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Tres cubanos se convierten en héroes ante demora de los rescatistas: Salvan a un joven que pasó 7 horas atrapado en una crecida

El joven presentaba síntomas de hipotermia, llevaba siete horas bajo la lluvia y fuertes vientos.

José Luis Barceló © Escambray
José Luis Barceló Foto © Escambray

Este artículo es de hace 5 años

Ante la demora e indecisión de los rescatistas, vecinos de un poblado de Santi Spíritus se lanzaron a nado sobre una crecida de dos ríos para salvar la vida de un joven que llevaba siete horas atrapado en la corriente.

El pasado 28 de mayo -momento en el que comenzaron a reportarse intensas lluvias y peligrosas inundaciones al occidente y centro de Cuba- el joven campesino José Luis Barceló Ramírez se encontraba recogiendo maíz en una vega cercana a su casa cuando la abrupta crecida de los ríos Onimaso y Caracusey lo arrastró por varios metros.

“No quería ir, pero saqué la conclusión de que el río estaba normal. Después de recogerlo, cuando íbamos a echarlo en los sacos, ya el maíz estaba nadando, ahí dejamos todo bota’o y salimos corriendo”, relató José Luis, de 31 años, quien estaba acompañado en ese momento por el dueño de la vega y otro compañero.

Pepe, el dueño, se dejó arrastrar y buscó una soga y gente, “pero Camilo y yo nos enganchamos en una cerca, incluso él casi se ahoga”. “Me lo quité todo y me quedé en tacacillo, pero ¡qué va!, venían más bolas de agua, nadé y cogí un gajo de una mata de algarrobo, subí al árbol y ahí estuve siete horas”, contó al diario local Escambray.

No fue hasta después de unas dos horas que se supo del paradero de José Luis, cuando otro campesino se aproximó al lugar buscando rescatar a una vaca. Ahí fue cuando se enteró de los sucedido Claudio Barceló Rodríguez, el padre del joven.

“Se me quitó el hambre, lo comuniqué en el Consejo de Defensa y nos plantearon que iban a llamar, los bomberos venían, pero ya el río estaba pasando por encima de la carretera”, narró el hombre, que logró sumergirse en el agua hasta el cuello para comunicarse a gritos con su hijo.

“Abre los brazos, haz ejercicios, y él me decía: ‘Papi, tengo frío’”.

Entretanto, José Luis decidió buscar gajos para cubrirse de la lluvia y los vientos, ante claros síntomas de hipotermia. “Pensé que me podía ahogar y subí dos y tres veces…, había muchos animales y algunos me picaban: santanicas, cucarachas, guayabitas, ratones, culebras, majás…, incluso tumbé unos cuantos”.

Por su mente corría la imagen de su pequeña hija Amanda, de sus abuelos Israel y Silvia. “Cuando lograba oír, me decían: “No te tires que ya vienen”, eso era cada 20 minutos. Mi papá me enseñó a nadar desde seis años, pero no podía, me sentía como congelado, con los labios y las uñas moradas”.

Un vecino, José Luis Montelier Montelier, conocido por Abundio, no lo pensó dos veces al ver aquel panorama: “Veo que nadie decidía tirarse, ni la gente del rescate, y me tiré, fui nadando hasta la mata, después se tiraron Héctor y Michael”.

“Entonces le explicamos: tú nadas en el medio de nosotros, pero primero tuvo que hacer ejercicios para calentarse, ya no tenía casi fuerzas; hubo partes que tuvimos que luchar, pero lo sacamos por el cuadro de pelota… No pensé que yo podía morir, pensé en rescatar al muchacho porque iba a llegar la noche”, insistió Montelier.

Cuando Claudio vio que tres hombres se habían lanzado a rescatar a su hijo pensó que iban a llegar, “pero no sabía si iban a virar porque eran dos ríos a la vez y bravos. Al llegar les dije: Ya son parte de mi familia por ese gesto, ese altruismo, a riesgo de sus propias vidas”.

“Cuando llegué a la carretera era un mundo de gente esperándome, llorando: mi hermana, mi tía. Me tapé con una colcha de trapear que había en una cerca y solo me tomé una taza de café. Aún tengo dolores en el muslo derecho, pero estoy vivo, gracias a Dios, a los que me ayudaron y a todos”, subrayó el joven.

Una situación similar ocurrió por esos días en Calimete, Matanzas, donde un hombre estuvo más de 24 horas agarrado de un arbusto de marabú para no ser devorado por las corrientes frías. Afortunadamente, en aquella zona se encontraban realizando acciones de rescate el Grupo de Aviación del Centro, la única unidad de su tipo que garantiza la búsqueda el salvamento y el rescate vía aérea en la región central del país.

Ese escuadrón, que logró rescatar a más de 400 personas y evacuar a otras tantas, cuenta con cinco helicópteros MI-17 con sus respectivas tripulaciones: piloto, copiloto, un técnico de vuelo, otro de rescate más un especialista, además de un médico.

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