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Pitcher de recursos, control y buena velocidad: recta, curva, skrewball, knuckleball y cambio, el zurdo Lázaro Garro, nacido en Matanzas en septiembre de 1973, lanzó 19 Series Nacionales y fue un cinchete para los yumurinos.
Casi 20 años estuviste en las gramas de los estadios del país… ¿Cuántos recuerdos, cuántas anécdotas?
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Sí, Julita, yo jugué 19 temporadas. Debuté con el equipo Citricultores en la Serie 1989-90. Recuerdo que salí directamente de la categoría 15-16 años a jugar la Nacional. El director era Tomás Soto, y te cuento que fui el pitcher con el que Soto decidió abrir el primer juego de la Serie frente a Henequeneros. Te podrás imaginar mis nervios y mis emociones y así, ¡exploté! en ese mismo primer inning. ¿Para qué contarte?
Otro momento difícil en mi debut fue cuando enfrenté al equipo pinareño con una aterradora tanda: Omar Linares, Luis Giraldo Casanova y Fernando Hernández. Di tres boletos seguidos. Muchacha... ¡morí! Jajajaja…
Jugando como refuerzo de Santiago de Cuba viví otro momento inolvidable. En la final, precisamente contra Pinar, Linares me da jonrón y me empata el juego; me sustituyen y, cuando salgo del box camino al banco, el público comienza a gritar: “¡Garro, Santiago te quiere!”. Me emocioné muchísimo.
¿Qué hace en este momento uno de los mejores zurdos de la pelota cubana?
Ahora trabajo con el equipo de Los Cocodrilos, de Armando Ferrer; soy uno de los entrenadores de pitcheo. Me siento bien enseñando. Hay buenos prospectos, lo que pasa es que cuando obtienes el fruto, la gran mayoría se va a probar suerte. ¡Imagínate! Trabajo junto a Jonder Martínez y, de veras, el staff de pitcheo no está mal.
En la anterior campaña, las jóvenes figuras lo hicieron bien. Pudimos clasificar. Yo pienso que ellos son el futuro.
Ok. Ese es tu pensar, habría que preguntar qué piensan ellos…
Bueno, ellos pueden pensar lo que nosotros no pudimos ni soñar: ¡Jugar en una mejor pelota! Ahora mismo, a Roilan Averoff, un derecho de 20 años, espigado, le caben muchas libras... ¡es todo un prospecto! En su segundo año, Averoff evidenció un gran despegue, fue un seguro abridor. Respondió a todas las expectativas. ¿Dónde está ahora?
¡Ah!, ¿dónde si no? En República Dominicana, junto a muchos otros cubanos que sueñan con jugar en la Gran Carpa, y los que no puedan hacerlo se van para las ligas asiáticas, para México, Venezuela o Nicaragua. En cualquier parte. Nos ha hecho tremendo hueco, pero sólo le deseo que todo le vaya bonito, que crezca como pelotero.
En sus 19 temporadas, el zurdo Lázaro Garro conquistó 90 éxitos frente a 109 derrotas con un equipo que pocas veces alcanzó posiciones de privilegio como Matanzas. Salvó 22 juegos y en total, intervino en 380. Su efectividad fue de 4.63, ponchó a 732 bateadores en 1,640 y un tercio de entradas. Se despidió del béisbol activo en la temporada 2007-2008.
¿Pudieras comparar la pelota cubana actual con la de tu tiempo? ¿A qué atribuyes el éxodo de talentos?
Para mí, la época mía fue muy buena; incluso, antes de esta hubo mucha calidad también. Todos esos años en Cuba se jugaba pelota, se amaba la pelota, se vivía por la pelota. Había calidad y profesionalidad; ahora eso brilla por su ausencia. Ahora a los muchachos hay que repetirles las cosas mil veces, no prestan la atención que deben. Antes, con decirnos una o dos veces las instrucciones, bastaba...
Yo creo que, si en mi tiempo o en series anteriores a mí hubiésemos tenido la oportunidad de jugar en otras ligas como ahora, nuestro béisbol estaría en mejores condiciones. Es probable que muchos hubieran emigrado. Ahora, nacen con la mente puesta en otras ligas que les resuelvan la vida a ellos y a sus familias.
En la actualidad todo es mucho peor, en todos los sentidos. Los estadios cada día están más malos, el box duro, lleno de huecos. Los jóvenes hoy día con talento, como ya te dije, salen a probar suerte. Se dan cuenta que estar aquí es por gusto. Mira mi ejemplo, yo jugué 19 temporadas y... ¡nada! ¿De qué me vale?
Si Mandy Ferrer no me incluye en su cuerpo de dirección con Matanzas, nadie se acordaba de Garro. Yo tengo mi casa en el campo, casa que no he podido terminar, y a nadie le importa.
¿Pudieras conformar un Team Cuba ideal, contando épocas distintas?
Decirte un equipo “Todos estrellas” para mí es difícil. Sabes tanto o más que yo que nuestro béisbol en su momento tuvo grandes, fantásticos peloteros. Ahora mismo, yo sigo a los nuestros que están jugando en el extranjero, fundamentalmente en la Gran Carpa. Me enorgullezco de Adolis, Arrozarena, Yordan Álvarez, los Gurriel... ¡de todos!
Pero bueno, de los cobardes no se ha escrito nada. Ahora, no te doy uno por posición: para mí Juan Castro y Albertico Martínez eran diferentes; Ariel Pestano y Juan Manrique son excelentes, pero Juan y Albertico tenían magia.
En primera, Antonio Muñoz y Julio Germán Fernández, el matancero; en segunda, Antonio Pacheco y Juan Padilla. El Niño Linares y Cheíto Rodríguez, tercera, y Germán Mesa y Eduardo Paret, campo corto.
Jardineros: Víctor Mesa, Fernando Sánchez, Luis Giraldo Casanova, Lourdes Gurriel y Pepito Estrada.
Designado: Orestes Kindelán.
Lanzadores: Jorge Luis Valdés (z), Braudilio Vinent (d) y Pedro Luis Lazo (r).
Manager: Jorge Fuentes e Higinio Vélez, aunque reconozco que [Gerardo] “Sile” Junco era muy carismático, conocedor del béisbol y sus peloteros lo seguían.
Lázaro Garro lanzó para el equipo nacional cubano en la Copa Intercontinental de 1997. Fue muy poco utilizado: solo en par de entradas, en las que ponchó a cuatro bateadores. Su otra aparición con las “Cuatro letras” fue cuando Cuba jugó con los Orioles de Baltimore en el Estadio Latinoamericano, en 1999.
¿Te llevaron “recio” para integrar el CUBA, verdad? Yo recuerdo mis comentarios al respecto, apoyándote.
Tienes mucha razón, lo recuerdo. Recio es poco, muy poco; incluso, las pocas veces que vestí la camiseta nacional no me dieron oportunidad de lucirme. Me dejaron fuera de la Copa Intercontinental de Australia, lo hicieron cuando el choque de vuelta a Baltimore. Realmente, no fueron justos conmigo.
¿Es Matanzas una provincia de zurdos?
Pues sí, grandes lanzadores del brazo “equivocado”, liderados por el mejor de todos, el zurdo de oro Jorge Luis Valdés [Nota del editor: Jorge Luis “Tati” Valdés falleció el pasado 28 de enero, días después de que Garro nos concediera esta entrevista].
Ahora mismo viene uno muy bien en la categoría sub 15; esperemos que pueda vestir el uniforme de Matanzas.
¿Estás preparado para el béisbol moderno?
Cuando te sientas a analizar, la pelota sigue siendo out y quieto, rollings y flays. ¡Ahhhh!, que haya aparatos que midan esto o aquello o lo otro, pero es lo mismo. Aquí se habla mucho de la rotación de la bola y eso no es novedoso. Yo recuerdo a mis entrenadores de la EIDE que hablaban de eso… O sea, ¿qué modernismo de qué?
Los narradores nuestros de aquí dicen: “Nuestros entrenadores no están calificados”. Chica, primero ponme las academias, las condiciones; yo busco los talentos y los entreno, los formo.
Si en un tiempo prudencial no funciono, me quitas y ya. Pones a otro, pero no; aquí tienes que ser un mago; sin lo mínimo para trabajar hay que ganar. Sin ir más lejos, se acabó la Serie Nacional hace meses y ¿dónde veo yo, entreno, le enseño a mis muchachos, si no hay una academia?
Entonces, dos meses antes de que comience la próxima SNB, los llaman. ¿Qué pueden aprender, qué les enseño, qué comen en esas concentraciones? Porque los tienes que ver, todos juntos no hacen un pitcher de los años 80.
¿Te hago una anécdota? Cuando yo era juvenil, en una Copa Antillana de Acero, previo al inicio de la Serie Nacional, vi por primera vez a El Duque Hernández… ¡me quedé impresionado! Y él siempre fue tan amable, tan conversador. Se acercó a nosotros. Aquel hombre, sin ser musculoso, estaba fuerte como el resto de su staff. En esos tiempos, los peloteros venían con somatotipo, venían con una preparación previa. ¿Ahora? Nada.
Ya que hablamos de anécdotas, ¿tienes alguna que no olvidas?
El ponche a Víctor Mesa en el “Sandino”, juego de la Serie Nacional entre Henequeneros y Villa Clara. Íbamos ganando por una y pude poncharlo. Aquel estadio se vino abajo... Jajajaja… Y en Santiago, cuando estuve de refuerzo en una Copa Revolución, me apodaron “el médico de guardia” porque salía en las urgencias y cerraba el inning.
¿Familia?
Todo bien: tengo dos hijos, el varón Dairon, que no es mío, pero lo crie, y una niña, Henny, de 26 años, graduada de Informática en la UCI. Somos una familia unida, mis hermanos, mi papá...
Veo que estás feliz en tu hogar y eso es muy importante. ¿Lo eres profesionalmente?
Realmente, no. Los peloteros de mi época lo dimos todo y es como si no existiéramos. Nadie se ocupa, nadie nos tira un cabo, nadie nos atiende. Yo, como te dije al comenzar la entrevista, no he podido terminar mi casa en Itabo, en Martí… ¡en Itabo!
Fíjate, yo no pido una casa ni en La Habana ni en Matanzas. Yo sólo pido que me ayuden a terminar la mía en Itabo. ¡Y ni eso! Llevo años en eso. Ahora quiero permutarla para Matanzas y lo que hacen en el Partido y el Gobierno es reírse de mí… ¡Ya ni lo intento!
A mí no me han dado ni misiones. Me pasa por el lado gente que no ha hecho nada por la pelota y ni me miran, como si no existiera. Yo soy orgulloso, pero ¡qué mediocridad! Esos que nada han hecho y te miran por encima del hombro. ¡Es triste, Julita!
Y si fuera yo solo… ¡pero somos muchos!
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