La planta productora de hormigón asfáltico caliente Tomás Díaz, de Santa Rita, en Jiguaní, Granma, exhala una columna gruesa de humo denso y negro que se cuela en las viviendas y calles del poblado y no deja vivir a sus vecinos.
Al salir de la chimenea de la fábrica, el humo forma una especie de nube que se mueve en dirección del viento, hasta que finalmente baja y se deposita sobre los árboles, los patios y los techos de las casas.
“Cuando hay virazón del viento para acá, lo que cae aquí es terrible, una ceniza pegajosa que parece aceite”, relató al periódico La Demajagua Ángel Joaquín Tamayo, de 67 años, quien siempre tiene su casa totalmente cerrada y así y todo, debe tapar las camas con nylon.
Según explicó Carlos Estrada Pérez, jefe de colectivo de elaboración de la planta, esta “es viejísima” (se montó a principios de los años 60 del pasado siglo) y su proceso productivo implica la combustión de fuel- oil para el secado de los áridos.
Si estos están húmedos requieren más tiempo de desecación, lo que incrementa la cantidad y el tiempo de emanación de humo negro.
También influye la calidad del fuel-oil “pues a veces traen uno que es aceite, pintura”, acotó Juan Carvajal Pérez, operador de caldera.
Clara Martha Escalona González, especialista del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, aseguró que desde hace años se le presta atención al impacto negativo en la comunidad de la planta productora.
Una de las medidas tomadas fue la siembra de árboles en sus áreas aledañas.
En el 2015 la instalación fue detenida durante unos tres meses, período en el que se reparó el colector de polvo, el secador y el mezclador, se aumentó la altura de la chimenea y se le instalaron electrofiltros.
A pesar de eso, Liana Sosa Hernández, directora técnica de la Empresa de Construcción y Montaje Granma a la que pertenece la fábrica, afirmó que en dos kilómetros alrededor no debe haber viviendas.
Aunque desde el inicio del montaje de la planta siempre hubo algunas casas, con los años el pueblo fue creciendo y hoy existen viviendas muy cerca, algunas de reciente construcción.
La solución que se plantea ahora es reubicar la instalación e introducirle tecnología móvil y ecológica.
Hasta el momento no se ha encontrado un área donde situarla. Pero algunos de sus trabajadores más antiguos, como Juan Carvajal Pérez, piensan que la planta no sobrevivirá al proceso de desmontaje y posterior reubicación, tanto por su antigüedad como por la falta de piezas de repuesto.
Mientras eso llegue, los vecinos de Santa Rita continuarán respirando humo negro
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