A Carlitos le gusta la música. Lo suyo es la guitarra. Saca buenas notas en la escuela, pero nunca lo han elegido como el más destacado: el niño lleva el pelo largo y eso va en contra del "reglamento" que defienden sus maestros. Pese al talento que tiene el pequeño, se ha quedado sin plaza en la Escuela de Arte. Su pecado: vivir en un municipio de la provincia de Holguín, según recoge el blog El pan despierto.
Los padres de Carlitos son de los que siempre colaboran con la escuela. Sin embargo no se enteraron de que las pruebas de aptitud para entrar en la Escuela de Arte se hicieron en la Casa de la Cultura de su pueblo.
El niño recibe clases de guitarra particulares y a su familia no le quedó más remedio que levantarse dos días seguidos a las cuatro de la madrugada y llevarlo a la capital de la provincia a hacer los exámenes de aptitud musical y las pruebas físicas. Carlitos las aprobó con holgura.
Ya sólo le quedaba un tercer examen impuesto por el Ministerio de Cultura. Si lo superaba con más de 90 puntos, sería suya la única plaza que había llegado a su municipio para tocar el bajo (y no la guitarra) ya que ése era el instrumento asignado a su territorio por el Centro Provincial de la Música de Holguín.
La prueba consistía en memorizar tres canciones y luego reproducir ritmo, letra y melodía. A Carlitos le tocó entrar el primero. Al salir se dio cuenta de que los niños que vivían en la capital de la provincia conocían los temas y los habían ensayado con profesores particulares, algunos de los cuales formaban parte del tribunal que evaluaba al resto.
No se sabe a quién asignaron la plaza del municipio de Carlitos. Él no la cogió. Sacó menos de 90 puntos. De los 22 alumnos de nuevo ingreso en la Escuela de Arte de Holguín para el curso que viene sólo 4 son de municipios.
Carlitos lloró. La madre llamó al director y éste le dijo que no se preocupara, que con el talento que tiene el niño llegará ser médico o ingeniero.
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