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El antiministro Alpidio Alonso y su gente desconocen muchas cosas

La dictadura pudiera sacrificar a una ficha menor de su ajedrez en aras de calmar los ánimos y mejorar su imagen interna.

Imágenes tomadas este 27 de enero en el Ministerio de Cultura © Captura de video
Imágenes tomadas este 27 de enero en el Ministerio de Cultura Foto © Captura de video

Este artículo es de hace 3 años

Al mediodía de este jueves 28 de enero, los cubanos honran al apóstol de nuestras libertades, José Martí, firmando varias peticiones en la plataforma CHANGE.ORG, exigiendo la dimisión del ministro de Cultura, quien ha faltado a los requerimientos elementales, propios de su cargo, participando personalmente de un acto represivo en plena calle.

Cualquiera de las peticiones supera ya las cinco mil firmas. Ante la viralidad de esta acción en las redes sociales, la gente se pregunta: ¿Valdrá la pena?

Literalmente, no es una pena, es una satisfacción.

Después de difundirse varios videos mostrando, sin lugar a dudas, como el ¿ministro? Alpidio Alonso Grau, acompañado del ¿viceministro? Fernando Rojas y otros funcionarios, agredían a unos jóvenes artistas que leían poemas de José Martí frente a la sede de su Ministerio en La Habana, la incompatibilidad de estos tipos con el cargo que ostentan es evidente.

La dictadura pudiera sacrificar a una ficha menor de su ajedrez en aras de calmar los ánimos y mejorar su imagen interna, aunque yo diría, mejor frente los gobiernos extranjeros a quiénes tanto le debe y de cuya misericordia política depende hoy la supervivencia de una economía estatalizada hasta la médula.

No es de extrañar la actitud opuesta, negados a ceder los reclamos populares, cuyo origen está en negarse a un diálogo plural con los jóvenes artistas, organizados en el movimiento 27N, porque, según se aprecia hasta hoy, el realismo anda divorciado con los totalitarismos cuando se aferran obstinadamente al poder.

Sea cual sea la respuesta, no hay razones para sentirse defraudados, es muy buena cosa agitarles el país a los furibundos, impedirles el sueño, en tanto se movilizan conciencias, NO LAS DE ELLOS, por supuesto.

Y Si hay motivos para creer en la posibilidad de una pequeña pero sonada victoria, ahora que los cubanos van ganando la batalla por la libertad de información y expresión contra monopolio absoluto ejercido durante medio siglo por el binomio partido-estado sobre tan importante herramienta del poder.

La conexión entre los compatriotas dentro y fuera del país ha ganado mucho, aunque mucho más le falta por ganar, si queremos que el reclamo contra LA CULTURA DEL GOLPE, cumpla su objetivo. La premisa está dada: El monopolio estatal de las comunicaciones ETECSA, no está en condiciones de censurar de forma extendida y permanente la libre expresión.

La internet es una necesidad vital para todos, su interconexión como red cumple parámetros que una empresa debe respetar. Además, los cubanos desde el exterior pagan con el fruto de su trabajo, la supervivencia de las telecomunicaciones en su país.

La crisis económica de Cuba, dígase propiamente crisis del estado totalitario porque es el dueño y señor de vidas y haciendas nacionales, se caracteriza en primer lugar por un DEFAULT TOTAL, en términos comunes, incapacidad de pagar sus deudas, tanto internas como externas.

Considerando el absoluto desprecio del gobierno por su pueblo, pudiera ponerse a un lado el seguro incumplimiento de las obligaciones domésticas, pero es imposible pedirle más al exterior si no se respetan ciertas reglas exigidas cada día por los acreedores, buena parte de estos, países bajo sistemas democráticos.

Inclusive poderes autoritarios bien llevados con la Plaza de la Revolución-China, Rusia y Vietnam, están objetivamente limitados porque, al aplicar reformas profundas internas, aceptando la economía de mercado, algo que el tardo castrismo se niega a hacer, en los países citados se deben respetar las leyes establecidas, contraproducentes con el trasnochado sistema cubano.

Nuestros compatriotas deben saber que sus denuncias, por mínimas que parezcan, en solo segundos son publicadas fuera de Cuba, circulan y son escuchadas. Martillan en las conciencias de quiénes deciden la política hacia nuestros incapaces y desprestigiados gobernantes, cada día menos aceptados.

Inclusive, esa izquierda internacional siempre dispuesta a prestar su concurso bochornoso a los hermanos Castro, está contra la pared cada vez que se publican sucesos como los de este 27 de enero frente al Ministerio de Cultura.

Luis Manuel Otero Alcántara, joven artista y líder del movimiento San Isidro, acaba de preguntarse en una de sus “directas” mediante las redes sociales:

“Toda la gente de izquierda que apoyan a la dictadura cubana, ¿Qué me van a decir ahora?”

En medio de una confrontación civil que no puede sostener con éxito, la gobernanza del partido comunista se ha visto obligada a ceder espacios cada vez mayores a la creciente oposición, tienen mucho miedo, necesitan mucho pero mucho tiempo, aspirando a revertir milagrosamente lo que un reciente llamado de la comunidad católica a toda la nación ha calificado diciendo: el colapso de un modelo económico, político y social.

Expulsar al mal ministro y sus secuaces es una buena opción de seguir ganando espacios, estaríamos completando el homenaje inconcluso a José Martí, cuando Alpidio, Fernando y demás guapos de patio escolar, salieron a manotear a los jóvenes que leían poemas del hombre que se adelantó a Rubén Darío en la fundación del Modernismo, la única corriente literaria de la lengua española, nacida fuera de la matriz ibérica.

Seguramente el antiministro desconoce que al caer en combate en la encrucijada del Cauto y el Contramaestre, desde Madrid, el bardo nicaragüense expresó: ¡Maestro! ¿Qué has hecho?

Los funcionarios de un gobierno que desnuda a mujeres artistas mientras las interrogan después de haber leído poesía frente al ministerio de cultura del país, desconocen muchas cosas.

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