El régimen cubano se prepara para conmemorar el centenario del nacimiento del dictador Fidel Castro, nacido el 13 de agosto de 1926 en Birán, Holguín, y fallecido el 25 de noviembre de 2016 en La Habana a los 90 años.
En este contexto, el Partido Comunista de Cuba (PCC) convocó su X Pleno para los días 4 y 5 de julio, donde se discutirá, entre otros temas, el programa conmemorativo por el centenario del dictador, según publicó Granma, órgano oficial del partido único.
Aunque Castro expresó en vida su deseo de que no se erigieran monumentos en su honor, el régimen ha convertido su figura en objeto de culto, dedicándole un costoso museo en la capital, inaugurado en noviembre de 2021 en una suntuosa mansión del Vedado.
El centro ha sido objeto de críticas por su enfoque en el adoctrinamiento infantil. Desde julio de 2024, niños de entre 6 y 14 años participan en talleres de museografía, donde actúan como guías del museo, repitiendo discursos oficiales sobre la figura de Castro.
Estas actividades, presentadas como educativas, han sido señaladas por su carácter propagandístico y su intención de perpetuar la ideología castrista entre las nuevas generaciones.
La conmemoración del centenario de Fidel Castro se presenta, por tanto, como una oportunidad para el régimen de reforzar su narrativa histórica y consolidar su control ideológico, especialmente entre los más jóvenes.
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Mientras tanto, la población cubana continúa enfrentando desafíos económicos y sociales significativos, en un contexto donde la exaltación del pasado parece prevalecer sobre las necesidades del presente.
Un país en ruinas a las puertas del centenario
A un año de la efeméride, Cuba vive una de sus peores crisis en décadas. La población sufre apagones diarios de hasta 20 horas, el desabastecimiento es generalizado y los precios, dolarizados de facto, se disparan mientras los salarios en pesos se mantienen estancados.
La desigualdad se ha agudizado, la pobreza se extiende, y los servicios públicos como la salud, la educación y el transporte están en franco deterioro.
En paralelo, crecen las protestas populares y el régimen responde con mayor represión, censura y persecución a la disidencia. El modelo económico sigue atrapado en la inercia estatista, centralizadora y obsoleta que dejó Castro, sin voluntad de emprender reformas reales.
La pregunta inevitable es: ¿cómo llegará el poder a celebrar el centenario? ¿Habrá superado la crisis? Todo apunta a que no.
Las causas de los problemas son estructurales y requieren un volumen de inversión, reformas y apertura que el gobierno de Díaz-Canel no está dispuesto a asumir.
Sin voluntad política para romper con el legado totalitario y comunista del castrismo, la continuidad se perfila más como un lastre que como una salida.
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