Alfie Evans, un bebé de 23 meses, se convirtió desde muy pronto en un luchador que trató de hacer frente a una enfermedad neurodegenerativa que afectaba a su cerebro.
Este pequeño pasó a ser el centro de una larga y mediática batalla judicial que terminó el pasado lunes 23 de abril cuando los médicos le desconectaron del respirador artificial en el Alder Hey Children’s Hospital, según informó AFP.
La muerte del menor se confirmó este sábado en el recinto sanitario de Liverpool a pesar de los intentos de sus padres por evitar el trágico final.
La justicia británica rechazó el miércoles un último recurso de los progenitores, que pedían mantener el tratamiento en Italia. En concreto el hospital pediátrico de Roma Bambino Gesù, perteneciente al Vaticano, se ofreció a mantenerle el soporte vital.
El Tribunal Supremo del Reino Unido ratificó la decisión la semana pasada, mientras que la Corte de Apelaciones rechazó el último intento por llevar a cabo un traslado que los galenos británicos nunca vieron con buenos ojos.
La patología le impedía ver y oír además de afectar al sentido del tacto y el gusto. En los últimos meses desde el citado hospital avisaron que las pruebas cerebrales de Alfie revelaron una "degradación catastrófica" de los tejidos.
Su padre Tom Evans se despidió del bebé con un emotivo mensaje publicado en su cuenta de Facebook. "Mi gladiador ha dejado su escudo y ganó sus alas a las 2:30. Absolutamente devastados. Te quiero mi hijo", escribió.
Con imagen de Facebook / Kate James.
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