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Anciano cubano con un ictus debe recorrer 21 km para recibir fisioterapia por cierre de sala por Covid-19

Un anciano de 60 años que está en silla de ruedas debe viajar tres veces a la semana 21 kilómetros para recibir fisioterapia.

Hospital Iluminado Rodríguez de Jagüey Grande, Matanzas (Imagen referencial) © Radio Victoria de Girón.
Hospital Iluminado Rodríguez de Jagüey Grande, Matanzas (Imagen referencial) Foto © Radio Victoria de Girón.

Este artículo es de hace 2 años

Un cubano residente en el pueblo de Agramonte, en el municipio matancero de Jagüey Grande, denunció que su padre, quien sufrió un ictus y se encuentra en silla de ruedas, debe trasladarse 21 kilómetros para recibir fisioterapia, porque la sala donde podría recibir el tratamiento en su localidad fue cerrada por la pandemia.

Yaniel Travieso Vargas se quejó en la sección Acuse de Recibo del periódico Juventud Rebelde de la decisión adoptada por la dirección de salud de Jagüey Grande, que obliga a todos los pacientes del territorio a viajar hasta la cabecera municipal.

El padre de Travieso, de 60 años, sufrió el pasado 7 de mayo un accidente cerebro vascular que le dejó como secuela una hemiplejia del lado izquierdo, una dolencia que según los médicos solo puede ser sanada con tratamiento de fisioterapia.

"Se podrá imaginar, que tres veces a la semana haya que mover a una persona con tal discapacidad en un carro particular, sin los medios para hacerlo. La distancia es de 21 kilómetros desde Agramonte hasta Jagüey. Además, con un sillón de ruedas", detalló.

El enfermo es profesor de inglés en la Universidad Camilo Cienfuegos, de Matanzas. Según los especialistas que lo han visto, la atención que reciba en los tres primeros meses es vital para poder retomar en un futuro sus labores diarias.

"Mi petición es que se pueda reabrir la sala en cuestión. Aunque mi padre sea atendido por un licenciado en fisioterapia tres veces a la semana, requiere de los equipos de la propia sala para complementar los ejercicios físicos", concluyó el remitente de la misiva.

El redactor de la sección se sumó a la petición del lector y cuestionó que la familia afectada tenga que costear el traslado de un paciente desde un poblado hasta la sede de Jagüey Grande.

"¿No hay más peligro de potencial contagio de la COVID-19 en ese complejo trayecto? ¿Tomando todas las medidas de precaución, la sala de Agramonte no pudiera funcionar, así como la de Jagüey?", inquirió.

Los servicios médicos en Cuba se han visto severamente afectados por la pandemia de coronavirus. Muchos hospitales están prácticamente cerrados, dando atención solo a las urgencias.

Los pacientes ven con impotencia cómo los tratamientos que requieren se posponen indefinidamente con el riesgo de que sus dolencias y padecimientos, considerados no graves, podrían empeorar.

A todo ello se suma el deterioro de los centros de salud y la escasez de medicamentos e insumos básicos.

En abril una mujer que sufrió una lesión en un pie denunció que el método sui géneris que empleó el personal médico para inmovilizarle el miembro fue fijarle un pedazo de cartón doblado entre la venda y la planta del pie.

Julieta Díaz Díaz, residente en Matanzas, dijo que en el hospital al que acudió no había yeso ni férula disponible.

"Me doblé el pie, pero no aguantaba el dolor y fui a lo hospital. Miren, mi pueblo, en el hospital no había nada para el dolor y miren lo que me pusieron porque ni yeso había", dijo la accidentada en su cuenta en Facebook, con una foto de su pierna.

"No se enfermen. Cuídense mucho porque, si es por los recursos, aquí no hay nada", agregó.

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