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Juramento de taxista habanero: hora pico = tramo corto + doble precio

En la práctica, quedó demostrada la ineficacia de las medidas oficiales para evitar el incremento de los precios en el taxi privado

Taxis en La Habana © CiberCuba
Taxis en La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

Si es difícil encontrar algún taxista, o botero, que obedezca las restricciones de precio por tramo adoptadas en febrero de 2017 por el Gobierno de La Habana, pero es mucho más difícil, casi imposible, hallar algún usuario que no haya salido perjudicado, en alguna medida, por la desobediencia de los taxistas (que repercute negativamente en el bolsillo del cubano “de a pie”).

La asignación de precios máximos a 30 rutas resultó un medida de carácter completamente ornamental, porque jamás resolvió ninguno de los dos problemas originales, es decir, ni la subida de los precios en tramos que solo cuestan cinco pesos, ni la fragmentación de las carreras de modo que se cobre más con un mayor número de pasajeros en recorridos cortos.

Las medidas no funcionaron porque establecen solo la denuncia de los pasajeros (habría listas negras e interminables todos los días) y el control de los inspectores como medidas reguladoras, y los inspectores toman medidas a largo plazo, que a la población no le resuelve absolutamente nada, o simplemente ellos se ausentan de las zonas donde ocurren las principales violaciones, o reciben jugosos sobornos por hacerse de la vista gorda.

Además, en la población existe la percepción de que los boteros son trabajadores igual que cualquier otro, gente que está luchando lo suyo, de modo que es poco probable que la denuncia prospere sabiendo que es posible conlleve la cancelación de la Licencia de Operación del Transporte o el decomiso del automóvil.

En fin, que los boteros siguen cobrando lo que les viene en gana, y se escudan en el razonamiento de la escasa oferta y la enorme demanda, a partir de tres argumentos indiscutibles: la absoluta inoperancia del transporte estatal; la hora pico que propicia ansiedad, desesperación y tendencia a pagar el precio que establezca el botero, y el argumento más irritante para el usuario desesperado por llegar a su casa: el tramo corto.

Según recientes informaciones del NTV, hay suficientes ómnibus para mantener un servicio estable, pero faltan choferes. Cuando no es Juana, es la hermana. Sigue siendo un infierno, por los menos para niños y ancianos, alcanzar un ómnibus articulado, que son pocos, y además paran donde el chofer lo estima pertinente para poder recoger el dinero del pasaje.

Y si en la hora pico se agravan las ineficacias e indisciplina social del transporte público y sus choferes, en ese periodo, de siete a nueve de la mañana, y de cuatro a seis de la tarde, los boteros aprovechan para subir tarifas (igual que cuando llueve o se hace tarde en la noche) y aplicar, sin apelaciones de ningún tipo, el tramo corto. Y nunca jamás en la vida conseguirá que lo lleven desde El Vedado hasta La Lisa, desde Marianao a Centro Habana, porque ellos llegan nada más “hasta ahí adelante”.

Si existieran los antiguos y famosos ómnibus limitados, haciendo los mismos tramos cortos que los boteros han logrado determinar con interesada nitidez, entonces sí sería evidente la disposición del Estado de aliviar el problema y competir con ellos, sin necesidad de retirar licencias, decomisar vehículos y poner multar, ni mucho menos eliminarlos del paisaje social, porque a pesar el abuso diario con el pasajero, los boteros han demostrado con creces organización, funcionalidad, y eficacia económica, además de exacto conocimiento del mercado en que operan. En pocas palabras: han aliviado el transporte público, algo que en muchos países descansa mayormente en manos del Estado.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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