Un accidente cuando era pequeña cambió la vida de Meys pero de la forma menos esperada. Su abuela optó por llevarla a practicar deporte para iniciar la rehabilitación y el fútbol terminó siendo su válvula de escape.
Comenzó jugando a meter goles, pero el destino le reservaría para ella otro papel en el mundo del balón, según informó 'El Toque'.
A los 15 años se adentró en el mundo del arbitraje y ahora confiesa que no puede vivir sin el silbato.
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