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Ghislaine Maxwell vive aterrorizada en cárcel de Florida tras denunciar extorsión de dos reclusas cubanas

Maxwell, de 61 años y recluida en la prisión FCI Tallahassee, ha denunciado que vive aterrorizada tras las rejas después que delatara a dos violentas reclusas cubanas por tratar de extorsionarla.

Ghislaine Maxwell © Collage: Durante proceso judicial y captura de video/TalkTV en entrevista desde la cárcel.
Ghislaine Maxwell Foto © Collage: Durante proceso judicial y captura de video/TalkTV en entrevista desde la cárcel.

Hasta ahora los delitos del financista Jeffrey Epstein y la socialité británica Ghislaine Maxwell por abuso sexual contra menores durante décadas, habían estado alejados de todo vínculo o referencia cubanos, pero los sucesos recientes en una prisión de Florida han marcado un viraje, al menos en términos carcelarios.

Maxwell, de 61 años y recluida en la prisión FCI Tallahassee, ha denunciado que vive aterrorizada tras las rejas después que delatara a dos violentas prisioneras cubanas ante las autoridades del penal por intentar extorsionarla, según un reporte exclusivo del periódico británico DailyMail.

Maxwell fue condenada a 20 años de cárcel por un tribunal federal de Nueva York, en diciembre de 2021, por prostituir a niñas y ponerlas a merced de su difunto amante pederasta Jeffrey Epstein, quien murió en prisión en 2019, mientras esperaba un juicio por abuso y tráfico sexual de menores.

Las presidiarias cubanas, cuyas identidades no han sido reveladas, fueron puestas en régimen de aislamiento por 47 días luego de que Maxwell las denunciara por haberle exigido que ella les entregara parte de su estipendio mensual para la adquisición de artículos y comestibles.

Según fuentes de la cárcel consultadas por el diario, Maxwell está “enloqueciendo” desde que la pareja de prisioneras fueron devueltas a la población general de reclusas y están buscando venganza por el castigo que les impusieron.

El temor de Maxwell a las represalias de las cubanas llega a tal punto que se niega a utilizar las duchas, donde regularmente se producen temerarias emboscadas de los reos con cuchillas de afeitar y calcetines llenos de pastillas de jabón.

Está aterrorizada y ha pedido ser trasladada de prisión.

Y según un informante dentro de la cárcel federal de Tallahassee, las presas cubanas “tienen fama de ser duras y malas” y “no dejan pasar nada”. Ambas mujeres están tatuadas, son altas y de fuerte complexión física, de acuerdo con el testimoniante.

Ghislaine Maxwell y Jeffrey Epstein en los días de su estrecha relación. Foto: Departamento de Justicia.

Se han propuesto que “Maxwell tiene que pagar por los 47 días [que pasaron de castigo]”, añadió la fuente.

“Le darán una paliza a la primera oportunidad que tengan”, aseveró.

La tensión con Maxwell empezó desde que las dos cubanas la criticaran por ser distante y snob respecto a la población penal del recinto.

Pero hubo algo más que detonó el conflicto con ella. Las cubanas descubrieron que Maxwell, que es una vegetariana estricta, había establecido un "acuerdo" con un empleado de la cocina de la prisión para que le proporcionara frutas, verduras y tofú extras en su dieta.

Maxwell procedía a cambiar la comida fresca por artículos comprados a través de la tienda de la prisión, que ofrece principalmente aperitivos, dulces y bolsas de alimentos chatarra.

Cuando las cubanas descubrieron el trato de Maxwell, le exigieron que gastara todo su límite de 360 dólares del estipendio mensual en artículos para ellas o la denunciarían a la jefatura del penal.

Todo se hubiera quedado en palabras si las cubanas no le hubieran escrito una nota con la amenaza explícita, que es la evidencia de la extorsión.

Maxwell llevó la nota a la oficina de la penitenciaría y así se desató la tormenta.

Cada una de las reclusas cubanas pasó 47 días en una celda de aislamiento, identificada como SHU. Se trata de cubículos tapiados, una "prisión dentro de otra prisión" donde las reclusas permanecen por 23 horas del día y se alimentan a través de rendijas en la puerta.

El reporte periodístico recuerda que la propia Maxwell pasó 48 horas encerrada en una SHU por conceder una entrevista en la cárcel al presentador británico Jeremy Kyle, el pasado enero, que fue grabada y difundida a través de una videollamada.

Tras el incidente con las cubanas, a Maxwell se le ha dado la opción de autosegregarse yendo a custodia protectora en un SHU, de manera voluntaria, pero ella no lo aceptó.

El reporte indica que una de las presas cubanas tiene fama de pendenciera y de intimidar a otras reclusas. La mujer saldrá en libertad en breve y la preocupación de Maxwell es que los carceleros puedan mantenerla a salvo hasta entonces.

Maxwell tendrá 75 años cuando termine su condena, a menos que pueda anular la sentencia mediante una apelación que está en curso.

El argumento central de la apelación, a cargo del poderoso abogado Arthur Aidala, es que Maxwell fue utilizada como rehén para "satisfacer la rabia pública" después de que Epstein se ahorcara en prisión.

En la entrevista del pasado 23 de enero con Kyle, conductor de TalkTV, Maxwell se quejó del régimen carcelario que la obliga diariamente a levantarse a las 6 a.m., y de su “aburrida dieta” a base de tofú y frijoles.

En prisión, Maxwell tiene acceso diario a instalaciones deportivas e imparte clases de yoga, pilates y lecciones de etiqueta para las 753 reclusas del centro penitenciario.

Maxwell, hija del magnate de la prensa británica Robert Maxwell, fue arrestada en 2019 en conexión con los delitos sexuales de Epstein.

El diario menciona que en la prisión de Tallahassee, Maxwell se codeaba con la estafadora Linda Morrow, que ayudó a su esposo cirujano plástico a estafar $44 millones de dólares a las aseguradoras, presentando procedimientos estéticos de aumentos de senos y "rejuvenecimientos vaginales" como necesidades médicas. Pero Morrow, de 70 años, ha sido trasladada a otra prisión en California.

Otra amiga de su élite entre rejas es Narcy Novack, una mujer de 65 años de Florida que cumple cadena perpetua por contratar a sicarios para asesinar a su marido, el hotelero Ben Novack, y a su anciana madre Bernice Stempel, en un intento por apoderarse de su patrimonio familiar.

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