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Madre de preso del 11J denuncia condiciones infrahumanas de su hijo en cárcel de Quivicán

El joven duerme en el piso desde hace días, porque le entregaron un colchón "lleno de huecos" y una tabla con chinches.


La madre del prisionero político cubano Abel Lázaro Machado Conde, uno de los manifestantes del 11J encarcelados por el gobierno, denunció las condiciones infrahumanas que sufre su hijo en la cárcel de Quivicán, Mayabeque.

El recluso duerme en el piso desde hace días, porque le entregaron un colchón "lleno de huecos" y una tabla con chinches, según Beatriz Conde Mesa.

"Lo prefiero muerto que en las manos de ustedes, torturado", dijo la mujer a través de un video, donde amenazó con un suicidio.

Conde Mesa confesó sentirse cansada de que cometan tantos abusos con el reo, de solo 24 años, y que solo están obligándolo a que se quite la vida en prisión.

"Pido ayuda a todos. Ya no puedo más con este dolor", lamentó la madre del prisionero político.

Machado Conde explicó, a través de una carta, que Yuleiki Menéndez Montero, segundo oficial al mando de la cárcel, lo cambió de compañía (algo que dice es habitual con los presos del 11J) y en estos momentos se encuentra en condiciones infrahumanas y durmiendo en el piso.

"Hasta cuándo nos van a estar maltratando y torturando de esta manera", preguntó.

El preso político consideró excesivo todo el maltrato que cometen en su contra, porque él está allí solo por expresarse libremente durante el 11J.

"Hago responsables a los oficiales de esta prisión de lo que me pueda pasar de ahora en adelante", sentenció.

Asimismo, explicó que podría ir a juicio, por desacato a la autoridad, ya que intentaron "someterlo" pero él se negó, suceso que estuvo relacionado con la golpiza que le propició el oficial Menéndez Montero.

Abel Lázaro Machado Conde cumple una condena de 9 años de privación de libertad, tras ser hallado culpable de los delitos de sabotaje y desórdenes públicos.

Su historial médico señala que tiene problemas psiquiátricos y antecedentes de suicidio, de ahí el temor que existe entre los activistas y defensores de derechos humanos a que se quite la vida.

En enero de este año la familia denunció que no tenía acceso a los antidepresivos que necesita para controlar su enfermedad.

"Siento que me dicen al oído que me quite la vida", confesó a su mamá, según un reporte de Radio Televisión Martí.

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