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Acusan a director de academia musical de La Habana de mantener relaciones sexuales con alumnas

Las denuncias recabadas por CiberCuba sostienen que el directivo lo hace desde hace al menos 30 años.

 Enrique Rodríguez Toledo, director del Conservatorio "Amadeo Roldán" © Facebook / Enrique Rodríguez Toledo
Enrique Rodríguez Toledo, director del Conservatorio "Amadeo Roldán" Foto © Facebook / Enrique Rodríguez Toledo

Este artículo es de hace 1 año

Mujeres cubanas acusan al director del Conservatorio “Amadeo Roldán”, de La Habana, Enrique Rodríguez Toledo, por tener relaciones sexuales con alumnas adolescentes desde hace al menos 30 años, según testimonios recogidos por CiberCuba.

Dulce María Regalado Rodríguez, madre de una de las alumnas del conservatorio que presuntamente tuvo relaciones carnales con Rodríguez, denunció en redes sociales al funcionario, un hombre de unos 50 años que -hasta hace poco- intimaba en secreto con su hija de 16 años.

CiberCuba habló con la madre, quien confesó sentirse consternada por la situación y pidió asesoría legal para denunciar al hombre que se aprovechó de su posición para tener relaciones sexuales con su hija.

Regalado sospechó del vínculo entre director y alumna en septiembre, luego de una gira del profesor con varios estudiantes de música por Alemania, aunque no fue hasta hace poco que consiguió confirmar sus sospechas.

"Llevo días sin dormir, estoy destruida. Lo que más me preocupa es que él gane el juicio porque mi hija, al tener 16 años, puede mantener relaciones sexuales consentidas; pero juro que este hijo de p*** no vuelve a tocar a más ninguna niña", advirtió.

La comunicación con Regalado se interrumpió y no ha sido posible conocer el desarrollo del proceso.

En la búsqueda de información sobre el caso, dos cubanas residentes en el exterior decidieron contar a CiberCuba cómo, en 1994, el actual director del Conservatorio “Amadeo Roldán” las convenció de tener relaciones sexuales, y aseguran que su conducta la conocen muchas alumnas y exalumnas.

En ese entonces, Rodríguez ejercía el puesto de profesor de trompeta en el Conservatorio “Alejandro García Caturla”.

Las dos primeras víctimas

Yiorlim Lara Delgado y Raquel Arias Ruiz, con 14 años entonces, soñaban con convertirse en músicos y su inocencia no les permitió darse cuenta de lo que ocurriría en el Conservatorio “Alejandro García Caturla”.

“Yo era la típica niña que nunca había tenido novios, no dejaba que nadie se me acercara. En la escuela me decían la beata y estaba marginada por el grupo”, recordó Lara.

En ese entonces, el profesor tendría unos 21 años y supo ganarse la atención del grupo de estudiantes porque les daba la razón en todo, siempre los cubría, hasta hablaba mal de la directora. “Es así como se hizo nuestro amigo, el amigo del grupo”, relató Lara.

El nuevo profesor, mientras deslumbraba a las muchachas, comenzó a acercarse a las dos amigas para convertirlas en sus primeras víctimas.

“Se aprovechó de nuestro interés en aprobar el pase de nivel como músicos. Siempre estaba listo para ayudar o nos resolvía un montón de problemas. He de reconocer que nunca utilizó miradas raras, ni me asedió; sin embargo, al ser muy inteligente calculó todos los pasos que debía dar para lograr su objetivo”, contó.

Como muchas otras adolescentes, Lara comenzó a escuchar todas las cosas que quería, entre ellas que era una persona muy peculiar, que nadie veía lo que había en su interior y llegó a compararla con un diamante en bruto.

“Todo esto sin mostrar ninguna intención sexual”, aclaró. “Enseguida cambiaba el tema y soltaba un chiste. Era muy hábil en eso. Nunca daba la sensación de que estuviera enamorándome”.

Pero ella no sería la única persona a quien el profesor intentó enamorar, y se acercó a Arias porque ambas eran grandes amigas.

“Nos decía frases como: somos amigos, nos queremos, inseparables para siempre. Cuando eres adolescente no le das importancia a esas cosas y así comenzamos a adorarlo”, aseguró Lara.

Rodríguez supo ganarse la confianza de las familias de ambas adolescentes y comenzó a acompañarlas a sus casas al finalizar las clases y estableció contacto con los padres.

“Un día me llama Raquelita por teléfono y me dice que tiene que contarme una cosa. Ambos llegaron a casa y me dijeron que eran novios. La cara de Enrique era la de una persona que estaba disfrutando el momento y a mí se me heló la sangre. Me quedé paralizada y por primera vez en mi vida sentí celos. No sabía lo que me sucedía y lo que se me ocurrió decir era que eso estaba mal”, rememoró Lara.

Aunque la adolescente trató de explicarle a su amiga que esa relación no estaba bien, fue imposible convencerla y recuerda cómo la situación se volvió incómoda en muy poco tiempo.

“Después de eso, Enrique vino a donde yo estaba y me preguntó porqué me había puesto así. No supe qué responderle, me dijo que yo estaba enamorada de él, y me dio un beso”, recordó.

El profesor manipuló la situación y le dijo a la adolescente que esos sentimientos eran una traición hacia su mejor amiga, así que lo mejor era mantenerlo en secreto.

“Cuando se fue, me quedé en mi habitación pensando en que era verdad: me había enamorado de Enrique”, reconoció.

Con el paso de los días, Arias, que se convirtió en la “novia” secreta de su profesor, accedió a tener relaciones sexuales con él, pero la experiencia fue tan traumática, que enterró muchos de esos recuerdos.

“Logró que sintiera asco. Me manipuló y enfrentó con mi mejor amiga. Durante mucho tiempo estuve afectada, desde el punto de vista sexual”, confesó.

Asimismo, no ocultó su asombro al saber que el hombre con el que perdió la virginidad, siendo aún una niña, continuó actuando de la misma forma, durante casi 30 años, persuadiendo a menores de edad para complacer sus deseos sexuales.

“Él se enfoca en manipular y decirle cosas bonitas a su víctima. Es una lástima que esta denuncia no haya ocurrido antes”, lamentó.

El trauma del sexo

De regreso a los años 90 y mientras Rodríguez mantenía en secreto su relación con la alumna, no dejó de acosar a Lara y un día, en una fila para entrar al comedor, se le pegó por detrás, provocando que la adolescente se pusiera muy nerviosa.

Cuando le pidió que parara porque eso no estaba bien, y hasta amenazó con contarle a su amiga lo que estaba haciendo, el docente le hizo creer a Lara que exageraba la situación.

“Para mi sorpresa Raquelita me llama y comienza a decirme horrores, haciéndome creer que yo era una mala persona y que quería meterme en su relación. Me dolió porque nunca había visto esa versión de ella”, refirió.

Lara reconoció que en ese momento su amiga no era capaz de darse cuenta de que el profesor intentó conquistarlas a ambas.

Esta versión fue corroborada por Arias, quien estuvo años sin hablarle a su mejor amiga, y reconoce que fue manipulada.

Solo seis meses duró la relación del profesor con la alumna y, pasado ese tiempo, fue a por su siguiente víctima, una adolescente atraída por el maestro.

“Me decía que tenía que haberme decidido por mí; que yo era mucho más interesante, menos superficial. Y esas son las cosas que uno quiere escuchar, pero no te das cuenta que es pura manipulación”, comentó.

Llegó el momento de presentarse ante los padres de Lara y, aunque primero no estuvieron de acuerdo con la relación, estos accedieron con la condición de que fuera solo un noviazgo y se respetara la virginidad de la adolescente.

El profesor se comprometió a respetarla en todo momento, sin embargo, pasaron pocos meses cuando le dice que no podían seguir porque él necesitaba tener sexo, porque era un hombre.

Angustiada y enamorada, Lara accedió a acostarse con él, aún sabiendo que romperían la promesa hecha a los padres; pero en ese momento lo único que le importaba era conservar la relación.

“No sé cómo fue con otras de sus víctimas, pero en mi caso fue algo muy violento porque no estaba preparada para eso. Pienso en ese momento y siento lástima conmigo misma”, aseguró.

Recuerda que desnudarse y dejarse tocar se convirtió en algo muy violento, y como no paraba de llorar, Rodríguez la humilló, comparándola con una niña.

El dolor de la penetración le provocó casi un desmayo y cuando se recuperó vio toda la sangre que había en la cama, sintiéndose más angustiada porque no podía entender qué había pasado.

“No entendía por qué la gente quería hacer algo así, si era una experiencia horrible. No tenía con quién hablar de eso, y en la escuela me sentía rara, como que todos lo sabían”, rememoró.

En los próximos tres meses, Lara sangraba cada vez que tenía relaciones sexuales, lo que le hace sospechar que su victimario se obsesionó más.

“Él me confesó que nunca había estado con una chica como yo, que era como si siempre fuera la primera vez; pero lo viví como una tortura que nunca acababa”, lamentó.

Lara dice que con el tiempo se acostumbró a esa situación, quizás como todas las personas que sufren algún tipo de abuso y no son conscientes de su condición de víctima.

Al pasar los meses, la relación terminó y sus caminos se separaron para siempre, coincidieron muy pocas veces, pero jamás quiso saber del hombre que dejó una huella traumática en su vida.

Aunque Lara afirma que no le odia porque supo dejar el recuerdo en el pasado, si coincide con su mejor amiga, en que es necesario que se sepan estas historias, para que Enrique Rodríguez Toledo pague por todo el daño que ha hecho en estos años.

“Él tiene algo enfermo dentro, porque necesita que la otra persona le tenga miedo, que sienta dolor. Esa sensación de que el otro es nada lo convierte en alguien sádico, porque es capaz de hacer esas cosas, de manera consciente y planificada”, concluyó la agredida.

CiberCuba escribió al director del Conservatorio "Amadeo Roldán" para conocer su versión de los hechos, pero -hasta el momento de redactar esta nota- no ha respondido.

Tampoco han respondido el Ministerio de Educación y el Centro Nacional de Escuelas de Arte de Cuba, responsables de los centros de formación artística del país y que hasta ahora no han dicho si el directivo fue destituido de su puesto.

En declaraciones a la prensa oficial, en 2015, la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, dijo que al igual que en muchos otros países, en Cuba estaban prohibidas las relaciones íntimas entre alumnos y profesores.

"Los sentimientos son difíciles de evitar, pero la conducta sí puede controlarse, sobre todo por parte del adulto, quien debe ser capaz de mantener los límites y no alentar acciones que empañen su ejemplaridad", sostuvo la ministra.

El estupro y la corrupción de menores son sancionados con hasta 30 años de cárcel en el Código Penal vigente, en función de las circunstancias agravantes que concurran.

Para la abogada Giselle Morfi, de la organización independiente Cubalex, este caso puede ser constitutivo de delito.

“La situación es grave porque se trata de un menor de edad que no tiene la capacidad legal para discernir el alcance de sus actos y una persona adulta que, además, ejerce una autoridad sobre el menor”, explicó.

La jurista consideró que la mejor manera de tratar este asunto es poner una denuncia ante los tribunales, que deberán promover las pesquisas correspondientes.

Las víctimas deben ser valoradas por psicólogos, médicos forenses y expertos en criminalística; que aportarían al tribunal pruebas sobre los daños físicos y emocionales sufridos, apuntó Morfi.

Asimismo, recomendó a los adultos permanecer alertas ante cualquier cambio de actitud en sus hijos adolescentes, a los que deben educar, previniendo posibles agresiones sexuales.

“Hay que hablar todo el tiempo con ellos y explicarles qué está bien y qué está mal. No se debe evitar hablar de sexo. En muchos casos los menores se callan por miedo, falta de confianza, inseguridades o complejos”, recordó.

La familia debe propiciar un clima que favorezca abordar temas sobre sexualidad y -ante indicios relevantes- denunciar oportunamente, subrayó la abogada cubana.

La nueva Ley de Proceso Penal establece que las víctimas contraten abogados, opción no disponible anteriormente, y un derecho que Morfi recomienda ejercer, con ayuda de un abogado, sin necesidad de esperar a que las instituciones involucradas en supuestos casos de abusos sexuales realicen investigaciones sobre los hechos.

“Si uno se calla, las consecuencias no son solamente para esa persona, sino para otras niñas y niños que pueden sufrir una experiencia como esta”, concluyó.

En Cuba, al menos 2,145 niños fueron víctimas de abusos sexuales durante 2020, según cifras oficiales difundidas en diciembre del año pasado por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Según esa fuente, 1,196 sufrieron agresiones lascivas; 331 fueron violados, 317 resultaron objeto de corrupción de menores, 220 padecieron ultrajes sexuales, 44 prácticas pederastas, 21 casos de estupro y 15 incestos. Del total de menores abusados sexualmente, solo un caso estuvo vinculado a proxenetismo y trata de personas, siempre según las cifras del gobierno cubano.

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Lázaro Javier Chirino

Periodista de CiberCuba. Licenciado en Estudios Socioculturales por Universidad de la Isla de la Juventud. Presentador y periodista en radio y televisión


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