Bohemia contra el orgullo gayo

Antes de 1959, la homosexualidad no era aceptada por la sociedad cubana. Sin embargo, a lo largo de todo el período republicano, nunca fue perseguida como política de estado.

Ahora que en Europa se nos viene encima la temporada alta de Gay Prides, y que Madrid y Barcelona calientan motores para el jolgorio de la pluma más decadente y el postureo de la más postmoderna vigorexia, a los cubanos nos viene bien recordar, al hilo de los fastos, cómo llegaron a la prensa oficialista de la Isla los primeros ecos del recién nacido “orgullo gay”, hace casi medio siglo.

Aporto un artículo aparecido en la revista Bohemia el 6 de noviembre de 1970, muy ilustrativo del modo en que la prensa oficial contó a sus lectores qué cosa era el “Orgullo Gayo”, una arcaica definición peyorativa cubana para definir lo que para la revolución era “una orgía decadente de invertidos”, dicho en suaves palabras.

Bohemia fue una maravillosa publicación cultural en los años 50, pero dos décadas más tarde servía de tribuna al periodismo comunista más cateto, cómplice consciente de la dictadura y servil aplaudidor de su homofobia de Estado. Valía todo para estigmatizar al mundo gay, y el recorte de la revista es un gran documento en ese sentido.

El autor describe la épica manifestación de los homosexuales neoyorkinos por la Sexta Avenida de Manhattan de modo desprolijo y vulgar, en el fondo y en la forma, quizás en su afán de mostrar “la baja calaña” de los protagonistas de su informe. Utiliza epítetos humillantes y acude a fáciles mofas de jerga callejera para evidenciar su hostilidad hacia la diferencia. Para el cronista, las lesbianas eran “la gente del pan con pan”, y los homosexuales, “invertidos”, “hombreriegos” y “reverendos mariquitas”.

Qué lejos le quedaba ya entonces a Bohemia, la época dorada de sus elegantes crónicas sociales, salidas vivas de las prosas robustas y elegantes de Don Galaor o Pedro Álvarez de Cañas. Y qué triste el recuerdo del instante en que los periodistas cubanos comenzaron a hacer de la vulgaridad un estilo.

Muy pocas veces en más de medio siglo, la dictadura comunista cubana se ha asomado a los periódicos para hablar sobre homosexualidad, y, nunca para reconocer su responsabilidad histórica en la persecución y represión de la comunidad LGTB. Las disculpas de Fidel Castro fueron en su momento un oportunista gesto político de dudosa honestidad que no convenció a nadie de nada parecido al arrepentimiento.

Hoy Mariela Castro, hija pródiga del César y hada madrina del mariconeo patrio, intenta borrar el pasado bochornoso de lo que su familia representa, bajando a las calles para marchar sobre La Habana al frente de un renovado “orgullo gayo”. Es un nuevo orgullo a la cubana, un orgullo comparsero, rumboso y decadente, pero solo para homosexuales revolucionarios.

Quizás sea la libertad lo único que lo diferencia de aquella marcha neoyorkina del 70 que la revolución de su tío ridiculizó en la revista Bohemia.

FUENTES CONSULTADAS

Bohemia, No. del 7 de noviembre de 1970. “La rebelión de Ganímedes”

Norberto Fuentes, “Dulces Guerreros Cubanos” (Barcelona: Seix Barral, 1999).

Luis Fernández, “Cuba, centro masoquista mundial”, La Voz de Cuba Libre, 11-8-2005.

Reinaldo Arenas, “Necesidad de Libertad” (México, D.F., Editorial Kosmos, 1986), p. 218.

Servando González, “¿Quién persiguió a Muchilanga?,” Observando, Segunda edición.