Dos bombarderos supersónicos TU-160, conocidos como "cisnes blancos" por los pilotos rusos, aterrizaron ayer lunes en el aeropuerto de Maiquetía, cerca de Caracas.
Los aviones, que ya habían aterrizado dos veces en Venezuela en la última década, recorrieron más de 10 mil kilómetros en una demostración simbólica de apoyo al gobierno de Nicolás Maduro, con quien Putin se reunió recientemente.
Con capacidad para transportar misiles nucleares de corto alcance, estos aviones pueden volar más de 12 mil kilómetros sin repostar.
El Gobierno de Estados Unidos se quejó a través del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien criticó abiertamente la operación. "El gobierno de Rusia ha enviado bombarderos a través de medio mundo hasta Venezuela", afirmó Pompeo en Twitter.
"El pueblo ruso y venezolano debería ver esto tal y como es: dos gobiernos corruptos despilfarrando fondos públicos y asfixiando la libertad mientras su gente sufre", añadió.
Desde el Gobierno ruso rechazaron los comentarios de Pompeo y destacaron que fueron "muy poco diplomáticos" y "completamente inapropiados".
El portavoz ruso, Dmitry Peskov, dijo a los periodistas que "en lo referente a la idea de que estamos despilfarrando dinero, no estamos de acuerdo. Realmente, no es apropiado que haga estos comentarios un país que con la mitad de su presupuesto de defensa podría alimentar a toda África".
El Ministerio de Defensa ruso precisó que los bombarderos fueron acompañados por otros dos aviones militares, aunque no especificó si los aviones llevaban misiles, cuánto tiempo se quedarán en Venezuela o la naturaleza de su misión.
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