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Ancianos en Cuba obligados a seguir trabajando para sobrevivir

La brutal pérdida de poder adquisitivo en Cuba en los últimos años ha sido mucho más notable entre los pensionados, obligados cada vez más a trabajar para sobrevivir o a depender de la ayuda económica de sus hijos.


Este artículo es de hace 5 años

Después de toda una vida consagrados al trabajo, miles de ancianos en Cuba siguen trabajando ―en “la luchita”― concepto popular devenido rasgo de identidad para los cubanos residentes en la Isla, que se hace mucho más delicada cuando a los achaques y el cansancio propios de la tercera edad, se añade la obligación de seguir en la odisea por el plato de comida diario.

Si a los trabajadores en activo el dinero no les alcanza porque los salarios son bajos, qué decir cuando se habla de jubilaciones y pensiones de 200 ó 275 pesos, como las mencionadas en este reportaje, que acaban convirtiéndose en un chiste de mal gusto.

La brutal pérdida de poder adquisitivo en Cuba ha sido mucho más notable entre los pensionados, obligados cada vez más a seguir trabajando para sobrevivir o a depender de la ayuda económica de sus hijos, ya vivan estos en la Isla o fuera del país.

En los últimos años ha aumentado exponencialmente el número de ancianos que venden periódicos, alimentos, recogen materia prima o que trabajan en diversos negocios cuentapropistas de familiares o amigos.

En el V Pleno del Comité Central del PCC, celebrado en marzo de este año, se informó que ya existen 580 mil trabajadores por cuenta propia en la Isla. De esa cantidad, según cálculos del Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social, 159.563 son jóvenes y 162.872 mujeres, mientras que 84.109 son trabajadores asalariados y 60. 897 jubilados.

Lo anterior supone que los jubilados representan algo más del 11 por ciento de la fuerza laboral del área privada en Cuba, según datos oficiales citados por la agencia IPS.

Otra realidad cada vez más frecuente es que varios jubilados en su “trabajo extra”, no solo ganan mucho más de lo que perciben por su jubilación, sino, incluso, el doble o el triple del dinero que ganaron mensualmente durante toda su vida, muchos de ellos como profesionales.

El otro dato que agrava la situación es que Cuba es el país con más ancianos por número de habitantes en el continente americano, pues el 19.8 % de su población tiene 60 años o más. Datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) indican que la población que supera los 60 años asciende a 2.219.784 personas en la Isla.

Con tales cifras, se prevé que hacia 2030 las personas mayores de esa edad representen un tercio de los habitantes en Cuba, que actualmente suman 11.2 millones.

De esa cifra, alrededor de 1.676. 988 se benefician de la seguridad social por jubilación, invalidez y sobrevivencia, con una pensión media de 276.94 pesos (algo más de 11 dólares).

En diciembre de 2017, Marino Murillo, el entonces jefe de la Comisión de Implementación de las reformas económicas en Cuba, reconoció que “…no se logra un verdadero ordenamiento económico y monetario si el trabajo no se convierte en la principal fuente de ingresos de la población. El salario tiene que satisfacer las necesidades del obrero y la familia; y las pensiones, las necesidades del pensionado”. Sin embargo, el reconocimiento del drama no da de comer.

Fue a finales del año 2008 que se modificó la Ley No. 24 de Seguridad Social (vigente desde 1980), y se aprobó la Ley No. 105 de la Seguridad Social, que entró en vigor en el año 2009.

Esa medida aumentó en cinco años la edad y el tiempo de servicio de los trabajadores para acceder a la pensión. En el caso de las mujeres a los 60 años, y en el de los hombres a los 65. En ambos casos deben acreditar 30 años de servicios.

El cambio de ley estimuló la permanencia en el empleo de las personas, al extender el periodo de selección para el cálculo de las pensiones.

De los últimos 15 años de trabajo, actualmente se seleccionan los cinco años de mejor salario para determinar la base de cálculo de las pensiones. A los primeros 30 años de servicio se le aplica el 60% y a partir de ahí se aplica un incremento del 2% a cada año que exceda esos 30 hasta llegar al 90%, que es el límite máximo que puede percibir un trabajador por concepto de pensión en el país.

Sin embargo, números, previsiones y estadísticas aparte, la realidad es que cada día salen a "lucharla" en Cuba miles de ancianos a los que no les sirvieron décadas de trabajo para llegar a fin de mes.

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