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Anciano cubano desamparado vive en una parada de guagua de Mayabeque

“Este anciano desprotegido vive en la parada de la carretera San Felipe a Quivicán. Hizo de la parada su casa... Su comida mayormente es mango. Allí duerme y despierta entre los ruidos y la gente que se baja a la parada”, denunció el activista cubano Michael Valladares


Este artículo es de hace 2 años

Un anciano cubano vive en una situación de desamparo total mientras se cobija con sus escasas pertenencias en una parada de guagua en la carretera que va del poblado de San Felipe a Quivicán, en la provincia de Mayabeque.

“Este anciano desprotegido vive en la parada de la carretera San Felipe a Quivicán. Hizo de la parada su casa; allí come, duerme y lo hace todo. Su comida mayormente es mango. Allí duerme y despierta entre los ruidos y la gente que se baja a la parada”, denunció en su página de Facebook el activista cubano Michael Valladares, director provincial del Partido Republicano de Cuba.

Según Valladares, el anciano come lo que “consigue” o lo que le proporcionan las personas que sienten compasión por su situación. “Allí come lo que consigue o lo que le regalan las personas que se apiadan de este anciano abandonado”, indica el joven activista.

“Mientras dirigentes y autoridades municipales viven a toda comodidad, aún quedan muchos casos como estos de personas sin hogar, mendigos a merced de la caridad humana. Aumenta la miseria del pueblo cubano y aumentan las cuentas bancarias de los militares que controlan al país”, protestó Valladares.

El post de denuncia fue acompañado de fotografías en las que se aprecian las paupérrimas condiciones de vida de este anciano, que acumula sus pobres y escasas pertenencias tras los bancos para sentarse en una parada de guagua de esta zona rural.

Tal y como indica el joven opositor cubano, el anciano desprotegido parece alimentarse en esta época del año de mangos, básicamente. Un par de fotografías que acompañan al post lo muestran consumiendo esta fruta tropical que, en tiempos de grave escasez de alimentos en la isla, alivia la hambruna que padecen muchas personas vulnerables en la sociedad cubana.

A comienzos de junio, se conoció la noticia de un anciano cubano de 66 años que sobrevivía sin medicamentos, sin electricidad y sin agua, en un estado absoluto de desprotección por culpa de la dejadez de las autoridades

Olvidado por el Estado cubano, el ciudadano Antonio Palao Columbié, residente en Banes, Holguín, aseguró que recibe una pensión de 1260 pesos, pero que no le alcanza para vivir. Debido a ello, Palao decidió ocupar un local abandonado por el gobierno, que en lugar de ventanas tiene unos agujeros en las paredes para que circule el aire y por donde entra la lluvia.

Desgraciadamente, en las redes sociales y medios independientes son cada vez más frecuentes las noticias acerca de la desatención a los ancianos y personas en situación de vulnerabilidad en Cuba. La pasada semana, por ejemplo, se reportó el abandono a un anciano con la cadera fracturada en un hospital de Matanzas.

Tomás René Noda Rodríguez, de 82 años y natural del poblado El Roque, se fracturó la cadera en un asilo del municipio Perico y fue ingresado en el hospital Doctor Mario Muñoz Monroy, en Colón, donde llevaba 10 días soportando dolores y sin ser operado, según informó el activista cubano Félix Navarro.

A finales de marzo, un cubano mayor de 60 años y enfermo de cáncer de próstata, narró los trabajos que pasaba para poder comer, pues sus ingresos no le permiten pagar la canasta básica del Estado.

Residente en Camagüey, el anciano reconoció las penurias que pasaba en su subsistencia diaria. "Sí, pero no se lo he dicho a mis vecinos porque me da pena". Rafael Velazco Hernández, de 62 años, quien trabajara como albañil, no posee chequera de jubilación y fue diagnosticado con cáncer de próstata.

La crisis del coronavirus retardó su tratamiento médico y además los ha sumido a él y a su esposa, que padece una enfermedad mental, en una situación de carencias mayor de la que ya vivían.

“¡Nos estamos matando entre cubanos!”, denunció un joven ante el atropello de las autoridades cubanas que impusieron a comienzos de junio una multa de 8 mil pesos a un anciano de la provincia Las Tunas por vender ajos sin licencia.

“Por favor, ¿hasta cuándo van a seguir reprimiendo al pueblo a costa de los supuestos ‘jefes’, hasta cuándo van a andar sin corazón por la calle, con un talonario elaborado por represores? La culpa es de ustedes que ejercen ese vergonzoso puesto”, protestó.

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