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Tardocastrismo viajando del disparate al cinismo

Dar botella a cubanos reprimidos y hambreados es solo un acto de fingimiento de sus verdugos, que no comparten carencias ni frustraciones con sus víctimas.


Este artículo es de hace 1 año

La casta verde oliva y enguayaberada ha reabierto la ruta que va del disparate al cinismo, ordenando a ministros, cuadros y todo vehículo estatal que recoja a cubanos en las paradas de guagua; confirmando los peores presagios contra el lema triunfalista que 2023 será un año mejor. ¿Para quién?

La instrucción incluye hacerse selfies con los pobres de Cuba y difundirlo en redes sociales para que el mundo vea la generosidad que preside a los personeros tardocastristas conmovidos; como la niña junto al tronco de un árbol, con las paradas abarrotadas de trabajadores.

Pero la puesta en escena está incompleta; si la orientación bajada consiste en multiplicar actos de cinismo igualitario; debía incluir que los miembros del Buró Político hagan colas junto al pueblo trabajador en bodegas, tiendas dolarizadas y farmacias y que el anciano compañero Raúl reciba diariamente a su mensajero de la bodega correspondiente con sus magras raciones.

La imagen del canciller Bruno Rodríguez dando botella a dos militares este miércoles en La Habana reitera el colapso del transporte público en Cuba, que sigue sin ser privatizado por el afán comunista de controlar todo el juego todo el tiempo y su fallida política de topar precios a transportistas privados; jaleados por jubilosos miembros de la comisión de embullo del pan con na.

Obviamente, si una nación extranjera ve al canciller de Cuba haciendo supuestas obras de caridad con ciudadanos empobrecidos, llegará a la conclusión que no hay donde amarrar la chiva y, si se trata de uno de los tantos acreedores del tardocastrismo y su extenso prólogo; se palpará el bolsillo y se encomendará a San Pancracio.

Los problemas económicos de Cuba; incluido su colapsado sistema de transporte público, no se resolverán con actitudes postalitas ni poses guevarianas; sino reparando calles y carreteras y diseñando una red que incluya la concesión de líneas y rutas a operadores privados; aunque el Estado conserve la opción de regular las tarifas para las personas de menores ingresos.

La pobreza solo genera frustración y amargura, especialmente en personas engañadas con el discurso de que tendrían el mejor y más grande hospital de América Latina, que se quedó sin médicos y medicinas; la mayor textilera que no produce ni un metro de tela; cuatro flotas pesqueras que nunca consiguieron abastecer de pescado fresco a la isla y dos Reformas Agrarias que convirtieron la malanga en oscuro objeto de deseo, el mamey en fruta prohibida y el quimbombó en historia antigua.

Mientras no haya libertad política, que propicie el crecimiento económico sólido; sin necesidad de subvenciones soviéticas y chavistas; ya podrán todos los miembros del ocurrente Comité Central ponerse a dar botellas, que las únicas que flotarán en la penúltima marejada populista son las suyas, como cuadros pancistas al servicio del mal anticubano.

Pero ya metidos en la ruta del disparate y el cinismo; teniendo en cuenta la dependencia energética de Cuba, la maldad del imperialismo y los precios del petróleo en el mercado mundial; lo revolucionario sería racionalizar el esfuerzo botellero con un trenecito de varios vagones, que cubra la ruta Siboney-Comité Central-Siboney.

Los lunes, el presidente Díaz-Canel pilotaría el tren de asfalto, con la dulce Lis Cuesta como buquenque: ¡Compañeros, suban de uno en fondo y los viejitos, los niños y las embarazadas primero!. ¡Machi dale, que ya montó!

Los martes, el primer ministro Marrero Cruz, a los mandos del trenecito, con la vicepremier Chapman de buquenque: ¡Compañero, ya es la segunda vez que se monta!; espere a que demos la vuelta porque la viajera que marcó detrás suyo tiene un turno con la combatiente de La Guinera, la brujera que atiende al compañero presidente.

Los miércoles, Alejandro Gil de maquinista con la secretaria general de la FMC, Teresa Amarelle Boué, de buquenque: ¡No formen lío y armonicen, que esto es una iniciativa de la revolución!

Los jueves, tocaría el turno a Rogelio Polanco, acompañado por Caridad Diego Bello como buquenque: ¡Compañeros, tengamos fe y humildad; eso de ir guindao es peligroso!

Los viernes, Bruno Rodríguez abriría la nueva ruta, con la compañera Betsy Díaz Velázquez de buquenque: ¡Mañana les llega el detergente a los de Playa; por las compotas ni me pregunten y mandé una rastra de espaguetis pal Cotorro!

Cada mes podría elegirse un vanguardia y destacados entre el colectivo de maquinistas y buquenques, que deberán impedir que suban yumas al trenecito porque es un servicio de los humildes para los ídem.

El ministro de Transportes queda encargado de elaborar un informe diario con la cantidad de viajeros transportados, que el primer ministro consolidará, antes de entregarlo semanalmente al general de ejército (r) Raúl Castro, para que constate los avances de la revolución en materia de locomoción masiva.

Las organizaciones de masas quedan responsabilizadas de apoyar la tarea y Rogelio Polanco de coordinar la musicalización del trenecito, sin concesiones a la vulgaridad y haciendo guiños al Código de las Familias, con Siboney, si no vienes, me moriré de amor. Siboney de mi sueño, te espero con ansia en mi caney...

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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