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Por primera vez, el gobierno cubano, a través del grupo empresarial BioCubaFarma, ha admitido públicamente la intención de comercializar el plasma sanguíneo de donantes como parte de un nuevo proyecto de inversión extranjera, según recoge el periódico oficialista Granma.
Aunque la venta de sangre y derivados ha sido señalada durante años por investigaciones independientes, esta es la primera vez que el régimen reconoce oficialmente este tipo de negocio ante su población.
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El anuncio lo hizo la Empresa Laboratorios Farmacéuticos AICA, perteneciente a BioCubaFarma, que presentó la propuesta de construir un centro de plasmaféresis, gestionado por la industria, para la extracción de plasma sanguíneo y su futura comercialización.
El ingeniero John Wilber Arrazcaeta, director de Inversiones de AICA, justificó ante Granma que la propuesta de construir un centro de plasmaféresis responde a la necesidad de enfrentar la falta crónica de insumos médicos básicos en la isla, y explicó que el proyecto se desarrollará bajo la modalidad de inversión extranjera directa.
Según explicó Arrazcaeta, a diferencia de la donación tradicional de sangre completa, la plasmaféresis permite devolver los glóbulos rojos al donante, extrayendo únicamente el plasma.
El ingeniero explicó que la creación del centro de plasmaféresis representa una oportunidad comercial para el régimen, ya que permitirá vender el plasma extraído para financiar la operación del proyecto y alcanzar estándares de calidad que posibiliten su exportación a mercados internacionales.
Aunque el gobierno cubano se ha beneficiado históricamente de la exportación de sangre, plasma y otros productos derivados, como documentó la ONG Archivo Cuba, que cifra en más de 1,323 millones de dólares los ingresos obtenidos entre 1995 y 201, hasta ahora había evitado admitir abiertamente estas prácticas ante la opinión pública nacional.
Esta nueva admisión supone un giro en la estrategia de comunicación oficial sobre un negocio que ha sido objeto de numerosas denuncias de opacidad y falta de consentimiento informado a los donantes.
Con esta iniciativa, el régimen no solo oficializa la comercialización de sangre de sus ciudadanos, sino que también abre una nueva vía para financiar su sector farmacéutico en medio de la profunda crisis económica que atraviesa la isla.
De las sombras al mercado: el plasma cubano como mercancía
En 2017, la ONG Archivo Cuba denunció que el gobierno cubano había obtenido 34,5 millones de dólares en un solo año por concepto de venta de plasma sanguíneo en el exterior.
Según declaró en su momento María Werlau, directora ejecutiva de la organización, el régimen realizaba estas operaciones sin informar a los donantes sobre el destino final de su sangre, calificando estas prácticas como parte de los "negocios turbios" del Estado.
La investigación señaló que Cuba nunca reportó oficialmente esas exportaciones, aunque quedaban registradas en bases de datos internacionales de comercio.
Este historial de denuncias refuerza el señalamiento de que, aunque el gobierno cubano se benefició durante décadas de la venta de sangre y derivados, evitó admitirlo abiertamente hasta ahora.
Archivo Cuba reforzó en 2021 estas denuncias al anunciar que publicaría nuevos estudios sobre el negocio de exportación de sangre y órganos humanos por parte del régimen cubano.
María Werlau reveló en esa ocasión que las investigaciones apuntaban a prácticas sistemáticas de extracción y comercialización de productos humanos, en las que incluso se documentaría la colaboración de organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El informe anual de ese año también incluía datos preocupantes sobre la extracción forzada de sangre a presos políticos en décadas anteriores, evidenciando que el aprovechamiento de recursos biológicos de la población no era una práctica reciente, sino parte de un patrón histórico de abuso institucionalizado.
Además, se señalaba que las campañas oficiales de donación de sangre, promovidas por el gobierno como muestras de altruismo, escondían el verdadero destino comercial de muchas de esas extracciones.
Werlau destacó que el régimen nunca incluyó estos ingresos en los reportes públicos ni informó a los donantes cubanos sobre el uso final de su sangre.
El ocultamiento sistemático de estas operaciones, sumado a la falta de consentimiento informado, configuraba una grave violación de derechos humanos, según Archivo Cuba.
La investigación de Archivo Cuba avanzó aún más en 2022, cuando reveló que entre 1995 y 2019 el régimen cubano había ingresado más de 1,323 millones de dólares mediante la venta de sangre y sus derivados, tejidos, glándulas y órganos humanos.
Los datos recopilados, alrededor de 808 millones correspondían específicamente a exportaciones de sangre y productos hemoderivados, operaciones que nunca fueron transparentadas al pueblo cubano.
Werlau advirtió que buena parte de estos negocios incluían prácticas tan opacas como las extracciones forzosas a presos políticos y fusilados, especialmente durante las décadas de 1960 y 1970.
Informes históricos, como el del Anuario del Comercio Exterior Cubano y documentos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, documentaron la existencia de extracciones sistemáticas de sangre a condenados a muerte, prácticas que se mantuvieron ocultas bajo la justificación de un supuesto altruismo revolucionario.
Además, los registros comerciales internacionales evidenciaron que Cuba exportaba productos humanos a países como Brasil, Venezuela, Argentina, Colombia, Irán, Rusia, Ecuador y Bielorrusia, pese a que en su propaganda interna el régimen insistía en presentar la donación de sangre como un acto puramente solidario.
Estos antecedentes refuerzan que la reciente admisión oficial de la comercialización de plasma no constituye una novedad en las prácticas del régimen, sino apenas el reconocimiento de una actividad que, durante décadas, se mantuvo encubierta a los propios ciudadanos cubanos y a la comunidad internacional.
Aunque el régimen cubano ha convertido la sangre y sus derivados en un lucrativo negocio de exportación, la escasez de hemoderivados en los hospitales de la isla sigue siendo alarmante.
La falta de donantes, la disminución de campañas de captación y la precariedad de la infraestructura sanitaria son factores que las autoridades esgrimen como justificación para la falta de hemoderivados en el sistema de salud pública.
Preguntas frecuentes sobre la venta de hemoderivados en Cuba
¿Por qué el gobierno cubano decidió comercializar plasma sanguíneo?
El gobierno cubano justifica la comercialización de plasma sanguíneo como respuesta a la falta crónica de insumos médicos básicos en la isla. Según el ingeniero John Wilber Arrazcaeta, director de Inversiones de AICA, el proyecto de inversión extranjera para construir un centro de plasmaféresis permitirá obtener ingresos para financiar operaciones y mejorar la calidad de los productos para su exportación.
¿Cuál ha sido el historial de Cuba en la venta de sangre y derivados?
Históricamente, el gobierno cubano ha obtenido significativos ingresos mediante la venta de sangre y derivados, aunque sin admitirlo públicamente hasta ahora. Según la ONG Archivo Cuba, entre 1995 y 2019 se registraron ingresos superiores a 1,323 millones de dólares por exportaciones de estos productos. Las operaciones han sido criticadas por su falta de transparencia y consentimiento informado a los donantes.
¿Qué impacto tiene la comercialización de plasma en la población cubana?
La comercialización de plasma representa un nuevo enfoque para financiar el sector farmacéutico en medio de la crisis económica de Cuba. Sin embargo, plantea preocupaciones sobre el consentimiento informado de los donantes y la falta de insumos médicos básicos en el sistema de salud de la isla, que sigue enfrentando una grave escasez de medicamentos y recursos.
¿Qué medidas adicionales ha tomado el gobierno cubano para enfrentar la crisis económica y sanitaria?
El gobierno cubano ha implementado varias medidas, como la dolarización parcial y la apertura de nuevos esquemas de autofinanciamiento en divisas para sectores estratégicos como la salud y la biotecnología. A pesar de estas acciones, la escasez de medicamentos y la falta de recursos continúan afectando gravemente a la población, y las medidas han sido criticadas por su ineficacia para resolver la crisis de raíz.
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