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Sube a 5 la tasa de mortalidad infantil y cae en picada la natalidad en Cuba

Según dirigentes del MINSAP, las causas del fenómeno estuvieron relacionadas con complicaciones asociadas al nacimiento prematuro y el retardo en el crecimiento intrauterino.

Mujer dando a luz © Granma/ Yusmary Romero Cruz
Mujer dando a luz Foto © Granma/ Yusmary Romero Cruz

Este artículo es de hace 4 años

El gobierno cubano reconoció públicamente un incremento en la tasa de mortalidad infantil de 5.0 por cada mil nacidos vivos en 2019, lo que significa un preocupante aumento del 26 por ciento en relación con el año anterior.

Si los medios oficiales se vanagloriaban el pasado año de que el país había cerrado 2018 con la tasa más baja de su historia por segunda ocasión consecutiva, ahora el mensaje se limita a recalcar que la Isla continúa dentro de las 35 naciones a nivel mundial con menos mortalidad infantil y entre las de mejor comportamiento en América Latina. Pero no se menciona el alza de un punto porcentual, que suma un total de 4.100 niños fallecidos en el período.

Según explicó a Granma la doctora Noemí Causa Palma, directora de Atención Médica del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), las principales causas que llevaron al aumento del indicador estuvieron relacionadas con complicaciones asociadas al nacimiento prematuro y el retardo en el crecimiento intrauterino.

La especialista no se refirió al deterioro creciente de los servicios de salud que ha impactado en todos sus programas, incluido el materno infantil.

Solo se limitó a anunciar que para este 2020 el organismo se ha propuesto reforzar las acciones dirigidas a disminuir el embarazo en la adolescencia y enfermedades de riesgo en las mujeres en edad fértil, así como fortalecer el control a las gestantes de riesgo para detectar el crecimiento intrauterino retardado y prevenir el parto pretérmino.

Pero 2019 no solo fue aciago en muertes de bebés. La natalidad volvió a caer estrepitosamente con un total de 109.707 nacimientos, 6.626 menos que en el año precedente. Una tendencia que ha predominado en los últimos años –con excepciones como la de 2018–, que impacta de manera directa en el comportamiento demográfico del país y que más pronto que tarde dejará ver sus resultados negativos en la sociedad.

Para revertir este panorama es necesario que cada mujer en edad fértil tenga al menos una hija que la sustituya en el proceso de fecundidad. Un propósito bastante lejano en una nación cuyo contexto socioeconómico determina el aplazamiento del embarazo en muchas féminas.

La necesidad de vivienda, la escasez de alimentos, los bajos salarios, la no disponibilidad de insumos para bebés, el deterioro de muchos servicios médicos y la realización de metas profesionales, son factores que llevan a las cubanas a posponer o renunciar al sueño de ser madres. Elementos que, junto a la emigración y al alto nivel de vida, han llevado a un progresivo envejecimiento de la población.

Cuba continúa envejeciendo a pasos agigantados pese a la estrategia del gobierno por aumentar los nacimientos. Ya en junio pasado el Informe Evolución de la Familia en Iberoamérica calificaba a la Mayor de las Antillas como el país más viejo de la región, pues apenas una de cada seis personas eran menores de 15 años.

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