selección por ser mi esposa

(Si estuviéramos hablando a nivel de barrio, diría: “está duro eso” y sinceramente, aunque no pongo en duda la palabra de mi entrevistado, no doy crédito a lo que escucho, ni puedo lanzarme a una cruzada buscando personas que me puedan corroborar lo que él afirma. Como siempre digo en estos casos, son declaraciones fuertes de las que ellos se hacen responsables.)

“Claro que es verdad lo que digo, y de ello son testigos tanto Silvia como Soto; menos mal que los tiempos han cambiado para bien, y el oscurantismo de aquellos años ha quedado detrás”.

Te separaron y ¿qué fue de Silvia?

“Imagínate, su segunda decepción olímpica. Tanto ella como Jorge Luis Alfaro habían realizado las marcas mínimas para Los Ángeles cuando les dicen que no iban.

“Y puedo asegurarte que Silvia estaba en el podio olímpico; además que, de haber seguido yo entrenándola, hubiera establecido una nueva plusmarca del orbe, como después la hizo Javier Sotomayor. Esto no es hablar por hablar; esto es ciencia, metodología de la preparación.

(Por supuesto, no se consideran los accidentes o lesiones. Visto a tantos años de distancia creo que fueron en extremo displicentes y extremistas; a nadie le importó la medalla ni el récord, y más allá, los sueños de una deportista, sobre todo por la causa que creó todo el problema: un televisor de 14 pulgadas.)

¿Qué fue de Guillermo de la Torre entonces?

“No te niego que fue casi una cacería de brujas, hasta el punto de no dejarme entrar en el estadio Pedro Marrero, sede del seleccionado de campo y pista cubano en esa época. No me dejaban ni entrenar en la ESPA provincial, por lo que tuve que incorporarme al Instituto Politécnico Amistad cubano-soviética, sin vínculo alguno con el INDER”.

Fue casi una cacería de brujas, hasta el punto de no dejarme entrar en el estadio Pedro Marrero, sede del seleccionado de campo y pista cubano en esa época. No me dejaban ni entrenar en la ESPA provincial, por lo que tuve que incorporarme al Instituto Politécnico Amistad cubano-soviética, sin vínculo alguno con el INDER

Momentos tristes para un trabajador incansable y talentoso como tú...

“Cuatro años, Julita, cuatro años alejado de lo que más he amado en mi vida y… ¿por qué? Yo entrenaba en la calle a atletas que no eran de la preselección; por ejemplo, el hoy entrenador Luis Alberto Pinillo, y Alfaro, que había causado baja del equipo grande”.

¿Por qué no partir a entrenar al extranjero?

“Lo hice. En 1988, en mi afán por regresar a la selección, solicito una misión, lo que coincide con un pedido de Nicaragua de entrenadores experimentados para preparar a sus deportistas con miras a los Juegos del Itsmo, al que concurren Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Panamá.

“Eso me vino de maravillas pues me seleccionan, a pesar de la postura del INDER hacia mí, pero es que habían pasado cuatro años y el que no me quería ya no estaba. Eso me demostró que yo no tenía ningún tipo de problema, pues era elegible para cumplir misión”.

¿Te gustó aquello? ¿Qué resultados tuviste?

“Me vino muy bien y sí, tuve excelentes resultados: mis alumnos dejaron detrás todos los récords nacionales en saltos de longitud, altura, triple, garrocha, 100 y 110 con vallas así como el heptalón; todos ganaron medallas de oro en los Juegos.

“Era mi oportunidad de lucirme…¡y lo hice! Corría el 1990, tenía que regresar, pero solicito extender mi trabajo. Sin embargo, eso coincide con el fallecimiento del profesor José Godoy, quien había llevado a la cima a Javier Sotomayor. Con él, el Príncipe de las Alturas había establecido los primados mundiales de 2,43 techado y 2,43 y 2,44 al aire libre.

“Vengo a La Habana y me sorprende la proposición del Soto de que yo fuera su entrenador”.

Vengo a La Habana y me sorprende la proposición del Soto de que yo fuera su entrenador

Yo soy testigo de la inquebrantable postura de Javier en relación con esto: era Guillermo o no seguía compitiendo. También sé que Silvia quiso retomar a su maestro, algo que le fue negado.

Así las cosas, de la Torre-Sotomayor tomaron juntos una nueva perspectiva de vida: un nuevo binomio inundaría titulares del planeta con numerosos triunfos.

“No era fácil sustituir al maestro Godoy; de hecho, nunca lo pretendí. Por ejemplo, mi sistema de entrenamiento era diferente, y mira si el Soto es un fuera de liga que lo asimiló todo perfectamente”.

¿Cómo fue que se materializó el binomio?

“Él me vino a ver y me dijo que me necesitaba. Pero ya en la comisión me habían dicho que tenía que sostener una reunión con 'malanga y el puesto de viandas' y dije que NO. Y así se lo hice saber al Soto, quien me dijo, “tranquilo” y así comenzamos a entrenar.

“Sus palabras me conmovieron y ¿cómo le iba a decir al más grande que no? ¿Quieres una anécdota? Yo comencé a entrenarlo el 22 de enero de 1990 y hasta noviembre a mí no me habían pagado por el INDER; por suerte, eso lo asumió el Tecnológico, cuya dirección se portó a gran altura conmigo. Los recuerdo con mucho agradecimiento”.

En total estuviste 12 años al lado de Javier Sotomayor, de los más grandes atletas del planeta. ¡Cuántas anécdotas, vivencias, triunfos, momentos dolorosos vivieron juntos! ¿verdad?

“Yo asumí a Javier en medio de una tremenda depresión por la muerte de su casi padre José Godoy, y lesionado del Talón de Aquiles y rodilla del pie de despegue (izquierdo). Me pidió que, a pesar de ello, lograra ubicarlo entre los cinco mejores saltadores de altura de ese año en el mundo, y se lo cumplí: 2 metros 36 centímetros, cuarto del ranking universal.

“En el 1991, nos trazamos ganar los Juegos Panamericanos Habana 91 y no sin dificultad, pero obtuvo el oro (2,35), y luego, la plata en el Mundial de Tokío, donde llegó resentido de la lesión del tobillo izquierdo”.

Al Soto le faltaba un título, quizás el más importante. ¿Qué se plantearon para los Olímpicos de Barcelona 92?

Javier hubiera ganado sin dificultad los Juegos de Seúl 88 por lo que Barcelona era una meta doble; cumplió el plan al pie de la letra y allá, en el bello estadio de Montjuic se alzó con el metal más codiciado (2,34) en lo más alto de un podio ocupado por cinco competidores, tres de ellos empatados en el tercer peldaño”.

Se cumplió así el sueño de muchos, pero sobre todo del propio Soto, su entrenador de la Torre y su maestro de toda la vida José Godoy.

“Pero ese sueño no fue una fácil conquista; quiero significar que una invitación a la ciudad finesa de Lapila, 25 antes de la cita catalana, fue algo fundamental en esa presea dorada”.

En el Mundial techado de Toronto 93, el discípulo de Guillermo realizó una de sus mejores tácticas competitivas, al punto de que su eterno rival, el sueco Patrik Sjöberg, renunció a su último intento al pensar que tenía asegurado el cetro.

No obstante, Javier subió la varilla al 2,41, venció la altura y la medalla dorada fue a su pecho. Sjöberg no lo podía creer.

En ese mismo 1993, de la Torre no tenía descanso. La cota de Sotomayor aún tenía que ascender otro peldaño. Era la meta de Guillermo de la Torre y, por supuesto, del talentoso campeón.

“Yo lo tenía todo medido para que quebrara el récord mundial en un mitin en Londres, pero lamentablemente llovió y como el propio Sotomayor ha dicho, es el peor saltador del orbe con lluvia”.

Así las cosas llegaría otra justa en la misma ciudad donde estableciera el 2,43, la hermosa Salamanca, en España.

“En aquel estadio repleto de aficionados y con solamente cinco saltos, lo que demuestra su grandeza, el cubano cumplimentó el plan trazado por su entrenador, poniendo nuevamente en alto su nombre, el de la Torre, el de Cuba y el de Salamanca”.

En 1994, Soto compitió en 33 ocasiones y solo perdió en una, en Zurich, por la bendita aparición de la lluvia. ¿Intentaron romper el 2,45?

“Claro: él saltó diez veces 2 metros 40, e intentó cinco veces el 2,46. Por eso, el 1995 nos traía varios retos: ganar el Mundial bajo techo, los Panamericanos de Mar del Plata y romper la marca mundial así como el oro en el Mundial de Gotemburgo.

“Consiguió el cetro en la cita invernal de Barcelona, la continental argentina pero no pudo con el récord del mundo ni el oro en Suecia, cuando lesionado, pierde con 2,37 ante el bahamés Troy Kent”.

Su segunda posibilidad (en sí la tercera si contamos a Seúl 88) a medalla olímpica, en Atlanta, la perdió por igual causa (lesión en su tobillo). Desanimado, el Príncipe de las Alturas comparte con su entrenador la decisión de no volver a saltar, si no alcanza el oro en el Mundial de Atenas 97.

“¿Puedes suponer el tremendo trabajo psíquico, físico, médico que hubo que poner en práctica para que Javier enfrentara sin presión el Mundial de Atenas 97?”

Yo estaba allí, sentada junto a mis colegas Nelsito y Montesinos, en la grada más cercana al colchón del salto de altura, y cuando vi los nombres de los competidores me di cuenta de que allí estaban todos: el griego Papakostas, el estadounidense Steven Smith, Troy Kent de Bahamas; Tim Forsyt de Australia, el polaco Arthur Partica, todos con marcas por encima de los 2 metros 37 centímetros.

Para colmo, el Soto comienza en una altura bajita: 2,25, y… ¡tumba el listón!, o sea, en desventaja con todos ellos. Fue una de las competencias más tácticas, hermosas y estresantes que he vivido en toda mi carrera. ¿El final? Todos lo saben: medalla de oro para el nuestro con 2,37. ¡Sotomayor recuperaba la confianza!

Y aquí quiero detenerme, porque toda Cuba saltó con Javier, tumbó la varilla a su lado, subió al podio y recibió la medalla pero, ¿esto hubiese sucedido si Guillermo de la Torre, tras el fallecimiento del maestro Godoy, no hubiera sido el entrenador? Pregúntenle a Silvia Costa y tendremos la más adecuada de las respuestas.

En 1998 siguió su triunfal camino al ganar la cita regional de Maracaibo con 2,37, récord para la competencia, mientras en el 99 se imponía en el Mundial en pista cubierta de Maebashi, Japón y con 2,30, en los Panamericanos de Winnipeg, sufriendo una hernia discal.

“Sí, y ahí vino la más absurda de las acusaciones de supuesto dopaje, de las que Fidel y todo el pueblo cubano lo defendió; al punto de que la IAAF suspendió su sanción de dos años y lo dejó competir en lo que debía haber sido su última competencia: los Olímpicos de Sídney”.

Tú, en lo personal, ¿cómo asumes el reto de esos Juegos, para los que Javier no pudo competir previamente por la sanción?

“Yo le escribí a la IAAF, exponiendo la farsa que constituía esa acusación. Jamás mi atleta, ¡jamás! se había visto envuelto en ninguna trampa; era un atleta limpio. No dejé nunca de entrenarlo, aún sin competencias”.

Jamás mi atleta, ¡jamás! se había visto envuelto en ninguna trampa; era un atleta limpio. No dejé nunca de entrenarlo, aún sin competencias

Un excelente trabajo hizo de la Torre. Recuerdo el Barrientos In memoriam que precedió a Sídney, y fuera de competencia, pude ver al Soto en la imponente forma en que se hallaba.

¿Cómo te las arreglaste para que llegara en tan magnífica forma a los Juegos?

“Programé e hice un entrenamiento psicológico de la representación del salto de altura: acostado con el psicólogo, mentalmente reproducía los saltos y así poder alcanzar la forma deportiva.

“Entretanto, entrenábamos normalmente, sin competir. Después de ese Barrientos, la IAAF levantó la sanción, y conjuntamente a eso, yo me dije: 'el Soto está listo para ganar su Olimpíada'.

“Pero cuando iba haciéndolo fácilmente con 2,32, camino de al menos al 2,37, comenzó a llover y ahí mismo un desconocido ruso, que había hecho el equipo de su país por lesión de un compañero, y que estuvo a punto de no clasificar a la final, Klukin, conquistó la corona”.

Ven acá Guillermo, ¿y tú no le pudiste quitar en tantos años ese miedo a saltar lloviendo?

“No. Cuando saltas hay que tener cuidado con la curva y él tenía una lesión grave que en un descuido podía privarlo de hacer el deporte, se le podía empeorar. Esa es la razón:”

Dijiste que ahí debió poner punto final el Soto a su maravillosa carrera.

“Sí, ir al Mundial de Edmonton fue un error. Su quinto lugar, a pesar de sus 2,35, lo demuestra. Psíquicamente, con sus 34 años, no estaba en las mejores condiciones.

“Concluyó mi larga etapa con un hijo, Javier Sotomayor, de la que siempre estaré agradecido como sé él lo está de mí. No quiero dejar de mencionar que muchos de esos años estuvimos acompañados de Marino Drake que llegó a alcanzar 2 metros 34 centímetros, y fue subcampeón en los Centrocaribes de México y Ponce y quinto en el Mundial de Tokío”.

Ojalá en estos momentos pudiéramos contar con un Marino Drake.

En la pasada Copa Cuba, sin menospreciar a nadie, daba pena ver a aquellos muchachos tratando de superar alturas vencidas por mujeres en el mundo; pero volvamos a Guillermo de la Torre.

¿Qué hiciste tras el retiro del Soto?

“Me di a la tarea de buscar nuevos talentos, pero ya el trato no era preferencial. Eso es así, pues no es lo mismo preparar a una estrella que a un grupo del cual a lo mejor no sobresale ninguno.

“De todas formas entrenaba a Víctor Moya y Lisvany Pérez. El primero resultó subcampeón mundial en el Helsinki 2005 (en abril de ese año dejé de ser su entrenador por lo que considero esa medalla como mía) y Lisvany fue onceno en los Olímpicos de Atenas 2004, y en ambos casos tenían proyectado que pudieran saltar en Beijing 2,37, por la progresión que llevaban”.

¿Por qué dejaste de entrenar a Víctor?

“Jajá. Río para no llorar. Resulta que a comienzos del 2005, la dirección del INDER y de la comisión nacional de campo y pista se reúnen con un grupo de los más veteranos entrenadores (los de la década del 80) y nos plantean la necesidad de renovación por preparadores jóvenes.

A comienzos del 2005, la dirección del INDER y de la comisión nacional de campo y pista se reúnen con un grupo de los más veteranos entrenadores (los de la década del 80) y nos plantean la necesidad de renovación por preparadores jóvenes

“El que estuviera de acuerdo se podía ir a una misión deportiva al extranjero pero tenía que entregar su plaza”.

No quiero ni siquiera escribir la palabra que esa actitud conlleva. ¿Quiénes eran?

“Julio Bécquer, Santiaguito Antúnez (elegido el mejor entrenador del año por la IAAF), Miguel Bernal, Cheo Salazar, Irolán Echevarría, Amarilis Hernández y yo. De éstos sólo queda Amarilis, quien entrena junto a Eloína Kerr los corredores de 400, 800 y el relevo largo”.

¿Cuál fue la reacción de ustedes?

“¿Cuál va a ser? Los que habíamos reportado tantísimos éxitos a nuestro deporte rey, nos molestamos, estábamos muy dolidos, y unos aceptaron la misión, otros se jubilaron”.

¿Y tú y tus planes con Víctor Moya, quien por cierto, venía muy bien?

“Echados al foso. Yo tenía planes sólidos basados en mi sistema de entrenamiento, muy fructífero con el Soto, de un 2,37 para Víctor y Lisvany, ambos para Beijing 2008, como ya te dije. En esos juegos, eran seguros medallistas. Es cierto que Moya se lesionó, pero podía recuperarse con la debida preparación.

“Nuevamente la palabra de orden para mí fue frustración, pero donde manda capitán… Además, no era solo una decisión en mi contra sino también contra los atletas que con tanto sacrificio se venían preparando y ahora tenían que comenzar una nueva adaptación.

“¿Cuántos recursos había invertido el país en una preparación específica, cuánto cuesta un récord? Todo perdido”.

En estas entrevistas que he realizado para CiberCuba, aunque parezca mentira tras casi cuatro décadas ejerciendo el Periodismo, he aprendido muchísimo; pensaba que no me quedaba mucho por ver, pero mira que me he equivocado.

He palpado de cerca experiencias de vida que desconocía a pesar de haber convivido con muchas de esas personas. Y ahora, tras escuchar al profe de la Torre, sigo atónita. Por un lado es cierto que la vida es evolución, desarrollo, crecimiento, cambio. No somos eternos, pero siempre he pensado que los cambios en el entrenamiento deportivo deben ser paulatinos.

Y fíjense si es así que, después que Víctor Moya ganara la plata mundial en Helsinki, ningún otro saltador o saltadora de altura se acerca a ninguna marca de interés, ni siquiera regional.

¿A dónde saliste de misión?

“A Turquía por tres años. Trabajé con un grupo de atletas, a un varón, Umit Tam que no llegaba a 1,90 lo dejé en 2,25; y a una muchacha que no recuerdo su nombre la elevé a 1,94.

“Regresé, me retiré oficialmente en el 2008 aunque proseguí asesorando e impartiendo conferencias en México, Georgia y Bulgaria. En el 2012 me acerco a la Comisión Nacional, planteando mi disponibilidad de asesor del salto de altura cubano, ya que había observado el deplorable estado en que se encontraba y me dijeron, categóricamente, ¡que no hacía falta!

En el 2012 me acerco a la Comisión Nacional, planteando mi disponibilidad de asesor del salto de altura cubano, ya que había observado el deplorable estado en que se encontraba y me dijeron, categóricamente, ¡que no hacía falta!

“Regresé a mi hogar, entristecido, porque sé que puedo ayudar, y ¡no me dejan! Me considero no un héroe pero sí una figura importante en el deporte cubano.

“No soy carismático, a lo mejor no caigo bien, pero he trabajado sin parar con honor y esfuerzo por mi deporte, mi país, en una etapa en la que apenas había dinero; no como ahora, que los atletas y sus entrenadores cobran gran parte de sus premios.

“Antes, la dignidad era lo primero. Con pasión se defendía la camiseta. No digo que ahora no se haga pero don dinero está presente”.

¿Qué querrías hacer?¿Te sientes capaz de asesorar el área de salto de altura?

“Claro que sí. Estoy deprimido pero mentalmente activo. Podría ser un buen asesor de los jóvenes entrenadores, sentirme útil, ayudar en lo que pueda. Ahora hay una nueva dirección en la comisión que sé está uniendo, llamando a las figuras históricas que puedan ayudar. Confío en que yo sea una de esas figuras”.

Medallas Obtenidas en Competencias Oficiales (1968-2005)

Juegos Olímpicos:

  • Barcelona 1992 (2.34cm) Javier Sotomayor- Oro
  • Sídney 2000 (2.32cm) Javier Sotomayor- Plata
  • Total: 1 de Oro, 1 de Plata

Campeonatos Mundiales Aire Libre

  • Tokio 1991 (2.36cm) Sotomayor - Plata
  • Stuttgart 1993 (2.40cm) Sotomayor - Oro
  • Gotemburgo 1995 (2.36cm) Sotomayor - Plata
  • Atenas 1997 (2.37cm) Sotomayor - Oro
  • Total: 2 de Oro, 2 de Plata

Campeonatos Mundiales Pista Cubierta

  • Sevilla 1991(2.31cm) Sotomayor - Bronce
  • Toronto 1993 (2,41 M) Sotomayor - Oro
  • Barcelona 1995 (2,38 M) Sotomayor -Oro
  • Maebashi 1999(2,36 M) Sotomayor - Oro
  • Total: 3 de Oro, 1 de Bronce

Juegos Panamericanos

  • Caracas 1983 Silvia Costa - Plata
  • Caracas 1983 Jorge Alfaro - Bronce
  • Caracas 1983 Elida Aveillé - 2 Bronces
  • Habana 1991 Sotomayor - Oro (2.35cm)
  • Mar Del Plata 1995 Sotomayor - Oro (2.40cm)
  • Total: 2 de Oro, 1 de Plata, 3 de Bronce

Juegos Centrocaribes

  • Panamá 1970 Jesús Mirabal Decatlón - Oro
  • Panamá 1970 Ramón Díaz Decatlón - Plata
  • Medellin 1978 Elida Aveillé - Oro
  • Habana 1982 Silvia Costa - Oro
  • Habana 1982 Elida Aveillé - Oro
  • México 1990 (2.34cm) Sotomayor - Oro
  • México 1990 Marino Drake - Plata
  • Ponce 1993 (2.35cm) Sotomayor - Oro
  • Maracaibo 1998 (2.37cm) Sotomayor - Oro
  • Total: 7 de Oro, 2 de Plata

Total De Medallas En Competencias Oficiales –equipo Cuba

  • Olimpiadas: 1 de Oro, 1 de Plata
  • Camp. Mundiales 5 de Oro, 2 de Plata, 1 de Bronce
  • Juegos Panamericanos 2 de Oro, 1 de Plata, 3 de Bronce
  • Juegos Centroamericanos: 7 de Oro, 2 de Plata
  • Copa Mundial De Atletismo: 1 de Oro, 2 de Plata
  • Juegos De Buena Voluntad De Atletismo: 2 de Oro
  • Universiada Mundial: 1 de Plata

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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