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¡Bienvenidos a Cuba, la isla de los líderes rechonchos y ciudadanos malnutridos!

El régimen comunista cubano ha llevado a cabo un experimento sociogastro-político llamado "menú revolucionario", que consiste en vientos caribeños, paciencia y sarcasmo. Mientras los líderes militares se alimentan de langosta, caviar y ron añejo, el pueblo cubano se enfrenta a la malnutrición y la escasez.

Cada vez más gordos © Foto © Facebook / Ernesto Fumero
Cada vez más gordos Foto © Foto © Facebook / Ernesto Fumero

En el cálido corazón del Mar Caribe, surge con orgullo la isla de Cuba, reconocida mundialmente como "El balneario del socialismo y la dieta de la esperanza". Durante más de sesenta años, su régimen militar comunista ha llevado a cabo un peculiar experimento socio-gastronómico: "el menú revolucionario".

Dirigentes gordos

Esta dieta, a la que el pueblo cubano se ha visto afectuosamente sometido, se compone de vientos caribeños, grandes dosis de paciencia y un toque de sarcasmo. Sin embargo, sus ilustres promotores, los militares de talla extra, parecen estar inmunizados contra sus efectos. ¿El secreto? Un estricto régimen a base de langosta, caviar y ron añejo. ¡Eso sí que es mostrar solidaridad proletaria!

Los líderes de la isla, adeptos a la filosofía de "haz lo que digo, no lo que yo hago", han demostrado una envidiable resistencia a la crisis económica y alimentaria. ¿Quién necesita un plato de comida cuando puedes llenar tu estómago con discursos épicos y promesas de un futuro socialista más próspero?

Miguel Díaz-Canel

Mientras los ciudadanos de Cuba descubren las increíbles habilidades de flexibilidad que otorga la malnutrición (¿sabías que puedes doblarte como un origami después de unos meses del menú revolucionario?), los militares demuestran cómo el poder y la gravedad pueden tener una relación tan íntima. Con cada kilo adicional, parece que su autoridad se magnifica. Quizás porque han logrado la proeza de condensar toda la riqueza de la isla en su propio abdomen.

Bruno Rodríguez

La visión de líderes rechonchos y sonrientes, mientras el pueblo busca en las tiendas estatales algo más sustancial que un discurso, podría parecer una comedia. Pero lo cierto es que el humor, ese que es tan amargo que te hace llorar, es el último recurso de un pueblo que ha aprendido a reírse en medio de su adversidad.

Así que, si estás buscando un lugar donde la escasez y la abundancia conviven en un absurdo equilibrio, ¡bienvenido a Cuba! No olvides traer tu propio pan, porque el único que encontrarás allí es el del discurso oficial, y ese no se puede comer. Además, si ves a un militar rodando loma abajo, no te alarmes, es solo el último intento de generar electricidad en la isla.

Marino Murillo / Granma

¡Viva la revolución de los vientres rebosantes y los kilos poderosos! Al final, el régimen cubano nos ha dado una gran lección: en tiempos de crisis, hay que tener estómago... y ellos, desde luego, tienen mucho de eso.

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