Con la demolición del tanque 51, uno de los cuatro afectados por el incendio que se desató el pasado 5 de agosto, han comenzado los trabajos de recuperación del área dañada por el siniestro en la zona industrial de Matanzas.
El programa de recuperación incluye, en un primer momento, la demolición también de los restantes tanques, aseguró al periódico oficialista local Girón, Líver Sanz Toledo, jefe de inversiones en la División Territorial de Comercialización de Combustibles Matanzas (DTCC-Matanzas).
Luego se procederá al saneamiento de las zonas en las cuales se encontraban los depósitos de crudo, tal y como ya se realizó en otras aledañas, para minimizar el impacto de los residuos sobre el manto freático, agregó el funcionario.
Sanz Toledo explicó además que realizan el proceso de biorremediación, el cual consiste en la recogida del crudo derramado para concentrarlo en el llamado cuartón de remediación, un espacio creado para aplicar las sustancias necesarias para degradarlo.
El funcionario a cargo de las labores de recuperación de la zona afirma que se avanza en la reactivación del sistema tecnológico de la terminal de Supertanqueros, con el objetivo de reactivar su operatividad.
La segunda etapa del programa de rescate de la zona se dedicará a la reconstrucción de la infraestructura, entre ellos edificios socioadministrativos del área de mantenimiento y un Laboratorio de alta tecnología dedicado al análisis físico y químico.
El pasado martes, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) de Cuba informó que el daño ambiental más notable tras el incendio en la Base de Supertanqueros se encuentra en el suelo de la instalación.
Ese organismo señaló que tampoco se han encontrado evidencias de lluvias ácidas, de contaminación del aire, ni se constatan afectaciones a la salud humana.
Tampoco ha habido un incremento en el número de pacientes con enfermedades respiratorias u otras que pudieran asociarse.
El CITMA indica que no hay evidencias de afectaciones a la sanidad animal y vegetal. “Hasta el momento no se han detectado daños a la flora y la fauna de la localidad ni en áreas próximas, como tampoco a los ecosistemas y áreas protegidas cercanas”, aseguran los expertos.
Sin embargo, vecinos del Valle de Yumurí y de Mayabeque sí mostraron a la prensa local en los días del incendio una lluvia de cenizas negras que afectó sus cultivos y el agua que usaban las vacas para beber.
Otros en Mayabeque dijeron que tras esas lluvias los animales no se querían comer la hierba.
Recientemente el delegado de esa institución, Oscar García Martínez, aseguró que el incendio no comprometió ningún aspecto medioambiental de cara al futuro.
“Todo indica que lo ocurrido en la etapa del incendio no parece que haya comprometido algún aspecto de cara al futuro”, afirmó el funcionario a Girón.
En el siniestro perdieron la vida 16 personas, cuatro eran reclusos del SMO, de entre 19 y 20 años.
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