Kevin Pillar, pelotero de los Mets de Nueva York, recibió un brutal pelotazo en la noche del lunes que le provocó múltiples fracturas en la nariz y una aparatosa hemorragia, tras ser impactado en el rostro por una pelota que venía a 94 millas.
El pelotero fue evacuado de inmediato a un hospital donde, tras pasar un reconocimiento médico, se descartó que tuviera alguna lesión neurológica. En declaraciones posteriores, Pillar dijo sentirme afortunado a pesar del pelotazo, que podía haber tenido peores consecuencias.
La peligrosa bola fue lanzada por Jacob Webb, de los Braves de Atlanta, que quedó paralizado tras el lanzamiento y con cara de gran preocupación. Tal era el estado anímico del pitcher, que posteriormente fue retirado del campo por su entrenador.
Kevin Pillar dijo que no tenía ningún resentimiento hacia Webb. De hecho, expresó su preocupación por el lanzador de los Braves, algo que la prensa deportiva ha calificado de auténtica lección de deportividad.
“Sé que no quería darme en la cara”, dijo Pillar. “Los accidentes ocurren. Sé que se siente mal. Él y yo hablamos anoche y hoy. Estoy casi más preocupado por él que por mí mismo”, explicó.
“Vi su reacción. Sé lo difícil que puede ser para alguien sentirse responsable de que alguien se lesione. Traté de transmitirle ese mensaje. Sé que no fue intencionado. Necesita seguir teniendo confianza en sí mismo y en sus cosas. Estaré bien”, dijo Pillar.
Webb dijo que estaba tratando de hacer un lanzamiento alto a Pillar, pero que la bola se le escapó. “No estaba tratando de golpearlo”, aclaró el lanzador. “Definitivamente salió de mi mano de manera extraña. Lo supe de inmediato cuando lo tiré. Lo sentí”, añadió.
Una noche después de recibir un fuerte impacto en la cara, Kevin Pillar, con el rostro hinchado y muy magullado, quiso estar en el banquillo de los suplentes de los Mets de Nueva York en el segundo partido de la serie contra los Braves, que su equipo ganó por 4-3.
Pillar, que fue colocado en la lista de lesionados de 10 días, estuvo en el banquillo de los suplentes en el Truist Park con evidentes secuelas de su aparatosa lesión y tras reunirse con un especialista facial para determinar los siguientes pasos en su recuperación.
El jardinero de los Mets aún logró sonreír mientras estrechaba la mano de los cuatro árbitros y del entrenador de los Braves, Walt Weiss, quien le dio una cálida palmada en el hombro.
“Fue un momento aterrador”, dijo el entrenador de los Mets, Luis Rojas. “Es increíble que esté aquí y paseando”, concluyó.
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