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Díaz-Canel y Marrero: Outs por regla

El coronavirus desnudó al tardocastrismo, carente de un proyecto para Cuba, salvo el de permanecer en el poder a toda costa y costo, bajo una pretendida continuidad, que no es ni se parece; y salpicado de escenas cantinflescas como el reciente acto fallido del vicepremier y titular de Economía, visiblemente alterado, calificando de "milagro el estar aún aquí", reconociendo escasez de alimentos por falta de dólares norteamericanos y, al mismo tiempo, asegurando que avanzan, sin aclarar hacia dónde.

Primer Ministro y Presidente de Cuba © Granma
Primer Ministro y Presidente de Cuba Foto © Granma

Este artículo es de hace 2 años

Los presidente y primer ministro de Cuba están persuadidos, por su mala cabeza, miedos e incapacidades y el hato de burócratas pendejos que los rodean, que gobernar es el arte de la ficción y -mientras la nación se desangra por COVID-19- pobreza y desigualdad, ambos mandatarios saltan de patiñero en patiñero, evitando el contacto directo con el noble y esquilmado pueblo cubano.

La prensa pagada por el partido comunista realiza notables esfuerzos para enmascarar los actos fallidos de ambas figuras, con titulares efectistas y manipulados: Al centro de Cuba y sus problemas, Ninguna provincia cubana está sola, y otras ocurrencias banales de bardos miopes.

Una foto de los doctores Rubiera y Durán se ha hecho viral en redes porque ambos hombres han conseguido llegar a las personas con su buen hacer profesional, pero tanta relevancia, confirma la orfandad de liderazgo que padece la nación cubana y la virtud popular, que distingue a empleados eficientes de verdugos y guatacas inservibles.

Rubiera ha conseguido transmitir sus genes científicos a jóvenes meteorólogos, que acaban de dar una muestra de su rigor con la cobertura de Elsa, reafirmando que Cuba tiene muy mal gobierno, pero abundante y buen capital humano, como la meteoróloga Aylín Jústiz Águila, injustamente tratada por un desliz en medio de tensa cobertura.

En Cuba, a cualquiera se le muere un tío, pero francotiradores siempre muerden el anzuelo sin carnada y agreden a víctimas y no a victimarios. ¡Cosa más grande, chico!, que diría el genio Tres Patines.

Mientras Miguel Díaz-Canel Bermúdez y Manuel Marrero Cruz "analizaban" con autoridades de Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus el impacto del brote de coronavirus en la región central; en Placetas, a 37 kilómetros de Santa Clara, dos funcionarios municipales agredían a una cubana porque filmó con su móvil su desprecio hacia los pobres y la expresión de una receta antigua: Vete de Cuba.

Obviamente, la política de cuadros del partido comunista ha fracasado porque el relevo del "liderazgo histórico" no consigue alumbrar a Cuba, vive en la improvisación constante y, en algunos ámbitos provinciales y municipales, se mezclan burócratas y cobardes que agreden a mujeres indefensas. Dos tipejos contra una señora, menudos tipejos nuevos.

En Cruces, un enfermo crónico está privado de comprar sus medicamentos establecidos por criterio médico en el llamado Tarjetón, porque no pertenece a la progubernamental ACLIFIM y milita a la oposición en el gobierno; protesta en la farmacia y acude la policía y oficiales de la Seguridad del Estado, riéndose de la desventura de un cubano. Menuda manera de avivar fuegos innecesarios.

El coronavirus desnudó al tardocastrismo, carente de un proyecto para Cuba, salvo el de permanecer en el poder a toda costa y costo, bajo una pretendida continuidad, que no es ni se parece; y salpicado de escenas cantinflescas como el reciente acto fallido del vicepremier y titular de Economía, visiblemente alterado, calificando de "milagro el estar aún aqui", reconociendo escasez de alimentos por falta de dólares norteamericanos y, al mismo tiempo, asegurando que avanzan, sin aclarar hacia donde.

Parte de la oposición y la emigración ha pedido -reiteradamente- que se abran canales humanitarios para el envío de alimentos básicos, medicinas, medios sanitarios y de aseo personal y colectivo; pero su generosidad se ha estrellado contra los patrocinadores de Abdala, Soberana y otros candidatos vacunales pagados por Irán, pero que no llegaron a tiempo para frenar la pandemia en Cuba, aunque su mal gobierno insiste en la diplomacia de batas blancas en dólares norteamericanos.

Politizar una enfermedad que ha matado a millones de personas en el mundo y a miles en Cuba, es un crimen de lesa humanidad, que confirma la inmadurez política de Díaz-Canel y Marrero Cruz, sendas imposiciones de Raúl Castro Ruz, aunque el segundo también vaya a la cuenta del General de División Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, ya instalado en el Buró Político, pero que sigue sin dar la cara.

Gobernar, además de tomar decisiones, exige capacidad de anticipación, dar la cara ante los gobernados, especialmente en coyunturas adversas, escuchar a todo el mundo y evitar todos los líos posibles; cualidades que brillan por su ausencia en el tardocastrismo, empeñado cotidianamente en mostrar su incapacidad ante los cubanos y el mundo. Como para que Joe Biden pueda fiarse de grumetes ávidos de dólares con pasión de Titanic.

Ante tanto desorden, ocurrencias, banalidades y estruendos absurdos como el intento de estafa a Rusia; ya solo queda pensar que López-Calleja está dejando que Díaz-Canel y Marrero Cruz se achicharren políticamente o que ha sido reclutado por la CIA para demoler los restos del derrumbe revolucionario, después que su ex suegro suba al cerro de Mícara. Lástima que sea tan sangripesao y genere más rechazo que simpatía.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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