Con la temporada en su último cuarto, la carrera por los premios individuales arrecia. El panorama es pura sombra dada la cortedad del calendario, pero igual hay que entregar las placas al MVP, el Cy Young, el Manager... y el Novato. Sí, el Novato, que es donde Cuba pone sus mayores esperanzas.
Previo al curso, la inmensa mayoría de los expertos se inclinaba a pensar que el avileño Luis Robert era el gran candidato, escoltado por gente como Jesús Luzardo, Jo Adell o Bobby Dalbec. Sin embargo, súbitamente entró en escena un outfielder de los Marineros, Kyle Lewis, y la intención de voto experimentó un drástico viraje.
Unos meses atrás, en Seattle habrían apostado a que sus principales aspirantes serían los lanzadores Justin Dunn y Justus Sheffield. Incluso el inicialista Evan White presentaba credenciales superiores a las de este bateador derecho de 25 abriles cuya única calificación por encima de la media en la escala de scouting era el brazo.
Pero los cálculos existen para que alguien los destroce, y he aquí que Lewis se plantó en el tercer turno del line up y empezó a escribir una crónica de batazos que, después de 28 juegos dirimidos, lo tenía con línea de .373/.440/.567. A esas alturas, su OPS de 1.007 lo colocaba como el candidato número uno, con casi 200 puntos por encima de Robert en la sumatoria de OBP y slugging.
Lo que ocurre es que las aguas acostumbran a tomar su nivel, y Lewis perdió en algún recodo del camino aquel disfraz de Superman para volver a ser él mismo. Así, desde el 11 de agosto para acá solo pudo anotarse 22 imparables en 94 turnos oficiales (average de .234), lo cual redundó en una merma de 81 puntos de promedio.
Mientras tanto, el cubano de los ChiSox –no sin pasajes de inestabilidad- iba decorando su estadística, hasta el punto de aproximarse a la nivelación de la balanza en los números tradicionales, al tiempo que lo sepultaba en materia de métricas avanzadas.
Habemos lucha, pues. En la Liga Americana, ninguno de los otros pretendientes parece tener chances de encarar a Robert-Lewis. Para mi gusto, los abridores Randy Dobnak (Mellizos) y Cristian Javier (Astros) se quedan cortos, lo mismo que el relevista Jonathan Hernández (Rangers). En cuanto a Ryan Mountcastle (Orioles) y Willi Castro (Tigres), han bateado a sus anchas, pero con la mitad de las veces al bate de la dupla en cuestión.
Lo que sigue es su rendimiento en síntesis. A los Medias Blancas les resta jugar contra Mellizos, Rojos, Indios y Cachorros, cuatro escuadras entre las 12 mejores del campeonato en efectividad monticular. Por su parte, los Marineros encararán las exigencias monticulares de Atléticos y Padres, mas podrían sacar partido de la debilidad de los staffs de Astros y Gigantes.
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