El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel reconoció la existencia de preocupantes manifestaciones sociales como el trabajo infantil, la mendicidad, la informalidad laboral y el asedio a turistas, fenómenos que, según expresó, habían sido erradicados y no deben permitirse nuevamente, incluso en el actual escenario de crisis económica.
“Siempre nos hemos sentido orgullosos, porque la Revolución las eliminó, y no podemos dejar que en esta etapa de crisis económica, eso prolifere: los menesterosos, los mendigos, pordioseros, el trabajo informal con niños, el asedio a turistas”, dijo el mandatario desde la provincia de Granma.
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Sin embargo, lejos de asumir una responsabilidad estatal directa sobre el colapso del tejido social cubano, Díaz-Canel optó por responsabilizar a las familias, sugiriendo que muchos de los casos que hoy escandalizan a la opinión pública no son resultado de la ineficacia del gobierno, sino de la supuesta “descaradez” de algunos ciudadanos.
“Hay gente que hay que atender, que hay que asistirlos, pero hay mucha gente también por la que hay que pedir responsabilidad a las familias, por las leyes que tenemos […]. Hay gente que uno ve que está bien físicamente, que podía estar trabajando y están en el descaro, están en el invento y están creando situaciones muy negativas”, dijo.
Al señalar que estas situaciones no deben tratarse “con asistencialismo” y al distinguir entre los “vulnerables” y los “farsantes”, Díaz-Canel introduce una narrativa que criminaliza la pobreza, una estrategia habitual para justificar la falta de respuesta estructural con medidas punitivas o selectivas.
Durante décadas, el oficialismo cubano negó sistemáticamente la existencia de fenómenos como la mendicidad o el trabajo infantil. Admitir hoy su proliferación implica no solo un quiebre del relato fundacional revolucionario, sino una exposición de las consecuencias sociales del modelo económico vigente.
El pasado mes de marzo, un reportaje emitido por Canal Caribe, bajo el título "Acciones para prevenir conductas deambulantes en Cuba", apuntó como principal culpable de la existencia de personas sin hogar y viviendo en las calles a las adicciones, evitando mencionar las profundas raíces estructurales y el fracaso estatal para enfrentar la crisis.
Por su parte, en Las Tunas, la prensa se refirió al trabajo infantil, poniendo e historia a un fenómeno que, aunque informal y matizado por la crisis económica, vulnera derechos fundamentales de la infancia.
Este enfoque no solo evade la autocrítica, sino que abre la puerta a nuevas formas de control social y estigmatización, con posibles implicaciones legales bajo el amparo del nuevo Código Penal y el Código de las Familias, ambos citados en el discurso como herramientas para exigir responsabilidades.
A pesar de la gravedad del diagnóstico, el mandatario no anunció políticas públicas específicas ni acciones inmediatas para atender la creciente vulnerabilidad de miles de cubanos.
Preguntas frecuentes sobre el trabajo infantil y la mendicidad en Cuba
¿Qué ha reconocido Díaz-Canel sobre el trabajo infantil y la mendicidad en Cuba?
Díaz-Canel ha reconocido la existencia de trabajo infantil y mendicidad en Cuba, fenómenos que, según él, habían sido erradicados por la Revolución, pero que han resurgido en el contexto de la actual crisis económica.
¿Cómo ha respondido Díaz-Canel a las críticas sobre el colapso social en Cuba?
Díaz-Canel ha optado por responsabilizar a las familias, sugiriendo que la "descaradez" de algunos ciudadanos es la causa de estos problemas, en lugar de asumir una responsabilidad estatal directa sobre el deterioro social.
¿Qué implicaciones tiene la narrativa de Díaz-Canel sobre la pobreza en Cuba?
La narrativa de Díaz-Canel criminaliza la pobreza, al distinguir entre "vulnerables" y "farsantes", lo que justifica medidas punitivas y selectivas en lugar de abordar el problema estructuralmente. Esta postura evade la autocrítica y puede conllevar implicaciones legales bajo el nuevo Código Penal y el Código de las Familias.
¿Cuál ha sido la postura histórica del gobierno cubano respecto a la mendicidad y el trabajo infantil?
Durante décadas, el oficialismo cubano negó la existencia de mendicidad y trabajo infantil. Admitir su proliferación ahora representa un quiebre en el relato revolucionario y expone las consecuencias sociales del modelo económico vigente.
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