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Crónica de un fiasco anunciado: El coronavirus y la crisis del sistema de salud en Cuba

El Covid y la crisis del sistema de salud en Cuba

Coronavirus en Cuba © Facebook / Joan Cabo Mijares y Facebook / Dirección Provincial del MINSAP Holguín
Coronavirus en Cuba Foto © Facebook / Joan Cabo Mijares y Facebook / Dirección Provincial del MINSAP Holguín

Este artículo es de hace 3 años

Desde que se diagnosticó el primer caso de Covid19 en Cuba, supe que este nuevo coronavirus sería un reto para las autoridades en la isla, no sólo por la probada ineficiencia administrativa del gobierno cubano, sino por la precaria situación de la Salud Pública en la isla.

Las estadísticas del MINSAP, no obstante, mostraron en un primer momento que la propagación había sido controlada y muchos cubanos, confiando o no en las cifras oficiales, respiramos con alivio. Claro, en aquel momento, y gracias a la presión popular, se procedió al cierre de aeropuertos y escuelas, hubo un impase al entretenimiento público y se logró cierta concientización en la población, hasta donde lo permitió el desabastecimiento generalizado que multiplica largas filas por todo el país.

El 16 de noviembre Cuba reabre sus vuelos comerciales, pues había que aprovechar la temporada alta de turismo a pesar del ligero aumento de casos autóctonos, y para atraer visitantes no se les exigió el PCR, sino que se ofrecieron facilidades para que el viajero se hiciera este el examen de Covid19 una vez en la isla.

Por aquellos días, el MINREX había publicado una normativa que obligaba a los cubanos residentes en la Isla que se encontraran por cualquier motivo fuera del país a abonar 40 dólares mensuales a las arcas del Estado cubano por concepto de prórroga de estancia en el exterior. Es decir que, de cierta forma, la máxima dirección del país había creído encontrar en los cubanos una fuente de divisas que cubriera los gastos de PCR a los turistas, sin importarles la situación en la que se encontraran sus propios ciudadanos. Pero no contaron con la reacción de los cubanos en el extranjero (nada nuevo bajo el sol) y pronto tuvieron que declarar una moratoria en las mencionadas prórrogas, aduciendo, por supuesto al “humanismo de la revolución cubana.”

Con la reapertura de los aeropuertos, Cuba recibió más casos importados de Covid, no solo de parte de turistas extranjeros, sino de parte de cubanos que en diciembre viajaron a la isla para celebrar navidades y fin de año con su familia.

El 30 de diciembre el MINSAP informaba que el 46 % de los viajeros diagnosticados con Covid ese día procedían de Estados Unidos. Pero, aun así, las cenas multitudinarias organizadas por CIMEX a razón de hasta 400 dólares por mesa no se cancelaron, y las promociones turísticas hechas por empresas y compañías estatales no se detuvieron.

Si durante la primera ola de contagios era obligatorio el ingreso hospitalario de todos los casos positivos y sus contactos cercanos -por esa obsesión propia de poderes totalitarios a controlarlo todo y a todos- ya para este nuevo pico de contagios quedaba demostrado que no existe infraestructura de salud capaz de sostener tantas admisiones médicas, mucho menos en Cuba, donde el presupuesto destinado a la Salud Pública fuera risible, de no ser este un asunto de vida o muerte. Realmente no se puede hacer mucho con 96 millones de dólares, cifra que según el último informe de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONEI) constituye la más reciente inversión del gobierno cubano en Salud Pública y Seguridad Social, y representa apenas el 1.5 % de los ingresos por concepto de venta de servicios médicos y fármacos en el exterior.

Al mismo tiempo, preocupa la disponibilidad de personal de salud en consultorios médicos y hospitales, que los obliga a asumir extensas jornadas de trabajo. Muchos médicos y enfermeros en Cuba se encuentran trabajando hasta el cansancio por falta de relevo, y se sabe que el número de especialistas ha disminuido en años recientes. Sin embargo, miles de sus colegas prestan servicios mal remunerados en el exterior por decisión de un gobierno al que le preocupan más los dólares que la salud y el bienestar de sus ciudadanos. Incluso, ante la oportunidad que ofrece el Covid, el gobierno cubano ha enviado personal de salud a países donde su presencia no era necesaria, como si la exportación de servicios médicos se negociara al estilo de subastas, en dependencia de quién quiera la "mercancía" y esté dispuesto a pagar por ella.

A esta situación se suman inconformidades de la población por irregularidades en el procesamiento de PCR, que incluyen largas horas de espera para su realización, así como el extravío de los resultados de estas pruebas, mencionadas por el propio Miguel Díaz Canel. Tambien trascendió que una madre protestaba porque seis niños debieron dormir toda una madrugada en los bancos en un salón de espera de un hospital pediátrico en La Habana para realizarse un PCR, y que hogares de ancianos de La Habana entraron en cuarentena por el coronavirus.

Mientras tanto, los reportes diarios del doctor Francisco Durán anuncian cifras alarmantes de casos positivos a nivel nacional, sin ofrecer pistas sobre la posible obtención de alguna de las vacunas ya disponibles en el mercado; en las redes sociales llueven las denuncias sobre las condiciones en centros de salud y pululan ejemplos de la dificultad para encontrar productos de primera necesidad lo cual obliga a la población a salir a la calle en su búsqueda. En otras palabras, el riesgo de contagio va in crescendo.

Hace apenas unas horas, el biólogo cubano Amílcar Pérez Riverol mostró preocupación por la situación sanitaria en la isla, "Con 12349 casos confirmados, febrero ya superó el total de 2020", dijo, ubicando el presente mes como el peor de la pandemia en Cuba.

En estas circunstancias, cualquiera podría pensar que el sistema de salud cubano se aboca hacia el colapso, pero en lugar de advertir sobre este y otros peligros, con tino y sin ánimos de crear estados de pánico en la población, la propaganda oficial nos hace depender de unos candidatos vacunales "Made-in-Cuba" en proceso de producción a gran escala.

De triunfalismos está llena la narrativa oficial que se gesta en las oficinas del Partido Comunista de Cuba, pero en estas circunstancias de pandemia-con-Internet la imagen edulcorada de un sistema de salud largamente agonizante solo denota irresponsabilidad e indolencia por parte de funcionarios que no responden a los interesases del pueblo y que no se atienden en el sistema público al que acude el resto de los cubanos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Annarella Grimal

Annarella O'Mahony (o Grimal). Aprendiz de ciudadana, con un título de Máster otorgado por la Universidad de Limerick (Irlanda). Ya tuvo hijos, adoptó una mascota, plantó un árbol, y publicó un libro.


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