Los Yanquis no querían correr riesgos. Ganaban 8x4, solamente faltaban tres outs, y aun así encaramaron en el box a su asesino más brutal.
El zurdo entró con ganas. Hace un año, su última aparición de postemporada había dejado un amargor molesto en el recuerdo cuando Rajai Davis –un criminal de poca monta- le empató el Cachorros-Indios in extremis. Estaba claro: venía con sed y hambre de venganza.
Al primer adversario, Robbie Grossman, lo mató con cuatro envíos supersónicos. Tenía la pistola caliente, y después ensayó con dos rectazos a 101 millas que cayeron en bola ante el jonronero de los Mellizos, Brian Dozier. Lo retaba. Era como decirle “a ver si vas a hacerme lo que le hiciste a Severino”. Entonces le marcó un strike veloz, justo en la esquina.
Luego tiró la slider, su único rompimiento entre los veinte envíos que efectuó. Fue bola. Así, con el bateador en ventaja de 3-1 en el conteo, el asesinó optó por apelar al gatillazo. Uno detrás de otro, sin piedad. Primero, un tiro a 100 mph. Foul. ¿Era insuficiente? Pues otro a 102, y Dozier, pertinaz, volvió a hacerle contacto en zona mala. “¿Te vas a resistir?”, se preguntó el moreno, y un cañonazo a 103 definió el duelo.
Seguidamente, el veterano Joe Mauer acertó a colocar un rodado que pasó entre el campo corto y la antesala. Lo había tenido en tres bolas sin strike, y eso siempre es un riesgo muy grande contra los pistoleros más curtidos en el juego.
Había que corregir la mira, y la víctima sería Jorge Polanco. Tres disparos y los tres hicieron diana. Todos muy duros, y ninguno por el centro. La historia había terminado. Escón de ponches y a soñar en todo Nueva York. (De las balas que empleó el asesino, 17 ‘tocaron’ los tres dígitos, y las otras llegaron a 98.8 y 99.5 mph).
Ahora, el jueves, los Yanquis comenzarán un duelo al mejor de cinco choques contra los propios Indios que, en la noche del dos de noviembre de 2016, le empataron un juego decisivo a Aroldis Chapman. Rajai Davis no está, de manera que la Operación Venganza debe tener otros objetivos que no alcanzo a adivinar.
Eso sí: espere muertos.
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