Judíos de EE.UU. llevan alimentos y medicinas a Cuba en medio de la crisis: “Los mantiene a flote”

La misión humanitaria, organizada con respaldo de sinagogas en EE.UU., ofrece alivio en medio de la grave crisis económica que enfrenta la isla y visibiliza las profundas carencias que afectan a la población.

Fachada del Centro Hebreo Sefaradi de Cuba © Facebook/Centro Hebreo Sefaradi de Cuba
Fachada del Centro Hebreo Sefaradi de Cuba Foto © Facebook/Centro Hebreo Sefaradi de Cuba

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En una isla sumida en una de sus peores crisis humanitarias, con anaqueles vacíos, hospitales sin insumos y una población agotada por el desabastecimiento, una iniciativa impulsada desde California por una madre y su hija ha marcado una diferencia para la comunidad judía de Cuba.

Roe Gruber y su hija Daniella, integrantes de la Congregación B’nai Israel en Tustin, California, lideran las llamadas "Mitzvah Missions", viajes solidarios que llevan a Cuba alimentos, medicinas y equipos médicos.

Captura de Facebook/Congregation B'nai Israel

En su última misión, realizada entre febrero y marzo pasados, lograron entregar más de 15,000 dólares en ayuda humanitaria, suficiente para alimentar a decenas de familias durante cuatro o cinco meses, según contaron en una entrevista a Jewish Journal.

“Los envíos de comida son lo que los está manteniendo a flote”, dijo Roe Gruber, quien vivió en Cuba en los años 2000 y conoce de primera mano las dificultades que enfrentan las comunidades locales.

Actualmente, se estima que en Cuba viven entre 600 y 800 judíos, concentrados principalmente en La Habana, aunque también hay pequeños núcleos en Santa Clara y Cienfuegos. Muchos son adultos mayores, empobrecidos por décadas de crisis, emigración y políticas restrictivas.


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La comunidad judía de la isla ha menguado considerablemente desde los tiempos previos a la Revolución, cuando se contabilizaban cerca de 15,000 personas. La emigración hacia Estados Unidos e Israel, así como las restricciones religiosas del pasado, provocaron una alta tasa de matrimonios mixtos y una pérdida de identidad generacional.

De acuerdo con The Jews of Cuba, muchos de los judíos en la isla caribeña son refugiados de la Segunda Guerra Mundial, que viven en condiciones de precariedad absoluta, como la mayoría de la población: apartamentos derruidos, sillas de ruedas rotas, alimentos racionados y acceso casi nulo a medicamentos.

Un ejemplo que citan es el de Eva Nissembaum, de 78 años, quien comparte dos cuartos de hormigón con tres hermanos. Su hermano Máximo, de 69, no puede salir del apartamento porque su silla de ruedas está inservible. Como ellos, cientos dependen de la solidaridad externa para sobrevivir.

Durante décadas, practicar cualquier religión en Cuba era sinónimo de estigma y represión. Solo después de la visita del papa Juan Pablo II en 1998 se comenzó a tolerar con más apertura la vida religiosa, lo que permitió a la comunidad judía restaurar sinagogas, reactivar centros comunitarios e incluso realizar conversiones.

En La Habana funcionan tres sinagogas: Beth Shalom (centro comunitario), Adath Israel (ortodoxa) y el Centro Sefardí, que también sirve de comedor para personas mayores. En estos espacios, además de orar, se comparten alimentos y medicamentos, muchos de ellos llegados gracias a estos “Mitzvah Missions”.

Captura de Facebook/Comunidad Religiosa Hebrea "Adath Israel" de Cuba

“Una doctora cubana a la que conocimos se estaba recuperando de una operación de cadera sin ningún analgésico. Lo único que teníamos a mano era un Tylenol. Eso fue lo que pudimos darle”, relató Daniella Gruber.

El viaje cuesta cerca de 4,000 dólares por persona, incluyendo pasaje y hospedaje. Una parte del monto (500 dólares) se dona directamente a Jewish Cuba Connection, organización sin fines de lucro que compra paquetes de alimentos para familias judías y ancianos necesitados en la isla.

Stan Falkenstein, fundador de la organización, fue categórico sobre la situación actual: “El liderazgo actual está más interesado en enriquecerse que en garantizar el bienestar de su pueblo”.

Pese a las restricciones impuestas por el gobierno de Donald Trump al viaje de estadounidenses a la isla, estas misiones solidarias están permitidas bajo la categoría de “actividades religiosas”.

“Queremos repetir estas misiones porque la necesidad es inmensa. Y porque las personas que ayudan se sienten realmente bien al hacerlo”, expresó Roe Gruber.

En un país donde cada gesto solidario puede marcar la diferencia entre la supervivencia y el abandono, el compromiso de esta comunidad judía en Estados Unidos no solo nutre estómagos, también reconforta almas.

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