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"La Mula que se hizo arriera", la singular historia de una cubana en España

"Hasta un día que me paré a pensar y me dije, Idalmita ya tú no estás para tanta cogedera de avión (...) así que empecé a identificar gente que pudiera hacer de mula, trabajando para mí..."

Equipaje de viajeros en el Aeropuerto Internacional "José Martí, en La Habana © CiberCuba
Equipaje de viajeros en el Aeropuerto Internacional "José Martí, en La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

Tiene la piel avellanada, las carnes firmes -aunque está meditando la opción de operarse los pechos- y pide llamarse Idalmis de la Caridad Frómeta Hernández para este retrato, porque “yo no estoy pa eso de entrevista porque me aburro”, pero quiere contar sus andanzas.

La primera vez que nos vimos, ella llevaba tres meses en España, adonde llegó casada con un hombre bueno “que se me murió con el puto cáncer”; y trabajaba en una gasolinera de la A 4, la autovía que conecta Madrid con parte de Andalucía y viceversa.

Tras pagarle el combustible, pregunté un sitio donde se comiera bien por la zona y me indicó con toda seguridad el restaurante que era de su familia política. Al descubrirnos como cubanos, salió de detrás del mostrador, nos besamos con afecto y hablamos las generalidades habituales en esos encuentros fortuitos.

"España es un gran país, pero lo que no me adapto es a los helados, ¡ay, qué malos son, chicos, no saben a na!", algo así me soltó. Sonreí con la ocurrencia de la recién llegada.

Comí en el restaurante contiguo a la gasolinera y, antes de seguir viaje a Madrid, me despedí de ella, dejándole mi número de teléfono que marcó como nueve meses más tarde para decirme que estaría por Madrid y pedirme que nos viéramos.

Accedí y fui a verla con una sorpresa: una selección de sabores de Haägen Dazs, que conservé en una bolsa para alimentos refrigerados y, a su vez, coloqué en una pequeña cava de poliespuma.

Al colocarla en el maletero de su coche, me miró asustada y me dijo: "-¿Y si me para la policía?". Tardé en reaccionar, pero en sus ojos vi parte del daño antropológico que la cultura de pobreza y la represión promovidas por el castrismo ha infligido a generaciones de cubanos.

Aquella frase quedó como santo y seña entre nosotros y, cuando me llamaba por Navidad o el Día de los Padres solía saludarme: "-Chico, todavía no me ha parado la 'fiana' y qué buenos están esos helados, probaste el nuevo de…".

No volví saber más de ella hasta hace poco, que me escribió por el messenger de Facebook con el santo y seña de los helados policíacos. Y hace unas horas, aprovechando la pausa del Puente de la Virgen de la Asunción, festividad española, quedamos a comer cerca de su pueblo español, donde es conocida como La cubana.

Aunque la mayoría de sus vecinos ignoran su trauma con el Haägen Dazs y su intensa actividad comercial, lo que sigue es su relato apretado.

Yo nací en Cauto Embarcadero, pero a mi papá lo mandaron a trabajar a Camagüey cuando yo era chiquita, y acabamos en Ciego de Ávila, así que tu pon ahí que yo soy avileña, que es de donde me siento y donde aún vive mi mamá y parte de mi familia. Mi papá se murió de tristeza.

Cuando el gobierno (cubano) se metió a desarrollar el turismo, mi zona se llenó de italianos… de italianos baratos, pero entonces la gente no se daba cuenta porque allí tú vives ciega desde que naces hasta que mueres, salvo si puedes viajar o irte del país. Y las muchachas empezaron a jinetear y a buscarse la vida. Todos lo sabíamos, pero todos callábamos, incluida la policía, que enseguida encontró la vuelta para beneficiarse y no te lo puedo explicar, pero nunca puteé, yo ver a esos tipos babosos, viejos, con muchachitas me revolvía el estómago y me dije, pero algo tienes que hacer y me hice 'negocianta', me iba a La Habana con cuatro cosas que podía vender rápido allí, y luego volvía con otras que podía vender en mi zona. Las toallas, el bijol y el comino me hicieron ganar dinero y convertirme en suministradora de mis amigas jineteras, que me encargaban perfumitos y champuses de La Habana.

Y en ese trajín conocí al gallego. Bueno, tú no pongas gallego porque él era andaluz cerrado, de aquella zona de Jaén, que son diferentes a los de Cádiz y Málaga; bueno tú sabes. Aquí en España trabajé duro desde el primer día, aprendí lo de la gasolinera, que era de mis suegros, y luego estuve llevando una venta de mosaicos que es de la familia de mi suegra. ¡Ay, coño cómo nos engañaban en Cuba! Que si la Salud Pública gratis, que si la Educación gratis. ¡Cojone, ni que fuera a estar todo el tiempo enferma o estudiando!, ¿tú no cree?

Cuando mi marido se enfermó me consagré a él y lo cuidé hasta que murió en mis brazos; de él me quedó una buena pensión y la casa. Pero yo me vi con casi 40 años, sin hijos, con mucho tiempo y con ganas de hacer cosas. Y, como a los seis meses, arreglé el pasaporte y me fui a Cuba a echar un vistazo. Mi mamá viene todos los años, pero ya yo fui con otra mirada ¿se dice así? Cujeada, y como en aquella época, nos dejaban estar un mes, una amiga que estudió conmigo y que trabaja en Inmigración, me dijo que me fuera a Cancún por la mañana o volviera por la tarde y que ya empezaba a contar un mes nuevo.

Y no volví ese día, me quedé como tres días por Puerto del Carmen, viendo pacotilla y precios, y me dije "Idalmita aquí hay negocio". Volví a Cuba, hice mi estudio de mercado y me volví a España sin decirle nada a nadie de lo que estaba barruntando. Cuando tuve claro todo, pregunté al Consulado (cubano) en Sevilla si yo podía entrar desde otros país a Cuba y me dijeron que sí y volé a Cancún casi sin maletas, allí compré varios artículos y llené tres maletas y me lancé pa La Habana, donde me arreglé con un aduanero con el que me entendí sin contratiempos y me avisó que solo había cometido un error: llevar muchas correas de ventiladores para carros.

Cuando yo iba de visita a Cuba veía las carreteras llenas de correas rotas y pensé que era un buen negocio. Y lo era, pero él me avisó que eso estaba marcado en sus órdenes internas para decomisarlo y dejarte pasar dos o tres, como mucho, porque ese es un negocio del estado, bueno, tú sabes.

Chico y desde entonces no paré, haciendo las cosas con cabeza, seguí trayendo a mi mamá a España todos los años, en verano porque ella el frío no lo aguanta y la dejo que se ponga a hacer frijoles tres veces a la semana y congrí los domingos. Yo como a la española; pero esa guajira tiene la boca dura.

¿Quieres que te cuente una cosa pa que te rías? La primera vez que se puso a cocinar frijoles la veo que coge el paquete y echa los granos sobre la mesa para escogerlos, como se hace en Cuba. Yo la dejé y ella misma se dio cuenta que no hace falta.

El dinero que ganaba lo partía siempre en tres: una parte la reinvertía en comprar más cosas, otra la guardaba en Cuba con mi mamá y mi único hermano que me ayuda cantidad, pobrecito, y la otra la cambiaba en euros y la traía para España. Siempre vendí cosas fáciles, baratas y con mucha salida allí, salvo que me encargaran algún efecto eléctrico que lo buscaba en Panamá y lo llevaba y lo cobraba sin problemas.

Hasta un día que me paré a pensar y me dije, Idalmita ya tu no estás para tanta cogedera de avión y llevadera y traedera, así que empecé a identificar gente que pudiera hacer de mula, trabajando para mí, aunque yo tuviera que poner el dinero inicial.

Se lo dije a mi amigo el aduanero y él me dijo que le parecía buena idea, pero que él se iba a ir para Estados Unidos y que me iba a poner en contacto con otra persona en la aduana, y cumplió. Y me ha ayudado a contactar a gente en Miami, más mis contactos en Cancún, Panamá, Guyana y Haití. Cancún y Panamá son más caros, pero encuentras cosas para clientela con billete, en Guyana y Haití los precios son mejores, pero sin la calidad que puedes encontrar en los otros sitios, excepto en electrodomésticos que están igualados porque son las mismas marcas, digamos.

He tenido mucha suerte porque ninguna de mis mulas ha quedado mal conmigo. Algunas me han dicho que prefieren volar solas y sin problemas, yo lo entiendo porque es el afán de mucha gente, prosperar. Pero las otras prefieren trabajar para mí porque quizá para empezar por sí solas, tendrían que vender su casa o su carro y prefieren ir a lo seguro.

¿Tu conoces La Cuevita? Ahí se encuentran cosas que te dejan la mitad de la ganancia que puedes tener con cosas importadas de Guyana, por ejemplo. Y tengo una mula que le da miedo volar y solo lleva cosas de La Cuevita para otras provincias. Ese es otro mercado que es interesante aunque no siempre encuentras todo lo que te encargan los clientes, porque tú sabes que Cuba es especial.

Y es buen negocio, la verdad que no me puedo quejar. Cobro el principal, es decir, recupero mi inversión y me quedo con el 30% de la ganancia limpia de mis mulas, hay quien quiere más y abusa, pero mi difunto marido me enseñó que en los negocios la ultima peseta debe llevársela el otro y lo he aplicado a rajatabla.

A ver, para que me entiendas, si uno invierte seis mil dólares, vamos a ponerlo en americano para que tus lectores entiendan, eso genera entre tres y cuatro mil dólares limpios de ganancia, y de eso, yo me quedo con un tercio y, claro, también recupero mi inversión. Hay casos que se gana un poco más porque un caprichoso te pide una televisión con pantalla plana de 50 pulgadas y como ese es especulador y porcentajista, pues le apretamos un poco más, pero tampoco sin abusar, porque los cubanos somos la candela y con la Internet se enteran de casi to.

Hace poco le compré un apartamento a mi hermano en Kholy (La Habana) esa zona es buena y cuando voy me quedo allí, yo quisiera que tú vieras cómo se llena ese barrio por la mañana de vendedores de cosas buenas, desde pan y palitroques hasta carne de res y dulces finos. Dice mi hermano que la hija de un general ha puesto una guardería en la que cobra 100 cuc mensuales.

Mi mamá me dijo que por qué no me repatriaba, pero yo quiero envejecer en España, tú sabes que aquí la sanidad y la Seguridad Social funcionan muy bien, y yo me di de alta como autónoma, que me redujo un poco la pensión de viudedad, pero no me importa porque este sistema sí es solidario.

¿Tú has pensado que esto siendo capitalista protege más a la gente que el sistema cubano que es socialista? Antes yo no pensaba en estas cosas, tampoco es que piense mucho en la política porque yo hice un Técnico Medio y para de contar; pero en los últimos años me hago preguntas como esas… Perdona que me desvíe del tema que a ti te interesa, pero la madurez te pone a pensar… Claro que me habría gustado rehacer mi vida con otro hombre, pero ¡coño que egoísta me he vuelto! Me pongo a pensar en tener que meter en mi vida a otra persona, que seguro que los hay buenos y hasta mejores que yo; pero se me pasa y así hasta que vuelvo a sentir ganas de hombre. Pero creo que me va a pasar lo mismo que a mi mamá, que se quedó viuda y no le han faltado pretendientes, pero ella no ha querido.

Mi papá fue muy bueno, cariñoso y preocupado por nosotros. Nunca me dijo nada, pero se lo que sufrió con mi partida; claro él pensaba que España era la selva y no me dio tiempo a traerlo para que viera esta maravilla, esto te lo cuento a ti porque sé que amas a España, pero tú sabes que hay mucho cubano guanajo que solo critica.

Ah sí, lo que se vende ahora. Lo de siempre, chico, pitusas, ropa, popis, toallas y cosas para comer. Habría otro negocio que sería bueno poner, pero no es fácil entrar las máquinas que fabrican hielo para venderlos a paladares y restaurantes del estado, eso sería tremendo negocio, pero no sé bien cómo funciona eso, aunque creo que hay una mujer en La Habana que lo ha puesto…

¡Jajajajajajajajajaja, pero mira que tú eres malo! Cómo se te ocurre pensar que ponga la franquicia de Haägen Dazs en La Habana…

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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