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Censura y perdón en la televisión cubana

¿Qué medidas ha tomado la institución ICRT con la censora? ¿Qué garantías tienen los cubanos de que no habrá más libreteros censuradores en la televisión oficialista?

Una escena del filme "Ammonite", de Francis Lee © Screenshot
Una escena del filme "Ammonite", de Francis Lee Foto © Screenshot

Este artículo es de hace 2 años

La televisión pagada por el Partido Comunista repite una y otra vez la censura de escenas homosexuales y lésbicas y luego pide disculpas públicas, asegurando que no se trata de una postura discriminatoria institucional, es decir, que estaríamos ante sucesivos libretazos de sus empleados..

¡Peor aun entonces! ¿Cómo es posible que alguien censure un contenido de la transmisión televisivas sin tener que responder ante sus jefes inmediatos, la presidencia del ICRT y los departamentos Ideológicos de la Contrainteligencia y el PCC, con larga experiencia en arremetidas contra gais y lesbianas, en el sexagenio gris?

El último episodio censurador ocurrió este sábado, cuando una asesora sin identificar censuró dos escenas del filme Ammonite, exhibido el sábado por la noche en el programa Espectador Crítico, del Canal Educativo, justo cuando se celebraba una jornada oficialista contra la Homofobia y la Transfobia.

¿Qué medidas ha tomado la institución ICRT con la censora? ¿Qué garantías tienen los cubanos de que no habrá más libreteros censuradores en la televisión oficialista?

El castrismo solo acogió a los homosexuales y lesbianas de izquierda después de la caída del Muro de Berlín y la URSS, como parte de su rejuego totalitario; los abyectos se plegaron y los coherentes se mantuvieron al margen; hasta entonces, mantuvo bajo vigilancia a todos y machacó a muchos, como reconoció Fidel Castro Ruz a Ignacio Ramonet.

Una vez que el Comandante en Jefe resolvió esa papeleta, no había necesidad alguna de censurar nada relacionado con gais y lesbianas, pero el alma totalitaria que anida en el tardocastrismo conserva la tijera mutiladora que tanto daña el alma cubana, y nadie se va a creer el cuento que una asesora es la única culpable, aunque su papel es censurar todo aquello que se aparte de la liturgia oficial.

El tardocastrismo resulta más ridículo cuando miente que cuando dice la verdad y obliga a sus súbditos a proferir mentiras y medias verdades, que quedan al descubierto porque los cubanos saben que los empleados a sueldo del poder están obligados a actuar en lógica represiva y no humana.

Los escenarios contaminados por fingimientos y falsedades llegan a implantar en los burócratas tics autoritarios que reproducen el látigo que los orienta, aunque luego en privado se liberen de ciertas imposturas y recen porque acabe pronto el desvarío verde oliva.

La homofobia es un viejo mal cubano, anterior incluso al castrismo demoledor; pero cuando el aparato propagandístico escenifica contriciones hipócritas, deja el desnudo la terrible maldad de sus jefes, incluidos homosexuales y lesbianas tapiñados.

Censurar besos lésbicos forma parte del catálogo represivo tardocastrista, enemigo del diferente porque en su convicción íntima solo concibe un mundo sin espacios alternativos, preñado de peligros y enemigos por toda parte; de ahí que -en cada acto represivo- muestre su infinita debilidad.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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