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El descubrimiento de Cuba y las perretas colonialistas

El perfecto idiota latinoamericano ataca a la España actual por hechos que cometieron sus antepasados, pero si le dan un filo, desentierra al abuelo y se saca un pasaporte español que lo convierta en VIP a su paso por aeropuertos del mundo, incluida la ventaja de la Visa Waiver made in USA, que le permite estar 90 días en la yuma haciendo agua y carbón.

Escultura de Cristóbal Colón en Castillo de la Real Fuerza © CiberCuba
Escultura de Cristóbal Colón en Castillo de la Real Fuerza Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Más de cinco siglos después del descubrimiento de Cuba por Cristobal Colón y su tripulación a bordo de las carabelas La Pinta, La Niña y la Santa María, la izquierda sectaria y la derecha católica insisten en hacer el indio; obviando que España legó al nuevo mundo su lengua, su cultura, su religión, pretendiendo ocultar las crueldades de los caciques de tribus superiores sobre el resto de los aborígenes y atribuyendo a la colonización todos los males contemporáneos.

Andrés Manuel López Obrador, descendiente de cántabros, es quien lleva ahora la voz cantante antiespañola; pese a que tiene a los indígenas mexicanos en la indigencia y a que el Movimiento Zapatista no se fía ni un pelo del Peje que, de burócrata del PRI, pasó a ser socialista del siglo XXI.

Toda colonización implica injusticias y dominio del colonizador sobre el colonizado, pero Cuba fue la última posesión colonial española y la primera en enfrentarse a Estados Unidos en América que, desde 1898 hasta la fecha, ha oscilado entre autoritarismos y populismos de izquierda y derecha, liberales y conservadores, con la excepción de Costa Rica, que confirma la regla de la decadencia regional, con más mecanismos de integración que soberanías porque la gente harta de unos y de otros solo ven solución a sus males en Estados Unidos, la democracia más antigua y eficaz.

Cualquier análisis del discurso predominante en América Latina, en estos 528 años, revela el antiespañolismo como ingrediente oportunista y casi constante de los líderes locales, que parlotean sobre el agravio colonial y luego se exilian en España como Pérez Jiménez, Perón y Batista, piden a sus sucesores ser nombrados embajadores en la Madrastra patria o se instalan en Madrid o Marbella y a vivir que son dos días.

El perfecto idiota latinoamericano ataca a la España actual por hechos que cometieron sus antepasados, pero si le dan un filo, desentierra al abuelo y se saca un pasaporte español que lo convierta en VIP a su paso por aeropuertos del mundo, incluida la ventaja de la Visa Waiver made in USA, que le permite estar 90 días en la yuma haciendo agua y carbón.

En España abunda el ignorante acomplejado y el bobo solemne que, desde un antinorteamericanismo a flor de piel, sin haber visitado nunca Estados Unidos ni América Latina y asumiendo poses de superioridad leninista o católica, según milite, pretende impartir cátedra y mostrar mil congojas por un pasado remoto y soslaya, con mala intención, el papel desempeñado por la democracia española en Centro América para impedir una guerra civil y los programas de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

Los problemas de América Latina son de exclusiva responsabilidad de sus gobernantes y pueblos y si tan mala es España con echar a las empresas españolas de sus países y emprender el desarrollo en solitario, bastaría para asombrar al mundo de cuanto son capaces de hacer en solitario.

Fidel Castro Ruz, hijo de gallego y pinareña, descubrió en Francisco Franco Bahamonde un aliado sentimental que prohibió romper con Cuba por ser asunto de familia y el Comandante en Jefe tuvo el detalle de ser el único gobernante de América Latina en decretar tres días de duelo oficial por la muerte del Caudillo, a quien siempre reconoció haber actuado con "testarudez gallega" ante el conflicto con Estados Unidos.

Una vez preguntado sobre la validez del modelo español de transición a la democracia, yendo de la ley a ley, para Cuba, Castro zanjó el tema: De acuerdo, pero Franco se murió primero... El mismo Franco que soltó la carcajada ante el entonces Secretario de Estado norteamericano Vernon Walters que, asustado por la imprevista Revolución de los Claveles en Portugal, acudió a Madrid para "visitar a los amigos del Meditarráneo".

Usted lo que quiere es saber lo que pasará después que yo me muera, habrá un rey que no gobernará, España será una democracia y seguirá siendo un buen aliado de Estados Unidos, como hasta ahora, tranquilizó Franco a su interlocutor que guardó sus apuntes de aquella conversación en el Palacio de El Pardo, hasta fechas recientes.

Pretender leer el siglo XXI, enfermo de coronavirus en su arranque, con ojos de Hatuey o Guamá solo conseguirá repetir el esquema político fallido de más de cinco siglos americanos, cuando los españoles sencillos que nada tuvieron que ver con la gesta del descubrimiento ni la colonización y ni siquiera emigraron a América Latina entre 1900 y 2000, lo resuelven con una frase: Más se perdió en Cuba y venían cantando.

Toda relación de familia suele ser complicada porque junta pasiones y razones bajo un mismo techo, pero teñir de colonialismo las actuales relaciones entre América Latina y España es guapería para hoy y hambre para mañana, como le ocurrió al Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales en Baraguá, donde midió mal sus fuerzas y Arsenio Martínez Campos le puso los mangos altitos, aunque luego le dio un salve y moneda libremente convertible para que pudiera llegar a Guatemala.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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