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Una voz, un estilo, una narración... ¡un ser humano especial, bondadoso y honesto! Compartió conmigo algunos años (ojalá hubiesen sido más) en la redacción deportiva de la Televisión Cubana. Hoy CiberCuba se honra con la presencia de José Luis Basulto, periodista, narrador, locutor, escritor y comentarista deportivo cubano.
Desde hace años no te vemos en la tele ni en la radio cubanas. ¿Qué ha sido de tu vida, querido amigo?
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Para mí es una alegría muy grande conversar contigo, Julita, después de tantísimo tiempo. Vivo en México desde abril de 2019, cuando era encargado de prensa de la Confederación Panamericana de Ciclismo. Llegué invitado por un amigo para que trabajara en una empresa de turismo en línea y, al propio tiempo, había sido invitado por dos universidades para impartir conferencias sobre oralidad radiofónica.
He hecho muchas cosas aquí, algunas impensables antes de llegar a este gran país. Fui redactor y director de un boletín informativo para una academia de coaching y de un canal de televisión en línea. Además, sigo escribiendo libros sobre historias de vida cada vez que se presenta la oportunidad. También genero contenidos para licenciaturas y maestrías y trabajé como profesor de periodismo político y comunicación en la Universidad Autónoma de Nuevo León y en el Instituto Superior de Computación.
Desde hace algunos años me di cuenta de una realidad objetiva: cada vez hay menos opciones de trabajo para personas de mi edad; no solo aquí en México. Por eso compré mi primer auto a los 62 años. Ese vehículo se ha convertido en mi herramienta de trabajo, ya que actualmente laboro como conductor en Uber y Didi.
Aquí vivo con mi esposa Sonia, quien me acompaña desde hace casi 10 años. Mi hijo, del primer matrimonio, vive en Estados Unidos.
Inicios en tu Camagüey natal.
Este guajiro nació hace 63 años en el municipio rural camagüeyano de Najasa, donde viví hasta los 13 años. Mis padres de crianza se mudaron entonces a la periferia de la ciudad de Camagüey y, ¿puedes creerlo?, a pesar de mi amor por los deportes, la naturaleza no me dotó del más mínimo talento para sobresalir en ninguno, por eso mi verdadera aspiración siempre fue ser narrador deportivo.
¿Tienes herencia?
No. Quizás surgió de mis hábitos de lectura y de radioescucha, a pesar de que en mi casa no teníamos radio. Recuerdo que casi todos los días iba a caballo a casa de unos tíos para escuchar Radio Reloj, Radio Rebelde, Radio Progreso y Radio Cadena Agramonte, la emisora provincial de Camagüey.
Yo narraba juegos imaginarios de béisbol, mi mayor pasión. Me fascinaba escuchar a Eddy Martin, Bobby Salamanca, Pity Rivera, Héctor Rodríguez y René Navarro, quienes transmitían por Radio Progreso y Radio Rebelde, así como a otros narradores de provincia.
¿Cuándo llegaste a un micrófono por vez primera?
Eso ocurrió a mediados de 1983, como lector de la cartelera cinematográfica en una revista de Cadena Agramonte. Acababa de desmovilizarme del Servicio Militar General, lapso en el que conocí a Franco Carbón. Un amigo me llevó a su casa y me dio un periódico para que leyera en voz alta. Al terminar, me dijo Franco: “Tienes lo más importante que necesita un locutor: lees muy bien”.
A partir de ahí, comenzó a darme clases de técnica de locución hasta que se interrumpieron en agosto de 1983, cuando fui desmovilizado y tuve que regresar a Camagüey. Con 21 años, me ponía a leer periódicos en voz alta en el portal de mi casa. Así las cosas, otro amigo me llevó a Cadena Agramonte, donde expresé mi decisión de trabajar en lo que fuera, lo mismo limpiando el piso que en cualquier otra cosa.
Me incorporé a un curso de formación de editores y operadores de audio como alumno oyente y mi perseverancia, el interés por aprender y el profundo deseo de trabajar en una emisora de radio fueron tales que, al finalizar el curso, estuve entre los alumnos, ya oficiales, con mejores calificaciones.
En ese momento atravesaba una situación familiar difícil. Mis padres de crianza, ya de avanzada edad, tenían bajo su cuidado a cuatro hermanos menores que yo. Mi padre estaba en prisión, cumpliendo una condena de 20 años por razones políticas, y mi madre hacía tiempo que se había alejado de nosotros.
Cuando la directora de la emisora, Josefa Bracero, supo de esta realidad, indicó que se me otorgara una plaza como ayudante de taller en Radio Cadena Agramonte. Así fue como logré cumplir mi sueño de integrarme a una emisora radial.
Poco después, la emisora comenzó a transmitir las 24 horas del día y me asignaron una plaza como operador de audio del máster central. Fue en ese momento cuando también inicié mis prácticas de locución, leyendo boletines de tres minutos durante la madrugada.
Al propio tiempo, me acerqué a los narradores deportivos Pepe Cardoso y Carlos del Canto, a quienes les comenté que quería ser narrador deportivo. Ellos me dieron una grabadora y me recomendaron que fuera por las noches al estadio Cándido González, para grabar dos o tres innings en una cabina contigua a las que utilizaban durante sus transmisiones.
Mi debut al aire como narrador de béisbol se produjo en febrero de 1985, durante una serie entre los equipos de Isla de la Juventud y Camagüey. El primer juego no lo narré por Cadena Agramonte, sino por Radio Caribe.
¿Cómo llegas a la tele?
Te cuento que mis primeros pasos en ese gran medio los di en Televisión Camagüey.
Fui uno de los egresados de un curso de formación de locutores que se realizó antes de la inauguración del canal local Televisión Camagüey. En esa etapa conduje revistas informativas y fui de los primeros en hacer reportes para Revista de la Mañana.
Cuando me trasladé a La Habana, en julio de 1998, lo hice con el propósito de trabajar en Radio Rebelde. Sin embargo, al llegar allí, no había plazas disponibles; por esa razón comencé como locutor en la COCO, hasta que surgió la vacante que había dejado Walfrido Castro al retirarse.
Así comencé en Radio Rebelde como comentarista deportivo del programa “Haciendo Radio”, donde con el tiempo empecé a hacer suplencias como conductor del programa, labor que desempeñé durante siete años.
Gracias a Radio Rebelde tuve la oportunidad de salir por primera vez de Cuba en 1999, cuando me enviaron como periodista a los Juegos Mundiales Universitarios en Palma de Mallorca, España. En los años siguientes formé parte de los equipos de trabajo que cubrieron los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Cartagena de Indias en 2006, entre otros eventos.
A Cartagena asistí como jefe de la radio pero, por contradicciones con algunos compañeros, decidí renunciar a mi cargo de subdirector de deportes en la emisora y aprovechar una propuesta de trasladarme a Tele Rebelde como jefe de la redacción deportiva. Recuerdo que en el primer Noticiero Deportivo en el que participé tuve el honor de compartir cámaras y micrófonos contigo.
Yo también lo recuerdo, como recuerdo que fuiste el más galante y correcto de mis colegas, siempre atento, siempre caballeroso en el set y fuera de este.
Pero, como suelen ser las cosas, el entonces jefe del informativo, quien fue defenestrado unos años después, se opuso a que asumiera esa responsabilidad, argumentando que no había terminado la licenciatura en Comunicación Social, por lo que me quedé allí como narrador-comentarista.
En resumen, el tiempo que pasé en el canal fue una etapa de aprendizaje y de adaptación a otro tipo de locución y periodismo. A la vez, era el último de la cola, lo que naturalmente tenía sus consecuencias.
Un día, en una reunión X, se te unió el cielo con la tierra cuando, tras regresar de un contrato como narrador en Panamá, te mal juzgaron y prácticamente te expulsaron. ¿Guardas rencor? ¿Cómo te sentiste cuando nadie, incluso yo, te apoyó? La injusticia fue tal que solo una persona honesta y fuerte podía seguir adelante. A tantísimos años (no recuerdo cuántos) ¿superaste aquella canallada?
Primero que todo: no guardo rencor por nada ni nadie, porque todo lo que a uno le pasa hay que ponerlo en una balanza. En mi caso concluí que todo fue para bien. Por eso no guardo ningún tipo de rencor.
Dicho esto, te completo la respuesta: Aquella reunión fue en noviembre de 2007. Un día aciago para mí, que, paradójicamente, me brindó valiosas lecciones. En primer lugar, me di cuenta de que fue una pérdida de tiempo haber dedicado parte de mi juventud a una organización excluyente y retrógrada como lo es el PCC. En segundo, conocí a dos o tres paradigmas del oportunismo y la simulación; y, en tercer lugar, desde ese momento, empecé a ser libre e independiente.
Estuve poco más de dos años sin trabajar en la radio y en la televisión.
Cuando salí de Tele Rebelde, nadie me quería. Fui a varias emisoras buscando trabajo como locutor, pero sus directivos me decían que no había vacantes. De un momento a otro, me convertí en un ser despreciable, al punto de que algunos, al verme a lo lejos, cruzaban a la otra acera para evitar saludarme.
Pero siempre hay alguien en el desierto del desamparo que te tiende la mano. En mi caso, esa persona fue Esteban Ramírez Alonso, por entonces director de la actual Agencia Cubana de Noticias. Cuando fui a verlo, sin ser su amigo, me dijo: “Preséntame un proyecto de boletín deportivo para el sistema de radio de la agencia”. Así fue como comencé a trabajar allí, donde permanecí casi cuatro años.
Recuerdo que en esa etapa fui a hablar con el entonces presidente del ICRT, Ernesto López, quien me aseguró que me mandaría para Radio Habana Cuba, una emisora que por aquel entonces no se escuchaba en el país. Así fue como llegué allí, donde permanecí hasta 2012.
Fue una etapa provechosa, ya que fui conductor de “Formalmente informal” y la revista “Nuestra América”, dos programas donde entrevisté a políticos, científicos, periodistas, locutores, narradores deportivos, pintores, músicos, entre otros. Por cierto, un grupo de esas entrevistas integraron mi primer libro, De la radio a la palabra impresa, publicado por la editorial En Vivo.
También, en ese período, signado por disgustos y decepciones, estudié la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y realicé una maestría centrada en la función del locutor-conductor en programas informativos de radio.
Después te fuiste otra vez para RR. ¿La pasaste mejor, fuiste respetado, cuántos años estuviste allí?
Regresar a Radio Rebelde como locutor me tomó dos años y medio, ya que algunas personas con responsabilidades políticas allí se oponían a mi retorno, argumentando que iba a “romper el equilibrio” en un colectivo tan unido.
Mi regreso fue a instancias del director del Noticiero Nacional de Radio, quien me había pedido que fuera el conductor principal de ese espacio. Antes de comenzar me sometieron a un consejo de dirección extraordinario, donde la directora en ese momento me leyó “la cartilla”: “Esperamos que usted se dedique única y exclusivamente a su trabajo como conductor del Noticiero Nacional de Radio”, dijo, acompañada de todos los “factores” de la emisora. Mi respuesta fue lacónica: “A eso vine”.
Además, en ese interim, a través de una amiga, comencé como locutor de noticias en off en un noticiero de Cubavisión Internacional, hasta que tiempo después me pasaron al área de deportes, donde trabajé durante nueve años.
Aunque es obvio, debo señalar que nunca más fui convocado para participar en transmisiones de juegos deportivos, ni nacionales ni internacionales. No me sorprendió, pues era consciente de las mediaciones que influyen en esas designaciones. Ya no era considerado “confiable” por quienes llevan más de 40 años manejando a su antojo la integración de las delegaciones de radio y televisión.
Posteriormente, en el proceso de “rehabilitación”, regresé en 2016 al segmento deportivo del Noticiero Nacional de Televisión (NTV), donde comencé a realizar comentarios y crónicas sobre figuras y eventos deportivos de relevancia. Recuerdo con especial cariño la crónica que escribí con motivo del retiro del entrenador Ronaldo Veitía, la cual tuvo una trascendencia extraordinaria. Fue una etapa breve, pero la que más reconocimiento me otorgó en toda mi carrera profesional.
Mi presencia en el NTV llegó a su fin el día en que preparé una crónica dedicada a Eugenio George, con motivo del segundo aniversario de su desaparición física, la cual no salió al aire porque, durante el ensayo, el director del departamento informativo —con evidente prepotencia— comentó que sus dos minutos y 35 segundos “eran demasiado” y que el contenido resultaba “excesivamente elogioso”.
El funcionario de turno, con tono altanero, añadió: “O le quitas tiempo y elogios, o no sale al aire”. Ante semejante estupidez, respondí con firmeza: “¡Entonces no va a salir!”. Así terminó mi “segunda temporada” en el NTV… ¡Renuncié y no volví!
Situación del deporte cubano actual: debacle en los juegos múltiples, caída en picada de la pasión nacional, adolescentes y hasta niños huyendo en estampida...
La crisis del deporte cubano es un reflejo claro de la realidad que enfrenta el país. En una nación cuya economía, en ruinas, pasa de un laboratorio a otro sin hallar el camino para florecer, no es sorprendente que otros sectores también estén en franco deterioro.
El deporte cubano no volverá a ser lo que fue hace 20 años. Cuba es hoy un país improductivo, con una economía subordinada a concepciones ideológicas inviables y obsoletas. Es absurdo pensar que, repitiendo las mismas fórmulas, obtendrán resultados diferentes.
Cuando la economía fracasa, la mayoría de las personas busca vías de escape para donde sea. Eso ocurre tanto en el seno de una familia como a escala nacional. Lamentablemente, los gobernantes cubanos ni siquiera han sido capaces de modificar el discurso.
Lo más lamentable es que quienes terminan pagando las consecuencias de semejante despropósito son, como siempre, los de abajo: la mayoría. Y lo más desolador es que, cuando miro hacia el horizonte, no vislumbro la más mínima probabilidad de solución.
Equipo cubano todos estrellas…
Me pides que forme un equipo de todos estrellas del béisbol, lo cual no es tarea fácil. Aquí va mi team, muy ofensivo y ordenado según el turno al bate:
SS: Luis Ulacia (utility); 2B: Antonio Pacheco; 3B: Omar Linares; BD: “Cheíto” Rodríguez y Orestes Kindelán; 1B: Antonio Muñoz; RF: Luis Giraldo Casanova; LF: Lourdes Gourriell; CF: Víctor Mesa; R: Juan Castro; LZ: Jorge Luis Valdés; LD: José Ariel Contreras; R: Aroldis Chapman. Director: José Miguel Pineda.
¿Eres de los que opina que como Omar, Kindelán, Pacheco, Germán, Ulacia, Víctor, Casanova, Juanito o Pestano no jugaron MLB no pueden ser comparados con Yordan, Chapman, el Yuly y compañía?
El camino de las comparaciones rara vez lleva a algo positivo ni objetivo, Julita. Las circunstancias y los contextos son distintos. Sin embargo, estoy convencido de que los peloteros que mencionas tuvieron la calidad necesaria para haber sido estrellas en la Gran Carpa. De hecho, otros tantos también lo podrían haber logrado: Pedro José Rodríguez, Rogelio García, Sixto Hernández, José Estrada, Ariel Pestano, Lázaro Valle, Julio Romero, Juan Carlos Oliva, Braudilio Vinent, Juan Pérez Pérez, José Antonio Huelga, “Changa” Mederos, Gabriel Pierre, Omar Carrero, Agustín Marquetti, Lázaro Vargas, Omar Ajete, Fernando Sánchez... Creo que estos peloteros, y en general su generación, jugaban al béisbol con una pasión y entrega incomparables.
Hoy en día, salvo excepciones, los jugadores evitan deslizarse en las bases para no ensuciarse el uniforme, y si el pitcheo les llega pegado, quieren “matar” al lanzador.
En mi opinión, la calidad del béisbol cubano sigue siendo destacada en algunas individualidades, pero, como equipo, está a un nivel muy bajo.
Digo “hasta luego” a mi colega y amigo José Luis Basulto, “Basultico” para mí, y llamo la atención sobre su grandeza para enfrentar los obstáculos que la vida le puso delante. ¡Feliz presente y futuro para este camagüeyano honesto, ejemplo de vida, que ha adoptado a México como una nueva patria en la que crecer no es prohibitivo!
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