El reconocido cirujano cubano José Miguel Hernández Hernández, de Ciego de Ávila, falleció el viernes a los 68 años de causas no reveladas.
Conocido popularmente como el doctor Hernández, el prestigioso galeno ejerció la medicina durante más de 40 años en la provincia donde cumplió su sueño de ser cirujano general y echó raíces para siempre.
El semanario local Invasor informó de su muerte y compartió una entrevista que concedió el médico en 2021, en la que reveló cuál es la primera lección de vida que debe aprender un cirujano: en una cirugía no se puede ser romántico y mucho menos indeciso, lo primero es salvar.
A lo largo de su fecunda vida profesional, el doctor Hernández también ejerció fuera de Cuba en condiciones muy difíciles, como las que vivió en Angola, Argelia y Cabo Verde.
En la provincia argelina de Sila, permaneció 22 meses en medio del desierto haciendo guardias durante 11 días seguidos, un periodo en el que llegó a operar a más de 400 personas.
De su última misión, en Cabo Verde, volvió a Cuba con una insuficiencia renal por la que estuvo 56 días ingresado, algunos en terapia intensiva.
Como formador de numerosos especialistas, aseguraba que "los sabios en la medicina no existen", y que un cirujano tiene que estudiar mucho y ser disciplinado.
"No pueden faltarle el aplomo y la valentía para hacer todo lo posible por salvar, aun cuando la capacidad resolutiva sea poca. Tiene que saber cuándo hay que operar, aunque después se confirme que era un quiste de ovario y no una apendicitis. A veces, la espera complica y mata", señaló a Invasor.
"Hay que discutir los casos. Aunque existan divergencias acerca de la conducta seguida, la evolución favorable o no es la que tiene la última palabra", agregó.
En 2021 fue distinguido con el premio Antonio Luaces Iraola por la Obra de la Vida, lauro que se entregó por primera vez en Ciego de Ávila.
Defensor de la especialidad que siempre ejerció, solía negar que los cirujanos son altaneros, sino que tenían un "carácter forjado con la toma de decisiones difíciles, de pensar siempre que la solución está en sus manos y de cargar con el peso de que una cirugía es, en primer lugar, un trauma que se ocasiona".
Al morir, el doctor José Miguel Hernández Hernández deja dos hijos y cuatro nietos y el cariño de sus colegas, alumnos y pacientes que le agradecen su trabajo esmerado y su dedicación a la medicina durante más de cuatro décadas.
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