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Clásico Barça-Madrid: Apuntes personales

Por los blancos marcaron Alaba y Lucas Vázquez; por los azulgranas, Agüero. Lo que sigue es una lectura de lo que deja el Clásico.

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Este artículo es de hace 2 años

La victoria del Real Madrid sobre el Barcelona (1-2) dejó un manojo de confirmaciones de tendencias y lecturas entre líneas. Estas son solo algunas que me saltan a la vista.

SÍ es lo que hay. Yo no soy muy de Koeman, pero es inapelable que este equipo azulgrana está para ganar partidos, no trofeos. Sus posibilidades ante plantillas de gran calado son tan pocas como el gaseado de los refrescos a granel: muchas facilidades en defensa, falta de contundencia arriba, ausencia de un jugador capaz de marcar diferencias (todavía ese traje le queda grande a Fati), limitaciones en lo táctico, rachas de apatía colectiva, improvisaciones incomprensibles en un once con tanto historial, escasez de elementos revulsivos... En fin, los mares.

El Madrid es mejor en el campo y la pizarra. La realidad futbolística vivida por al menos tres lustros ha cambiado, y ahora los de Concha Espina son más fuertes desde la A a la Z. Esto es, gozan de un medio campo lúcido y harto trabajado, un ataque que cuenta con Karim Benzema, una banca donde se acomodan Marco Asensio, Federico Valverde o el propio Eden Hazard, que por muy mal que ande siempre tiene el sombrero de los conejos amarrado a los botines. Verdad es que en defensa el equipo no brilla –tal es el handicap que separa a los merengues de la crème de la crème hoy-, pero el Barcelona, aquí también, ofrece menos crédito que ellos. Y en materia de dirección de orquesta, Ancelotti va de toga y birrete mientras Koeman batalla por pararse del pupitre.

Ter Stegen y Frenkie, a años luz. En esta campaña, el portero alemán y el interior holandés –salvo destellos- no han pasado de ser postales sepias de los monumentales jugadores que enamoraron a la grada del estadio de Arístides Mallol. Pareciera que a Ter Stegen, con la operación de la rodilla, le hubieran mutilado el cartílago de la anticipación y los huesos de esa autoconfianza que lo llevó a discutir la cima universal en su sector. Mientras, Frenkie da la impresión de estar encorsetado, desprovisto del hambre atacante que lo había convertido en un demonio que embestía y llegaba desde segunda línea. Sin los extras que aportaban uno y otro, el Barcelona sufre en demasía. Ter Stegen era providencial en tres de cada dos partidos; Frenkie es una condición sine qua non para que el Barça genere el peligro imprescindible. Según vayan ellos, irá el club.

Brumas despejadas. Para quienes pensaron –perdónalos Díos mío- que Memphis se iba a vestir de Messi, ahí lo tienen: el ex del Lyon se ha diluido prematuramente, y lo peor es que cuando ha tenido la ocasión de buscar puerta ha optado por asistir a un compañero. Luego, este no es el tiburón que se pretende. Ni lo es todavía el niño Fati, ni lo será jamás el lamentable Luuk de Jong. ¿El Kun? Ah sí, se asemeja algo más a los bocetos, pero a estas alturas no puede tirar de un carro tan pesado. Voy con más. Para quienes pensaron que Mingueza se podía ocupar del lateral, está visto que sufre en exceso ante hombres que se ganan el pan en el uno contra uno y que, encima, no favorece en la salida ni da profundidad. Y por último, para aquellos que hace unos años solo tenían ojos para los goles del Cristiano madridista, los remito a los montones de comentarios donde sugerí una y mil veces que miraran un rato, aunque fuera de reojo, a Benzema. Incluso sin regalar su versión top, El Gato es de esos jugadores que mejora cada balón que tocan y hacen mejor a cada jugador que los rodea. Es el Messi de este Real Madrid.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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