La fábrica de galletas Yumurí, conocida en Matanzas como La Chichí, acaba de cumplir 80 años y ya no puede disimular su ancianidad. Enclavada en mitad del barrio Pueblo Nuevo, la vieja industria presume de que pese a no ser la única de su tipo en el país, nadie le hace sombra a su calidad. Le distinguen, asegura el diario oficialista Granma, su sabor, textura y lo más importante, que sus galletas son fáciles de masticar.
Por eso, insisten, las bolsas que cuestan 25 pesos cubanos vuelan en las ferias, TRD y tiendas Cimex. Incluso gente de otras provincias va a buscarlas a Matanzas.
Cada día, siempre según la versión del Granma, se producen en La Chichí 4.000 paquetes de galletas (4 toneladas diarias), pero no alcanza para cubrir la demanda. Ni siquiera cuando los 81 trabajadores de la empresa (la mitad son mujeres) sobrecumplen el plan anual de 2.600 toneladas.
El maestro jubilado Juan de Dios Jiménez lamenta que no hagan más porque a sus nietos les encanta.
Pese a la buena fama que la prensa oficialista le da a las galletas de la fábrica La Chichí, a veces no hay como hincarles el diente. La culpa no es de la harina ni de los trabajadores sino de la falta de piezas de repuesto, asegura un responsable de la empresa.
Cuando se rompen piezas determinantes como el troquel y la revolvedora, la galleta sale más dura de lo habitual, aunque los trabajadores le tienen cogida la vuelta a las máquinas.
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