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¿De dónde son los cantantes?, del empobrecimiento de Cuba

En el caso de Cuba, si alguien se siente por encima de jóvenes valientes como Luis Manuel Otero Alcántara, Denis Solís Maykel Osorbo o el Funky, lo tiene fácil, solo debe bajarse dos o tres escalones de su pedestal culto, escuchar al relato de sus vidas y compartir visiones desde el goce de la diferencia y la discrepancia de igual a igual, despojada de altanería y paternalismo.

Mendiga cubana y Denís Solís, rapero encarcelado © CiberCuba / Facebook Denis Solís
Mendiga cubana y Denís Solís, rapero encarcelado Foto © CiberCuba / Facebook Denis Solís

Este artículo es de hace 2 años

La penúltima estratagema del poder blanco y excluyente, que es el tardocastrismo, consiste en alentar el enemigo rumor de que los muchachos del Movimiento San Isidro son vulgares y, como suele ocurrir casi siempre, totalitarios disfrazados de cultos en el exilio e inxilio cubanos han comprado la orientación bajada desde La Habana verde oliva, desquiciada con la oposición desinhibida y nada canónica.

Mal que viene de lejos, incluso antes de que César Vallejo nos llamara indios con levitas; y que se repite periódicamente en la historia cubana, como ocurrió con el negro Batista, Cintio Vitier -siempre tardío- descuajeringando el poema La isla en peso, de Virgilio Piñera; Lunes de Revolución laminando a Orígenes, sin saber que a ellos luego lo sepultaría El caimán barbudo y vuelta a empezar en esa noria infinita que semeja Cuba.

Curiosamente, algunos críticos de la oposición cubana, además de ignorar a Tania Bruguera, Yunior García, Anamelys Ramos, Gente de Zona, Carolina Barrero, el 27N y al resto de anticastristas públicos, caen en idéntico error al del tardocastrismo, la falta de pluralidad y el predominio de la falsa unanimidad para ¿salvar? la patria; es decir, si la oposición es tan coral, que incluye voces, modas y modos de barrios empobrecidos por el comunismo, entonces ya no les parece legítima.

Los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres; y tantos años bajo el predominio de la cultura de la pobreza impuesta, obligó a muchos cubanos a asumir modos de supervivencia, reflejo de su vida cotidiana, incluida la oposición política; pero sus formas no menoscaban el contenido de sus propuestas para derrotar al castrismo, una de las mayores vulgaridades anticubanas de la historia patria.

El Caribe también es exuberancia, andares bailando, bulla, manoteo y risa y no esas boberías solemnes de tardocastristas y aquellos contrarios suyos escandalizados por tamañas vulgaridades ajenas a sensibilidades tan exquisitas, que pretenden hurtar lo cubano de la oposición política y mantenerla en rígidos cánones para gozo de la dictadura, que atesora larga experiencia en intentar desacreditar a sus adversarios con abiertas y solapadas alusiones rasgos negativos de sus personalidades, para escurrir el bulto y no debatir sobre pobreza, desigualdad, racismo y apartheid cultural.

El referendo que revocó el mandato del general Augusto Pinochet Ugarte, en Chile, triunfó porque sus promotores no cayeron en la trampa de la dictadura de alentar el miedo de los ciudadanos a determinados sectores populares para dividir el NO a su continuidad en el poder.

En el caso de Cuba, si alguien se siente por encima de jóvenes valientes como Luis Manuel Otero Alcántara, Denis Solís Maykel Osorbo o el Funky, lo tiene fácil, solo debe bajarse dos o tres escalones de su pedestal culto, escuchar al relato de sus vidas y compartir visiones desde el goce de la diferencia y la discrepancia de igual a igual, despojada de altanería y paternalismo.

Cuba no necesita salvadores excluyentes, sino gente normal que sepa escuchar, incluidos cultos ofendidos que -si no tuvieron la gallardía de discrepar en Cuba- al menos deberían tener la virtud de callarse ante la generosidad política de jóvenes empobrecidos que sueñan con una nación que celebre por igual a caramelos y bombones.

Cuestionar a estas alturas del dominó de dónde son los cantantes solo favorece a quienes mantienen trancado el juego hace 62 años y sueñan con mantener divididos a los cubanos entre vulgares y cultos, negros y blancos, blandengues y duros, exiliados y gusañeros, ladrones y policías, católicos y santeros; cuando la única división real que padece Cuba es la de muy ricos de la casta verde oliva y muy empobrecidos, que son mayoría aplastante.

Ya avisó Julián del Casal y de la Lastra, otro cubano vilipendiado hasta fechas recientes:

Tú sueñas con las flores de otras praderas,
nacidas bajo cielos desconocidos,
al soplo fecundante de primaveras,
que avivando las llamas de tus sentidos,
engendren en tu alma nuevas quimeras
.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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