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Cubana en España no consigue averiguar de que murió su padre en Cuba

Ningún registro médico menciona el COVID-19, contó a CiberCuba Mónica Ochoa González

José Ochoa Mulets © Cortesía de la familia
José Ochoa Mulets Foto © Cortesía de la familia

Este artículo es de hace 3 años

Mónica Ochoa González, cubana residente España, perdió a su padre en la isla, posiblemente de coronavirus, pero nadie aclara sus dudas y sospecha que las autoridades sanitarias ocultan la verdadera causa del fallecimiento, ocurrido en el hospital Calixto García de La Habana.

Ningún registro médico menciona la COVID-19, tampoco le hicieron una necropsia, así que mi familia vivió un verdadero calvario para incinerarlo, que era su última voluntad, contó Ochoa González a CiberCuba.

José Ochoa Mulets / Foto: Cortesía de la familia

El 7 de febrero, José Ochoa Mulets, de 68 años, sufrió un duro golpe en la frente que le provocó un hematoma subdural, entrando un coma cerebral y siendo operado en el hospital Calixto García, donde estuvo en Terapia Intensiva aproximadamente 20 días. Luego lo trasladaron a una sala de cuidados especiales en el edificio de Terapia Intermedia, cuenta la hija del fallecido.

Un doctor del Calixto García, con algunos síntomas de COVID-19, fue ingresado en la sala de cuidados especiales y, ante el rumor de que podría estar contagiado de coronavirus, la familia del hombre fallecido decidió evitar las visitas en grupos, contó su hija desde Las Palmas de Gran Canarias, donde reside.

Una trabajadora del Calixto García confirmó a la familia de Mónica Ochoa González que habían casos positivos de coronavirus en la sala de Terapia, despertando las alarmas de pacientes y familiares porque no se aplicaban todas las medidas de protección necesarias e incluso las enfermeras trabajaban sin guantes, asegura.

"Otros dos pacientes comenzaron con síntomas y nadie explicó nada, lo cierto es que todos sabían que en Terapia Intermedia había COVID-19", abundó Ochoa González.

Para evitar enfermarse y llevar a casa el coronavirus, la hermana de Mónica habló con una enfermera y un doctor para que atendieran a su padre y dieran parte diario de su evolución, y así no exponerse, petición a la que accedió el facultativo.

Pasados unos días, los familiares fueron al hospital y se encontraron con una imagen perturbadora: "Sobre la cama estaba mi papá, que no parecía una persona sino un cadáver putrefacto", dice.

Así estaba Ochoa Mulets en Terapia Intermedia del Calixto García / Foto: Cortesía de la familia

La familia reclamó a la dirección del hospital y mostraron algunas fotos como evidencia. Les dijeron que el personal médico responsable no se encontraba pero que trasladarían al paciente a una sala de cuidados especiales con una enfermera solo para él.

Sala de cuidados especiales, adonde trasladaron al paciente fallecido / Foto: Cortesía de la familia

Regresaron a sus casas angustiados y esperanzados en que Ochoa Mulets recibiría mejores atenciones pero a los pocos días fueron informados que la sala, donde se encontraba su familiar enfermo, se infectó de COVID-19 y sería trasladado a otra.

El 21 de abril supieron que José Ochoa Mulets sería remitido a los hospitales Frank País o Salvador Allende porque presentaba síntomas de coronavirus; al final no pudieron cambiarlo de hospital porque no había camas en ninguno de los dos previstos y se quedó en el Calixto García, donde falleció en la madrugada del 22 de abril.

La familia Ochoa González comenzó los trámites para velar el cadáver, cuya acta de defunción establece que murió de un trauma craneoencefálico y bronconeumonía grave. Un policía hizo algunas preguntas al personal sanitario y familiares, pero nadie habló jamás de coronavirus, asegura la hija del fallecido.

Parte del certificado de defunción de José Ochoa Mulets / Foto: Cortesía de la familia

El cadáver fue sacado de la sala del Calixto García, en una bolsa plástica, narra la hija de José Ochoa Mulets, que había expresado su voluntad de ser cremado y la familia creyó que sería un trámite breve.

Más de un día después del deceso, las diferentes funerarias a las que acudieron, la Nacional, Calzada y K o la de Santa Fe, donde residía el fallecido, no accedían a la incineración porque la causa de muerte oficial no fue la epidemia y el hospital no admitió que sospechaba de una posible infectación por COVID-19, pese a que un día antes de la muerte, había avisado a la familia que lo trasladaban por "sospechas" de coronavirus.

El jefe de la funeraria de Santa Fe tramitó finalmente la incineración en el crematorio de Santiago de las Vegas, tras constatar que sus trabajadores se negaron a preparar el cadáver, ni podían sacarlo de la bolsa plástica, siguiendo las instrucciones del protocolo del MINSAP para tratamiento de fallecidos por coronavirus.

CiberCuba intentó contactar con el Hospital Calixto García (+53 7 838 22 05) y al Puesto de Mando de la Funeraria de Calzada y K (+53 7 832 05 61) para contrastar la información y obtener una declaración oficial, pero no respondieron a nuestras llamadas telefónicas ni a mensajes enviados a través de Facebook.

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Lázaro Javier Chirino

Periodista de CiberCuba. Licenciado en Estudios Socioculturales por Universidad de la Isla de la Juventud. Presentador y periodista en radio y televisión


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