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El Mundial que yo veo: la 'manita' rusa

Esta columna sintetiza mis impresiones de cada jornada en la fiesta mayor del deporte más hermoso del mundo.

Mundial de Rusia 2018 © Twitter / @Cheryshev
Mundial de Rusia 2018 Foto © Twitter / @Cheryshev

Este artículo es de hace 5 años

Cada cual entiende el fútbol –y el Mundial- como le viene en ganas. Es un derecho que nos asiste a todos. Esta columna sintetiza mis impresiones de cada jornada en la fiesta mayor del deporte más hermoso del mundo.

La jornada

Era el partido inaugural y enfrentaba a las selecciones mundialistas de menos caché según el ranking de la FIFA, y al mismo tiempo a los dos principales productores de crudo en el planeta. Así, lo que podía faltar de fútbol sobre el césped del estadio Luzhniki, sobraba en petrodólares.

En el palco de honor -la calvicie de Gianni Infantino mediante- se acomodaban Vladimir Putin y el príncipe Mohamad Salman, mientras el campo daba albergue al choque entre el grupo caótico de Arabia Saudita y unos locales encomendados a la cábala de que la sede nunca pierde en el partido inaugural.

Fue una aventura entretenida, como suele ocurrir cuando los adversarios salen a compensar sus escaseces con agresividad.

La defensa saudí pecaba de generosa -como si no quisiera importunar al anfitrión en su debut- y Rusia no tardó en pagarle con la moneda de la ingratitud: tan temprano como al minuto 12, Yuri Gazinski cabeceó a placer una pelota que se elevó lo suficiente para que todo el mundo –advenedizos incluidos- tuviera tiempo de advertir que ya se avecinaba el primer gol del campeonato.

En el palco de honor, Putin le extendía la mano al apesadumbrado jeque visitante, y en las gradas comenzaba a flotar el fantasma tranquilizador de la goleada.

Tranquilizador, digo, porque todo el que quiera sobrevivir a la etapa debe sacar la mejor renta posible en su pulseada contra los convidados de piedra de la llave.

Lo saben de sobra egipcios y uruguayos, que se estrenan mañana, y demostró saberlo Rusia, que llegaba repleta de dudas tras ignorar el triunfo en sus últimos siete partidos no oficiales. No corren ya los viejos buenos tiempos de Yashin y Streltsov, ni tampoco es la época del zar Mostovoi y Valeri Karpin, pero el equipo resolvió con ‘manita’ el primer juego.

El gol: El zurdazo de tres dedos de Denis Cheryshev para ponerle cifras definitivas al score.

El equipo: Más allá de las facilidades que regalaba la defensa árabe, Rusia enseñó una solvencia notable para recuperar el balón y armar los contragolpes.

La individualidad: Alexander Golovin, certero en los centros a Gazinski y Artem Dzyuba, peleador a tiempo completo, más ambicioso que ninguno y, como guinda de la tarea, autor de un cobro delicioso.

El fiasco: Para la sede, la lesión de su estrella Alan Dzagoev fue una mosca patética en la tarta del día inaugural.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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