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La historia de Bolita, una gata maltratada en Cuba que hoy vive en Europa

La gatica se había refugiado en la terraza de la casa de una madre y su hija, huyendo de unos vecinos que le habían echado agua hirviendo.

Bolita © Cortesía a CiberCuba
Bolita Foto © Cortesía a CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

Una cubana residente en Holanda ha escrito a la redacción de CiberCuba para contar la tierna historia de Bolita, una gatica callejera que ella y su madre rescataron hace cinco años, y que hoy vive feliz en el país europeo, ajena a cualquier peligro.

A continuación reproducimos su testimonio íntegro:

Mis queridos redactores de Cibercuba. Recién he leído, casi por casualidad, la historia de Siesta y no he podido evitar recordar una muy similar que pienso pudiera ser inspiradora para muchos amantes de los animales y todas aquellas personas que apuestan por la vida y el amor.

Corría el año 2014 y yo, una cubana nacionalizada holandesa, viajé de urgencia a Cuba a visitar a mi madre que de forma repentina debutó con un cáncer de hígado. Mamaíta y yo salíamos en aquellas cálidas tardes de verano a dar una vuelta por el barrio y disfrutábamos mucho alimentando a los gaticos sin dueño de la cuadra.

Una vez, sentimos en medio de la noche un grito desgarrador que llegó precedido del ruido típico que hace el agua al caer desde una gran altura. Inmediatamente nos dimos cuenta que mis vecinos de los altos, reconocidos maltratadores de animales, habían arrojado, una vez más, agua hirviendo a algún gatico indefenso.

Ese día, cuando salimos a nuestros paseos vespertinos, nos encontramos a una gatica pequeña de tres colores con el lomo achicharrado por el agua hirviendo. La gatica se había refugiado en la terraza de mi casa y allí, debajo de un sillón, se debatía en medio del dolor y el hambre. La curamos día tras día, noche tras noche. Al principio era huidiza y muy nerviosa, no confiaba en nadie. Recuerdo que olía a tanque de basura y estaba muy delgada. Durante ese tiempo que sucedió a su adopción, mami empeoró y yo combinada mis visitas al hospital con el cuidado de nuestra gatica a la que mami decidió llamar Bolita.

En octubre del año 2015 mami emprendió el viaje y yo tuve que dejar a Bolita con una vecina que cuidó muy bien de ella hasta que yo, cuatro meses más tarde, pude venir, recogerla, junto con las muestras de sangre pertinentes y emprender el viaje de vuelta a Holanda. Los laboratorios de Holanda son muy exigentes con la calidad de las muestras y las condiciones en Cuba muy difíciles para cumplir con ellas. Fue entonces que gracias a un amigo mío que me prestó un termo, donde pudimos meter las muestras de sangre, las cuales llegaron en perfecto estado y en abril del 2015, nuestra Bolita estaba con nosotros en Holanda.

Muchas veces, cuando le miro su carita linda y sus ojos grandes pienso en las vueltas que da la vida. Mami me pedía desde su lecho de muerte en el hospital que fuera a ver a Bolita y le llevara comida, y yo iba corriendo a casa, me daba una ducha y la alimentaba. Fueron momentos muy tristes. Mi mami ya no está, pero a Bolita nadie más la maltrata y vive hoy junto a sus hermanitos en un hogar tranquilo en Tiel, una ciudad holandesa.

Muchas gracias,

Andrea

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