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Gobierno cubano prevé otro cerrojazo a las fuerzas productivas en 2020

Elías Amor analiza el plan gubernamental para la economía cubana en el año que acaba de comenzar

Central azucarero © La Demajagua
Central azucarero Foto © La Demajagua

Este artículo es de hace 4 años

En estos días de comienzo de año, se está hablando, y mucho en Cuba, del plan de la economía para 2020. Existe la percepción de que es complicado cumplir “sus grandes retos en función de elevar su competitividad, la calidad y la eficiencia en sus renglones productivos, y ocupar un lugar protagónico en la sustitución de importaciones”, como se expresa en un artículo publicado en Granma sobre esta cuestión.

Hay razones para que ello no sea así, y además en este momento. La victoria del sector empresarial del ejército y seguridad del estado, vinculado a los negocios extranjeros, situando a Marrero como primero ministro del régimen, ha exigido al aparato burocrático ideológico comunista heredero de Fidel Castro, sacar las uñas con fuerza para demostrar que sigue vivo, dispuesto a no ceder parcelas de poder. Y a partir de este momento, se pone en marcha la galopada loca en defensa del “plan” y de la necesidad de “encaminarse hacia el perfeccionamiento de nuestro modelo económico social”.

Los comunistas ideológicos recalcitrantes, el ala conservadora del régimen liderada por Díaz-Canel, se ha dedicado estos días a lo único que saben hacer, “establecer líneas de trabajo priorizadas para los cuadros desde la base”, atrapar a los trabajadores en largas reuniones explicativas, visitar territorios y empresas y grupos empresariales paralizando la actividad normal cotidiana, someter a todo el mundo a escrutinio, amenazar con delaciones e investigaciones, responsabilizar a todos de los fracasos propios, topar precios, en fin, toda una serie de majaderías comunistas que están en el origen del auténtico bloqueo interno de la economía.

Y lo cierto es que este sector, que lucha por aumentar sus cuotas de poder en la jerarquía del régimen castrista, no hace otra cosa que dar tumbos, sin ton ni son, para ver si atrapa algo. Un ejemplo de estas contradicciones: Visitan empresas que apuestan por la sustitución de importaciones en varios de sus renglones, y contribuyen al desarrollo local, pero que al mismo tiempo también pretenden exportar, por medio del aparato estatal ministerial o esa ZED del Mariel que continúa sin una definición precisa en sectores cada vez más denostados y cuestionados a nivel mundial por su poder contaminante, como la industria del carbón. En esto han quedado, según cuenta Granma.

Por ello, resulta interesante revisar en qué dirección se orienta el plan de la economía para este año y sobre todo, si guarda relación con las prioridades del país.

Un primer objetivo del plan es la generación de ingresos por medio de la exportación de bienes y servicios, y al parecer el punto de partida ha sido una revisión de las potencialidades y reservas con las que cuenta el país para lograr este objetivo. Imagino la decepción de las autoridades tras realizar este vano esfuerzo de análisis. La realidad es que Cuba carece de oferta competitiva exportable desde que Fidel Castro, a comienzos de este siglo, decidiera unilateralmente, acabar con el sector azucarero. Ni la ayuda soviética, ni petróleo venezolano, ni ayudas de cooperación a fondo perdido o experiencias erráticas con el Mariel. La base productiva de la economía cubana no sirve para generar ingresos en el exterior, salvo la venta forzosa de servicios profesionales o que se reciban remesas de la diáspora. El plan ni los menciona.

Parece razonable partir de la estimación de ingresos en divisas que puede obtener el país para después proceder a “la asignación primaria de los recursos a la economía, priorizándose la compra de alimentos, combustibles, fertilizantes y plaguicidas para la producción nacional de alimentos; el pago de deudas que en lo fundamental garanticen retomas de nuevos créditos y priorizar los financiamientos para la industria nacional, cumpliendo con la estrategia de no importar lo que se pueda producir eficientemente en el país”.

Las autoridades deben saber que el orden de los factores, en este caso, si que altera el producto y no deja de ser lamentable que Cuba siga dependiendo de la compra de alimentos en el exterior, con una agricultura altamente productiva y competitiva antes de 1959. Hay que dar mucha más importancia a la devolución de los créditos, porque si no es así, no se reciben otros. Y luego es muy fácil culpar al embargo o bloqueo, pero cuando estas cosas se declaran de forma explícita, siempre hay algún deudor escuchando y actúa en consecuencia.

El plan, en su proceso de elaboración, ha seguido al pie de la letra las palabras del ministro de economía en la Asamblea Nacional cuando estableció “el cumplimiento de las directivas de gobierno aprobadas, entre las que se destacan: ajustarse a los recursos disponibles y no incrementar la espiral de endeudamiento; no deteriorar la relación del saldo final de las cuentas por cobrar en el exterior y asegurar el equilibrio monetario interno, entre otras”. Si realmente las autoridades pusieran estos duros y contundentes enunciados en negro sobre blanco, nos podríamos encontrar ante un manual de intervención clásico del Fondo Monetario Internacional en las cuentas de un país. Que pregunten en Ecuador. Igual se llevan alguna sorpresa.

Así que el plan de 2020 programa obtener más ingresos por exportaciones, y al mismo tiempo “desarrollar un proceso inversionista, con estudios de factibilidad profundos, que no se concentren únicamente en garantizar la aprobación de un presupuesto, sino con visión de futuro”. Sin entender muy bien en qué consiste esta jerga castrista de “factibilidades” y otras majaderías, tal vez se deba tener en cuenta que no se realizan inversiones, por alguien que cuide su dinero, si el rendimiento esperado y actualizado del proyecto es inferior al coste inicial. No hay otra regla. Quien invierte está planificando el futuro. Y a veces el futuro llega muy tarde. Sobre todo, cuando tropieza con una maquina burocrática altamente ideológica, que visiona al empresario privado creador de riqueza, empleo y prosperidad, como el enemigo del llamado “orden social justo”.

Y si se plantea obtener más ingresos, el plan pretende “disminuir el componente importado del turismo y garantizar los encadenamientos productivos para la industria nacional”. El bochornoso espectáculo para muchos turistas cuando observan que las bolsas de azúcar en los hoteles cubanos llevan escrito el “hecho en Brasil”, es un ejemplo visible de ello. El problema es que la industria hotelera, gestionada por grupos empresariales extranjeros, no está para perder el tiempo, y si puede identificar proveedores rentables en el exterior, los vinculará a sus cuentas de resultados, por mucho que el ministro se empeñe en lo contrario. Los tiempos que corren, sobre todo en América Latina, no están para andar jugando. En cuanto a la “garantía de los encadenamientos”, lo primero que deben hacer las autoridades del régimen es entender por qué se producen estos procesos en una economía, y aislar los factores que en Cuba los obstaculizan, y ellos saben bien de qué estamos hablando.

El plan proporciona un enunciado general de prioridades a alcanzar que ponen un cerrojo a las fuerzas productivas de la economía. Los cubanos deben saber que sin plan, se puede vivir mucho mejor.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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