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La noche del domingo 11 de mayo, Día de las Madres, se tiñó de tragedia en el barrio El Naranjal, en Matanzas, tras el brutal asesinato de Leobel, un joven padre de familia que fue apuñalado mortalmente mientras intentaba comprar cervezas en el DITU del barrio, como parte de la celebración familiar por esa fecha especial.
Según múltiples testimonios compartidos en redes sociales, Leobel (cuyos apellidos no aparecen publicados), descrito por allegados como un hombre trabajador, tranquilo, estudioso y ejemplar, fue atacado sin mediar palabra por un individuo completamente intoxicado con sustancias químicas que circulan cada vez más en las calles cubanas.
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La víctima murió en el acto tras recibir varias puñaladas. Su pareja, embarazada, también resultó herida al intentar intervenir, y permanece hospitalizada con riesgo de aborto.
El presunto agresor, identificado como Yasmani Benítez Tejera, fue arrestado posteriormente. Diversas fuentes denuncian que tenía un largo historial delictivo por lesiones, amenazas y robos con violencia, lo que ha generado indignación entre vecinos y familiares de la víctima, quienes cuestionan cómo una persona con semejante expediente podía estar libre y sin supervisión.
Este trágico suceso ha provocado una ola de indignación ciudadana. Numerosos usuarios en redes han expresado su dolor, frustración e impotencia ante la creciente inseguridad, la falta de vigilancia nocturna y la proliferación de drogas sintéticas —denominadas “el químico”— que están provocando un aumento alarmante de hechos violentos en todo el país.
“Hoy fue Leobel, mañana puede ser cualquiera”, expresó un familiar, quien también exigió que se tomen medidas urgentes para frenar esta situación que desangra a las comunidades.
La falta de iluminación en las calles por los constantes apagones y la escasa presencia policial durante las noches han sido señaladas como factores que agravan la vulnerabilidad de los ciudadanos. “No hay vigilancia hasta que suena un caldero”, se lamentó un vecino, evidenciando las prioridades de las autoridades, más atentas a las manifestaciones de protesta que a la seguridad de los vecinos.
La familia de Leobel exige justicia, pero también una revisión profunda del sistema que permite que personas con antecedentes reincidan sin consecuencias proporcionales. La comunidad de El Naranjal pide acciones reales que detengan la ola de violencia y que se ponga freno a la circulación de estas drogas que, mezcladas con alcohol, están cobrando vidas inocentes.
Mientras tanto, Matanzas llora a uno de sus hijos, asesinado en una noche que debía ser de celebración.
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