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Exluchador Odelis Herrero: Mi carrera hubiese sido mucho más exitosa si me hubieran dejado

"A veces 'se casan' con determinados deportistas, muy buenos sí, pero y los demás, ¿cómo los pruebas?", dice Herrero, quien reside actualmente en Houston.

Con el cinturón que obtuvo su hijo Kevin Brown en su segundo combate profesional © Cortesía del entrevistado
Con el cinturón que obtuvo su hijo Kevin Brown en su segundo combate profesional Foto © Cortesía del entrevistado

Este artículo es de hace 1 año

Año 2007, Juegos Panamericanos de Río de Janeiro: Un espectacular escenario acoge el torneo de lucha grecorromana. Las repletas gradas respaldan cada tacle, cada supley, cada desbalance, cada pegada. Suben al colchón en la final de los 77 kilos el peruano Sixto Barrera y el cubano Odelis Herrero.

Después de imponerse 3-1 en el primer tiempo, a Odelis solo le bastó aplicar con efectividad un agarre de cabeza y brazo o sea tres “corbatas” para salir airoso y conquistar la medalla de oro, contribuyendo al triunfo de la lucha cubana en la cita continental.

Minutos después conversé con el ganador, que parecía un niño chiquito con zapatos nuevos, de tanta felicidad. Ahora, unos cuantos años después, vuelvo a encontrarme con el ahora padre de tres hijos deportistas: un futuro campeón del boxeo profesional, Kevin Brown (144 libras); Dayron, luchador juvenil en La Habana y Odelmis, pelotero en Santiago de Cuba.

¿Dónde está, qué hace el exluchador Odelis Herrero?

Me encuentro en Houston, Texas, Estados Unidos, tratando de hacer una mejor vida, en busca de un futuro mejor para los míos y para mí. Por ahora friego carros, trabajo en un almacén de alimentos para animales y como guardia de seguridad en un bar. Se trabaja y se vive, Julita. El trabajo no deshonra, todo lo contrario. Mi aspiración es que mi hijo Kevin avance y pueda incluirme en su staff de preparación y ¿por qué no? entrenar niños y jóvenes gladiadores.

Con su hijo Kevin Brown / Cortesía Odelis Herrero

¿Dónde naciste, siempre la lucha fue lo tuyo?

Yo nací en el Segundo Frente en Santiago de Cuba y soy producto de la pirámide del alto rendimiento. Con 10 años, en 1987 comienzo a adentrarme en mi gran pasión, la lucha bajo la égida de Lorenzo de Armas. Un año después fui captado para la EIDE “Capitán Orestes Acosta” y en 1992 integro la selección nacional juvenil.

Tú no la tuviste fácil. En tu peso se hallaba un extra clase como Filiberto Azcuy, doble titular olímpico en Atlanta 96 y Sydney 2000. ¿Ese es el motivo por tu tardanza en llegar al Cerro Pelado?

Efectivamente, fíjate que hasta 2000 no ingreso en el centro nacional de alto rendimiento. Tuve una larga estancia en la ESPA nacional porque no gustaba mi somatotipo y pequeña estatura. Estuve en la ESPA como invitado porque por mi edad ya no me correspondía estar.

Y entonces te dieron una última oportunidad.

Así fue. Como invitado asistí al nacional de ese año y le gané a los mejores: Néstor Almanza, Cecilio Rodríguez y al mismísimo Filiberto Azcuy. Ya no había excusas: ¡me gané el equipo nacional!

Por cierto, Odelis ¿cuál es tu opinión de Filiberto Azcuy?

Para mí es una eminencia, caballero, un grande de la lucha cubana y universal. Verlo en el colchón me inspiró a seguir adelante. Siempre deseé ganarle por lo que ese Nacional para mí es inolvidable.

¿Cuántos años permaneciste en la selección?

Ocho años. En 2000 Filiberto baja a los 69 kilos y yo me quedo en los 74 pero en lugar de enviarme a mí al preolímpico que daba el pase a Sydney mandan a Néstor Almanza, quien no pudo conseguir el boleto.

Asisto en 2001 al Campeonato Mundial que fue ganado por Cuba; o sea, formé parte del elenco campeón del Mundial por equipos. Era una época dorada para la lucha cubana: Lázaro Rivas, Roberto Monzón, Juan Luis Marén, Filiberto Azcuy, Luis Méndez, Ernesto Peña, Mijaín López y yo, todos campeones olímpicos, mundiales, continentales.

¿Fue ese evento el que marcó una redistribución de divisiones?

Sí y eso obligó a Filiberto a retornar a los 74 kilos ¡imagínate! Doble monarca olímpico. Él era elegido para los certámenes principales. Desde la óptica de estos tiempos pienso que era el momento para haberme dado la oportunidad a mí de demostrar mi valía. Ya él había logrado dos veces lo máximo que es ganar los Juegos Olímpicos y a mí me mantenían en el banquillo de espera y la vida activa se me iba.

Con anterioridad ya habían sido injustos al mandar a Almanza al preolímpico. Mi carrera hubiese sido mucho más exitosa… ¡si me hubieran dejado! A veces 'se casan' con determinados deportistas, muy buenos sí, pero y los demás, ¿cómo los pruebas?

Yo soy campeón panamericano, centroamericano, de una Copa del Mundo pero hubiese podido hacer más, porque además, por encima de esos títulos, lo que más me enorgullece es haberle ganado a Filiberto Azcuy, quien llevaba 9 años sin perder en Cuba.

No fue solo en 2000 sino que en 2004 tampoco te tienen en cuenta para Atenas.

Enviaron a Azcuy a sus terceros Juegos Olímpicos. Yo te dije que lo consideraba uno de los grandes luchadores de todos los tiempos en el mundo pero creo que era mi momento. Fue una injusticia dejarme fuera de esa escuadra, pero me repuse pronto y decidí crecerme en el colchón.

Así fue que en 2005 volví a ganar la Gala de Campeones y entonces fue que verdaderamente fui considerado como la primera figura de la división. En el lapsus de 2005 a 2008 gané dos torneos Panamericanos de lucha, los Centroamericanos y del Caribe de Cartagena de Indias 2006, los Panamericanos de Río 2007; bronce individual y oro por equipos en la Copa Mundial de 2005 en Irán y en 2006 en la Copa del Orbe de Hungría, primero en mi división y tercero por colectivos.

Para los conocedores de la lucha, amén de que Filiberto Azcuy era prácticamente intocable por su innegable clase, siempre se abre la incógnita de a dónde hubiese llegado, qué hubiera sido capaz de hacer Odelis Herrero.

Para poner la tapa al pomo de las malas decisiones en relación con Herrero, en 2008, tras competir en varios torneos, no le dan la posibilidad de lograr su ansiado boleto olímpico porque según el entonces recién electo comisionado nacional, Eduardo Pérez Téllez, no había presupuesto para ir al preolímpico que se desarrollaría en Serbia y Montenegro.

Otra raya más para el tigre y créeme no fue la última porque, al decidir retirarme tras esa decisión, el jefe de entrenadores de la greco, Pedro Val, el gran Pedro Val lamentablemente fallecido, me invitó a quedarme con la selección para, a la vez que me desentrenaba, apoyara con mi experiencia a las figuras jóvenes. Y… ¿quién te dice que el propio Pérez Téllez lo impidió?

Ese señor me humilló. Me dijo que regresara a mi municipio, construyera un colchón de cascarilla de café y aserrín e hiciera luchadores y así me ganaría el derecho a estar en la selección nacional. Y no fue lo que dijo sino cómo lo dijo, como si yo fuera un objeto que utilizaste, le sacaste el jugo y lo desechas ¡fue humillante!

Me fui a Santiago de Cuba y trabajé en la ESPA provincial y en mi primer año tuve la gran satisfacción de integrar el colectivo técnico que ganara el Campeonato Nacional Juvenil, aplastando a la entonces gran potencia de la lucha, Camagüey.

Cuando ves lo que me hizo Pérez Téllez al no permitirme quedar en la selección nacional, fue a la postre un favor: aprendí el abc del trabajo de este ancestral deporte, aprendí que es muy bueno trabajar en la base para poder escalar posiciones hasta la cima.

El propio comisionado nacional me felicitó y a los cuatro meses me llegó una misión deportiva hacia Venezuela. En el estado Anzoátegui empiezo a trabajar con excelentes resultados y a los dos años, los venezolanos piden que extienda mi presencia con ellos y resulta que el jefe de misión lo impidió.

No es secreto para nadie que la mayoría de los jefes de la misión deportiva no eran ni deportistas ni entrenadores y sabían bien poco de lo que dirigían; muchos eran dirigentes y tenían “buenas relaciones”. Con eso bastaba, por no decirte que eran muy dadivosos con jefes deportivos de sus provincias. Para buen entendedor… ¡con pocas palabras bastan!

Decidí entonces quedarme en Venezuela, renuncié a mi misión. Por esta razón hace once años que no puedo entrar en mi país a ver a mi familia. Ha sido muy duro pero no me arrepiento. Idolatro a mis hijos, a mis padres pero no me arrepiento. He podido trabajar, estudiar, soñar. Hice mi maestría, mis post grados en alto rendimiento.

¿Cuándo marchas de Venezuela?

Después de cinco años me traslado a Colombia, donde seguí enriqueciendo mi saber; fui uno de los mejores entrenadores de los luchadores de base. En 2022 recibo un contrato de trabajo en México para trabajar en Pachuca y como debes imaginar salté para este gran país, Estados Unidos, donde aspiro a formar parte del team de Kevin.

Si hace tantos años no puedes entrar a Cuba, ¿cómo es la relación tuya y de tu hijo?

Después de unos años de alejamiento nos hemos compenetrado. Él es disciplinado, buen hijo. Le iba a pasar lo mismo que a mí pues está en el peso de Roniel Iglesias, el campeón olímpico, ya veterano, y no le hacen mucho caso; incluso, le ha ganado al pinareño y el que va a los eventos es Iglesias.

Kevin me habló de que quería pelear en el boxeo profesional y fue así que en 2022 aprovechó un viaje a Ecuador para llegar a México y de ahí a Estados Unidos.

¿Cómo le va a Kevin Brown?

Estoy muy contento porque lo atiende un gran staff, ya tiene dos peleas profesionales, ganadas ambas por nocaut; en la segunda obtuvo un cinturón continental. Va poco a poco y pienso que si se me diera la posibilidad de trabajar con él fuera algo muy importante en mi vida.

Con su hijo tras obtener cinturón / Cortesía Odelis Herrero

Cada día trato de aprender más sobre la preparación física, del alto rendimiento, de los deportes de combate. Sería un reto para mí y a la vez un gran orgullo para ayudar a que suba en el boxeo profesional.

Kevin pelea en la división de 140 libras y aspira a tener más combates y poder llegar a luchar por un título mundial. De casta le viene al galgo ¿no? Hijo de una gran taekwondoca, Liuba Brown, lamentablemente fallecida muy joven y de un luchador que ganó cetros mundiales debe ser buen boxeador.

¿Estar al lado de Kevin es tu mayor sueño en esta etapa de tu vida?

Pues sí, es mi hijo aunque lleve el apellido de su mamá y lo que quiero es verlo triunfar. Claro, también extraño mi colchón, enseñar. Amo la lucha.

¿Qué opinión te merece el deporte cubano en la actualidad?

¡Uff! Imagínate si el primer perjudicado de esa nefasta maquinaria que oprime al deporte cubano soy yo. Perderme tantos años en la vida de mis hijos, de mis padres por no poder regresar a mi país, sencillamente, por querer tomar otro rumbo.

Por no estar amarrado a algo si no optar por nuevos sueños, por un futuro mejor ¡Ocho años por abandonar la misión, han pasado once y no me dejan entrar! Así y todo no quiero mezclar política y deporte.

Te pongo, por ejemplo, desde Colombia yo hacía donativos para la EIDE santiaguera. No es para el gobierno, es para que mis colegas entrenadores y sus discípulos tengan algo con qué prepararse. Gracias a ellos yo pude llegar a donde llegué.

¿El deporte cubano? Los pocos atletas que tenían o ya terminaron sus carreras o muchos se han ido; los más jóvenes sueñan con emigrar, no en la lucha, no en el boxeo… ¡en todos los deportes! Ya no tiene salud el movimiento deportivo cubano.

¿Cómo consideras la lucha cubana, en qué nivel la sitúas?

Para mí nuestros luchadores son los mejores del mundo. Sin las condiciones requeridas, sin el apoyo requerido, sin el fogueo internacional, sin la alimentación necesaria y mira cómo ganan, cómo se imponen.

No menosprecio a nadie, ni a los rusos, ni a los iraníes, ni a los estadounidenses… ¡a ninguno! pero Mijaín López, Filiberto Azcuy, Juan Luis Marén, Lázaro Rivas, Roberto Monzón, Héctor Milián, Ismael Borrero, Luis Orta y algunos más fueron o son los mejores del planeta en su momento ¿tú lo dudas?

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos

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