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Prensa oficialista critica escasa vigilancia de autoridades en caso de venta de puré de tomate con sabor a frutabomba

A comienzos de febrero el periodista independiente Amílcar Melián denunció en sus redes sociales la venta de latas selladas de puré de tomate que no era tal, sino una mermelada con un extraño sabor a esta fruta y a picante.

Latas de puré de tomate DCeballos © Invasor / Ileana Sifonte
Latas de puré de tomate DCeballos Foto © Invasor / Ileana Sifonte

Este artículo es de hace 1 año

La prensa oficialista cubana abordó el caso de un usuario que denunció un caso de estafa en Santiago de Cuba, en la que unos sujetos vendieron latas de supuesto puré de tomate con sabor a frutabomba.

Los hechos sucedieron a comienzos de febrero, cuando el periodista independiente Amílcar Melián denunció en sus redes sociales la venta de latas selladas de puré de tomate que no era tal, sino una mermelada con un extraño sabor a esta fruta y a picante.

“En la calle Garzón, de Santiago de Cuba, en la zona de las 18 plantas hoy 3 de febrero del 2023, hay un camión vendiendo latas de puré de tomate que no saben a puré de tomate. No dejan de vender, venden unas 7 latas por minuto. Las pequeñas a 150, las grandes a 600 pesos. El contenido es rojo, no es espeso y sabe a frutabomba, y a algo picante”, explicó el comunicador, que reconoció que "quería comer rico".

Este lunes, el periódico Invasor -órgano oficial del Partido Comunista de Cuba en Ciego de Ávila- dio respuesta a la denuncia de Melián tras ponerse en contacto con directivos de la empresa Ceballos para conocer por qué en Santiago de Cuba un camión se había puesto a vender en la vía pública latas de un falso puré de tomate con la etiqueta de dicha empresa.

Tras recibir explicaciones de la directora de la Comercializadora de la Agroindustrial Ceballos, Arliety Gutiérrez Pérez, el medio oficialista llegó a la conclusión de que la denuncia de estafa estaba fundamentada e hizo un llamado a las autoridades para tomar cartas en el asunto.

Sin aclarar del todo unos hechos que también han afectado a residentes en La Habana, Camagüey y hasta en la propia Ciego de Ávila -donde radica la mencionada empresa-, Invasor subrayó la indefensión en la que quedan “clientes poco instruidos, necesitados o confiados ante delitos de esta naturaleza”, que pagan grandes sumas de dinero (casi hasta la mitad del salario mínimo de 2,100 CUP) por una lata de conserva.

En los comentarios a la publicación, otros usuarios reportaron experiencias similares. Una mujer aseguró haber comprado hace unos meses una falsa pasta de tomate a un vendedor clandestino en Ciego de Ávila por un valor de 700 pesos cubanos. Otra comentarista argumentó que en días recientes había comprado en La Habana una lata similar por 1,000 CUP y añadía que la "estafa era interprovincial".

También quiso Invasor poner el foco en el daño reputacional de la marca Ceballos, resaltando que quedaba “en entredicho el prestigio de una empresa avileña cuya marca comercial funge casi como denominación de origen para la provincia”.

Pero, sobre todo, dio un toque de atención a las autoridades locales, a las que reprochó su “escasísima observancia que permiten las ventas directas de productos sin exigir documentos mínimos, como facturas, declaración de conformidad o lugar de procedencia”.

Según Gutiérrez Pérez, el auge de la marca DCballos y su presencia en casi todo el país fue aprovechado “por elementos inescrupulosos que han introducido un producto que no es nuestro con nuestra marca comercial. No es la primera vez que la Empresa Estatal Socialista 'Agroindustrial Ceballos' se ve envuelta en una situación de plagio”.

Comprobada la etiqueta de la lata vendida en Santiago de Cuba, la empresa confirmó que se trataba de una estafa, observando los datos recogidos en la misma. “Es evidente que se empleó la etiqueta diseñada para Ceballos en un producto falso”, afirmó Invasor preguntando si la etiqueta salió de esta empresa o de la entidad donde se imprimió.

Pero, más allá de los detalles del hecho delictivo, el medio se cuestionó cómo era posible que un misterioso camión se parase en la vía pública de una ciudad y comenzase a vender un producto adulterado, con falsas etiquetas, estafando a la población y exponiéndola a riesgos en su seguridad alimentaria y salud pública.

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