Un grupo de máquinas adquiridas por Cuba en el año 2003 son las encargadas de pesar y envasar 600 toneladas de leche en polvo al mes en Cuba, destinadas al consumo de la población a través de los diferentes canales de venta.
Este agudo vídeo reportaje ―sobre todo teniendo en cuenta que es de los medios “oficiales de la Isla― incide en un tema delicado: el deficiente pesaje de la leche, a partir de la detección de varios casos en la tienda habanera de Carlos III.
El director de la fábrica asegura que la causa se encuentra en la diversa procedencia y composición química de las leches que se envasan, lo que “provoca una variación”, pero ¿de qué? Es algo que no acaba explicando.
Leches de diferentes nacionalidades y características físico-químicas podrían incidir en el volumen, en la densidad del polvo, pero 1000 o 500 gramos, son medidas únicas, independientemente del “volumen” que acaben suponiendo.
La sobreexplotación de las máquinas, que producen otros alimentos lácteos además de la leche en polvo, es otra de las causas que los trabajadores achacan a los “errores” finales del pesaje.
Sobre el tema de la calibración automática o manual del peso, es algo sobre lo que no se ponen de acuerdo directivos y operarios.
Los directivos dicen que es manual (lo que supondría que puede alterarse) y los operarios responden que es automático, y en ese caso tienden a achacar el error a los 13 años de ininterrumpida explotación de las máquinas.
Un muestreo reciente realizado por el grupo empresarial de la Industria Alimentario arrojó que más del 10 % de las bolsas de leche auditadas estaban por debajo de su peso.
Situación preocupante cuando como promedio, diariamente, se llenan 40 000 bolsas de leche en esa fábrica.
En 2017 deben entrar 4 máquinas nuevas para envasar la leche en polvo, pero ¿resolverá eso los problemas del pesaje de la leche en Cuba?
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