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Campesino cubano explota: "No le voy a vender más nunca mis cosechas al Estado"

“Como yo no les voy a vender más nunca nada, que por mi tierra ni se porten”, advirtió

El campesino cubano Yosvanis Guerra Díaz © YouTube/screenshot-Cubanet
El campesino cubano Yosvanis Guerra Díaz Foto © YouTube/screenshot-Cubanet

Este artículo es de hace 3 años

Un campesino cubano advirtió que no volverá a vender su cosecha al gobierno porque "con ellos" no obtiene nada de beneficios. Denunció, además, las carencias y malas condiciones en que trabaja el campesinado en la isla, así como las dificultades para cobrar el cheque que el Estado le debe pagar por sus cultivos.

“Yo me ofrecí para denunciar las cosas que ha hecho el Estado con los campesinos, yo estoy denunciando que no le voy a vender más nunca mis cosechas al Estado. Prefiero mejor echársela a mis animales o dejarla para que mi familia se alimente, ya que con ellos no tengo nada de beneficio”, declaró de forma tajante Yosvanis Guerra Díaz, en declaraciones a Palenque Visión para Cubanet.

Guerra Díaz, residente en Santiago de Cuba, añadió que los agricultores cubanos necesitan más ayuda y enumeró la escasez de medios disponibles para sembrar y trabajar la tierra.

“El campesino lo que necesita es un poco más de ayuda en primera porque yo mismo, para yo sembrar la tierra, tengo que ir allá a pedirle un campesino que me preste una yunta de buey”, se quejó.

“Que la gente sepa y vea en qué condiciones vive un campesino. No hay zapatos, no tengo ropa, me hace falta una yunta de buey, me hace falta un sombrero de yarey, me hace falta una lima, me hace falta un machete, es decir, que me hace falta todo para poder mantener la tierra”, añadió.

“Para sembrar cuatro matas de boniatos porque si no se siembra, se muere uno de hambre, porque no hay nada, nada en ningún lugar que tú salgas a buscar”, continuó, e insistió en que “hay que sembrar cuatro maticas para el día de mañana tener qué comer”.

El campesino se quejó, igualmente, de que a pesar de que autoridades de Agricultura le dijeron que su cosecha de boniato era para ponerla en “la placita”, vecinos de la zona se acercan a él para intentar comprarle directamente porque las cosechas no llegan a venderse donde deben.

“¿A dónde fue a parar el boniato que yo entregué?”, se pregunta Yosvanis Guerra Díaz, que además añade que hace tres meses que está “esperando el dichoso cheque y no acaba de llegar”.

“Te diré que yo no recibí ningún beneficio del Ministerio de Agricultura, ni pidiéndoselo”, acota.

Tampoco es muy buena su opinión sobre los cambios impuestos por la llamada Tarea de Ordenamiento: “Nos ha perjudicado en todo, beneficio de ningún tipo”, sentencia.

“Te prestaron mil pesos y te están quitando los mil pesos cada vez que tú cobras”, y aprovechó para criticar las fuertes subidas de precios de muchos alimentos.

“Yo no entiendo nada de eso de los dólares americanos, yo no entiendo nada de eso, pero cuando a ellos les parece, que me pagan a mí, me lo pagan en moneda nacional, ¿como tú crees que yo pueda llegar a la tienda esa de MLC?”, pregunta.

“¿Qué te puedo decir?, progreso de ningún tipo”, insistió. "Fíjate si no tengo progreso que vivo en una casita de piso de tierra criando vacas que a fin de cuentas 'son y no son mías', porque si me como una me meten 20 años”.

“No puedo decir que tengo ningún progreso, al contrario, atraso es lo que tengo”, concluyó.

“Si por esta conversación que yo tengo, a mí me van a sancionar, que lo hagan, porque miedo no les voy a tener, pero de lo que sí yo soy capaz de decir es la verdad”, concluyó Guerra Díaz.

“Como yo no les voy a vender más nunca nada, que por mi tierra ni se porten”, advirtió.

En los últimos años han sido frecuentas las denuncias de retrasos en los pagos de las entidades estatales a los productores agropecuarios cubanos.

A ello se suma la venta de insumos agrícolas en moneda libremente convertible (MLC), tiendas en las que los campesinos tienen que adquirir neumáticos para tractor, electrodos, botas de goma, fertilizantes, machetes y envases plásticos, entre otros artículos, a través de operaciones de compra con tarjetas magnéticas o transferencias bancarias. Desde que inició el año, han abierto al menos dos, una en Sancti Spíritus y más recientemente en Guantánamo.

Los campesinos cubanos se vienen quejando, también, de la pérdida de ganancias económicas tras el proceso de unificación monetaria, porque el mayor margen comercial lo tienen los comercializadores y no los productores, y el alza de precios de los insumos hace que la producción para muchos de ellos no sea sostenible.

Lo productores agrícolas también critican los bajos salarios en los quedaron tras la unificación monetaria, al estar sujetos a un método de pago que depende del cumplimiento del plan de producción de las empresas, y no de una nómina fija que garantice tan siquiera un salario mínimo.

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