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Francia extiende el toque de queda mientras una segunda ola de coronavirus avanza en Europa

"Una segunda ola de la epidemia de coronavirus está en marcha en Francia y Europa. La situación es muy grave", dijo el primer ministro francés

Feria en Francia (referencia) © YouTube/screenshot-Euronews
Feria en Francia (referencia) Foto © YouTube/screenshot-Euronews

Este artículo es de hace 3 años

PARÍS/MADRID, 22 oct (Reuters) - Francia extendió este jueves los toques de queda a cerca de dos tercios de su población, España considera una acción similar y la ministra de Relaciones Exteriores de Bélgica fue trasladada a cuidados intensivos con COVID-19, mientras avanza la segunda ola de la pandemia en Europa.

El primer ministro francés, Jean Castex, anunció que un toque de queda impuesto la semana pasada en París y otras ocho ciudades se extendería a 38 departamentos más, confinando a 46 millones de los 67 millones de habitantes del país en sus hogares desde las 9 a las 6 de la mañana (hora local).

"Una segunda ola de la epidemia de coronavirus está en marcha en Francia y Europa. La situación es muy grave", dijo Castex en una conferencia de prensa.

En España, donde el ministro de Salud, Salvador Illa, dijo que la epidemia estaba ahora "fuera de control" en muchas áreas, las autoridades regionales han presionado al gobierno para que imponga un toque de queda nacional el jueves.

Después de que Europa parecía haber recuperado cierto control sobre la epidemia tras los dramáticos confinamientos de marzo y abril, un aumento de casos en las últimas semanas ha vuelto a poner al continente en el centro de la crisis.

Si bien las hospitalizaciones y las muertes no han abrumado hasta ahora a los sistemas de salud como durante la ola inicial a inicios de este año, a las autoridades de muchos países les preocupa que la situación esté alcanzando rápidamente un punto de inflexión.

Alemania, que informó más de 10.000 casos diarios por primera vez, extendió las advertencias de viaje para Suiza, Irlanda, Polonia, la mayoría de las regiones de Austria e Italia, incluida Roma.

"Aún tenemos la posibilidad de frenar una mayor propagación del virus", dijo en Berlín Lothar Wieler, del Instituto Robert Koch, la agencia de enfermedades infecciosas de Alemania.

Más de 5.3 millones de personas en toda Europa han contraído la enfermedad y más de 204.000 han muerto, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por su sigla en inglés). Eso se compara con 8.3 millones de casos en Estados Unidos y 7.7 millones en India.

La canciller belga, Sophie Wilmes, ingresó en cuidados intensivos el jueves, justo un día después de que el ministro de Salud alemán, Jens Spahn, dio positivo.

El resurgimiento en las últimas semanas contrasta con varios países de Asia y el Pacífico, desde China hasta Corea del Sur o Nueva Zelanda, donde los confinamientos draconianos y el rastreo riguroso de contactos han ayudado a contener la enfermedad.

Enfrentando los enormes costos del coronavirus, los líderes europeos están desesperados por no repetir los cierres que derrumbaron sus economías. Sin embargo, a medida que aumentan los casos y los servicios de salud se ven sometidos a una mayor presión, se ven obligados a imponer y ampliar restricciones locales para reducir reuniones públicas.

En medio de la creciente alarma pública, la oficina de estadísticas de Alemania señaló que las ventas de papel higiénico aumentaron casi un 90% la semana pasada desde los niveles anteriores a la crisis, con saltos casi igual de bruscos en las ventas de desinfectantes y jabón.

Solo Suecia, un caso singular europeo que se ha basado en gran parte en medidas voluntarias para promover el distanciamiento social, constituye una excepción tras anunciar que las personas mayores ya no necesitan aislarse debido a tasas de infección por COVID-19 más bajas que en la primavera.

Con el invierno aproximándose, los servicios de salud miran hacia el futuro con recelo, ya que la ola de pacientes con COVID-19 coincide con las enfermedades respiratorias estacionales habituales. "Ya estamos abrumados", dijo Bruno Megarbane, jefe de cuidados intensivos del hospital Lariboisiere en París. "Existe el temor de que enfrentemos una situación muy difícil".

(Reporte de Corresponsalías de Reuters Escrito por James Mackenzie Editado en Español por Manuel Farías)

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