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Cuba: Un poblado de Arroyo Naranjo bajo amenazas de desalojo y demolición

Un grupo de vecinos de la comunidad "Chango", en el municipio Arroyo Naranjo (La Habana), protestan por la orden de desalojo y demolición que pesa sobre sus viviendas.


Este artículo es de hace 6 años

Desgraciadamente, no son pocos los casos que siguen evidenciando, día a día, las pésimas condiciones en que todavía viven muchos cubanos en la Isla.

El triste panorama abarca un amplio espectro que cubre desde el desamparo de quienes pierden sus viviendas en derrumbes y se ven obligados a irse a vivir durante muchos años a albergues, hasta quienes se quejan de que, tras décadas de espera, acaban recibiendo viviendas inacabadas o en malas condiciones (ello porque el desvío de recursos materiales no garantiza una calidad digna a los bloques de viviendas recién construidos).

A ello se suman las miles de familias que viven con el miedo al derrumbe sobre sus cabezas, arriesgando sus vidas con tal de poder disponer de un lugar que consideren "suyo", por encima de todo.

El caso más reciente que revela la magnitud del problema se ha hecho público a través del proyecto opositor cubano “Estado de Sats”, que ha dado a conocer un par de reportajes en que entrevista a un grupo de vecinos residentes en una localidad del municipio de Arroyo Naranjo, en La Habana.

Los residentes en la comunidad conocida como “Chango” ―que abarca unas veinte viviendas ubicada en el barrio La Solita― han protestado activamente en los últimos días contra la amenaza de demolición y desalojo que pesa sobre sus viviendas.

Como resultado de las protestas, la policía detuvo a dos jóvenes cubanos que se habían acercado a Estado de Sats ―presidida por el opositor Antonio Rodiles― para hacer la denuncia de los hechos y buscar apoyo.

Arístides Javier Castillo confiesa en esta entrevista que tras regresar a la comunidad, la policía los estaba esperando y que detuvieron a Maykel ―el otro vecino que lo acompañaba a él― quien todavía se encuentra detenido en la estación del Capri, sin querer comer nada.

Interrogado sobre el origen de la discordia, Castillo ha explicado que hace unos cuatro años varias personas comenzaron a comprar terrenos en el luga,r a un hombre apodado "Chango".

El vendedor incluso llegó a mostrar a los compradores los documentos en los que se aseguraba que las tierras pertenecían a su madre ―afirma Castillo― pero ahora las autoridades han comunicado a los vecinos que ese terreno es del Gobierno.

Según relata Arístides Javier Castillo, las amenazas de desalojo habrían surgido tras un enfrentamiento directo entre "Chango" y el delegado del Poder Popular de esa circunscripción, de quien no se ha revelado el nombre.

Lo cierto es que, más allá de la presunta ilegalidad de origen (si es que la hubiera), y aunque la razón indique que esas viviendas no cumplen algunos requisitos de habitabilidad ―que puede ser uno de los argumentos de las instituciones para justificar su desalojo― lo cierto es que esas personas se aferran a ellas porque no conocen otra vivienda que esa, que consideran suya, y el Estado no puede otorgarle otra en sustitución, lo que los condenaría a irse de manera inmediata a un albergue.

"Nosotros no somos terroristas, nosotros somos cubanos", grita una mujer en medio de la desesperación a las autoridades de planificación física y a la policía.

Otra de las vecinas asegura: "Yo no puedo ser ilegal en ningún lugar de mi país cuando hay una sola Constitución, y yo soy ciudadana de esta Constitución”.

Arístides Javier Castillo ha destacado que “El delegado está en contra de que estemos ahí, porque eso él lo quiere para él”.

El joven afirma que se sienten engañados por las autoridades, quienes les habrían dado falsas esperanzas de una solución para que pudieran conservar sus viviendas. Sin embargo, al otro día, cuando fueron a la policía, el documento que les dieron a firmar fue una orden de demolición, que dice exactamente: “Auto demoler en un término de 24 horas”.

El artículo 9, inciso C, de la Constitución Cubana afirma que “el Estado trabaja por lograr que no haya familia que no tenga una vivienda confortable”. Sin embargo, varias décadas después, pareciera que esa promesa más que acercarse, se aleja de las vida de los cubanos.

En todo caso, de este lamentable hecho (sobre el que seguiremos al tanto) se derivan un par de ideas a tener en cuenta: los cubanos siguen perdiendo el miedo a denunciar todo aquello que consideran injusticias, y los cubanos comienzan a ver en las organizaciones y proyectos opositores una vía de hacerse escuchar dentro y fuera de la Isla.

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Judith Moris

Redactora en CiberCuba. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de La Habana, y Máster por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido profesora en la UH e investigadora en la UAB, y redactora/editora de la editorial Teide


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